Mitos y verdades: ¿Qué pasa si se corta la correa de distribución del motor?

El reemplazo de la correa de distribución es un mantenimiento costoso, aunque es vital para evitar los problemas de una posible rotura. ¿Está tu motor a salvo? Galería de fotos

Redacción Parabrisas

Reemplazar los elementos de la distribución en un vehículo debe ser uno de los mantenimientos más perturbadores y molestos que existen. Entre mano de obra y repuestos, esta tarea demanda un costo importante. Pero, cuidado, porque su falla no siempre es evidente en el funcionamiento diario del vehículo. Las consecuencias de un problema con la correa pueden ser drásticas.

Antes que nada hablaremos de la función que tiene la correa dentada. Es la encargada de mantener constantemente la sincronización del cigüeñal con él (o los) árbol de levas para la apertura y cierre de las válvulas: debe funcionar siempre a la perfección.

La correa nunca se estira, o mejor dicho, pequeños estiramientos y vibraciones son subsanados por los tensores y guías, que mantienen siempre la tensión ideal. El problema aparece cuando la correa se corta, o algún tensor falla. Los fabricantes recomiendan reemplazar los elementos que componen la distribución en plazos que van desde los 40.000, hasta los 100.000 kilómetros.

Si no se reemplaza, los daños pueden ser más que perjudiciales. En motores de concepción antigua, con baja compresión y árbol de levas único, al sufrir el corte de la correa podrían provocar sólo la desincronización de las válvulas. El resultado: se detendrá el motor espontáneamente. Para devolverle la vida, sólo bastará con poner todo a punto nuevamente y una correa nueva, suficiente para que funcione como antes.

En los más modernos motores de cuatro válvulas por cilindro, y en todos los que cuenten con doble árbol de levas a la cabeza, el corte de la correa significará daños graves, casi indefectiblemente. El problema aparecerá cuando los pistones, en su ascenso, se encuentren con las válvulas, que al perder la correcta sincronización, chocarán con las mismas.

Dependiendo de las revoluciones a las que suceda el inconveniente (no es lo mismo en régimen de ralentí que a altas revoluciones) se doblarán las válvulas de uno, dos, o definitivamente todos los cilindros. Además también se marcarán (o romperán) los pistones, y llegado el caso, hasta se podrían doblar algunas de las bielas.

Obviamente para reparar esto se deberá desarmar el motor, y el especialista deberá decidir que reemplazar (y qué no), para devolverle la vida al impulsor.

A tener en cuenta

Si se escucha un ruido seco entre metales, y el motor instantáneamente deja de funcionar, podemos estar ante un problema en la sincronización, posiblemente debido al corte de la correa de distribución. En caso de que suceda circulando a alta velocidad, lo mejor será presionar el embrague de inmediato. Una vez detenido el vehículo, no debemos insistir con el arranque, ya que esto será más perjudicial. Menos aún intentar remolcar o empujar el vehículo para arrancarlo de manera manual. Todo esto perjudicará a los elementos internos.

Para los reemplazos de distribución es fundamental el cambio de la correa propiamente dicha, como así también el de los tensores, ya que su vida útil también posee un determinado kilometraje. En muchas ocasiones se sugiere el cambio de bomba de agua. Esto es debido a que en muchos motores se debe desarmar el mecanismo de distribución para reemplazarla. No es obligatorio, pero sí de sentido común. Si no se reemplaza, y al poco tiempo se daña la bomba de agua, nuevamente el usuario deberá pagar el costo del eventual desarme y posterior sincronización.

Qué pasa con la cadena

Como en los motores de otras épocas, la cadena de distribución volvió a los más modernos motores. Si bien este sistema es mucho más duradero que las correas, también tienen una vida útil estipulada.

En este caso los problemas mayormente no pasarán por un corte imprevisto, pero si por el estiramiento, lo que redunda en aumento de ruido y pérdida de la perfecta sincronización. La durabilidad de estos sistemas va de los 100.000 kilómetros en adelante, aunque en ningún caso llega a la eternidad.

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