@TogneriWalter
waltertogneri5Hace muchos años, en una de las tantas sacudidas económicas que atravesó la Argentina, vi un Chevrolet Stingray de 1967 en una estación de GNC cargando gas. En ese momento pensé que “lo había visto todo”, pero me equivoqué. Ahora, cuando leo esta noticia, siento lo mismo que en aquella ocasión, y me pregunto: ¿qué empuja a un automovilista a instalar un equipo de GNC en uno de los modelos clásicos más admirados de la historia reciente de la industria automotriz? La respuesta es, claro, la crisis. Y como sabemos, las épocas de convulsión no saben de estilos y no respetan tradiciones ni legados: las crisis están para superarlas y cada uno las resuelve como puede.
Sin embargo, en el caso que aquí nos ocupa, la lectura es otra. Los responsables de un taller especializado de Río de Janeiro, Brasil, decidieron instalar un kit de conversión a GNC en una Ferrari F12 berlinetta. ¿Para qué? Pues para estudiar las posibilidades que este tipo de combustible ofrece en motores sofisticados y de alto rendimiento como el V12 6.3 de 740 CV de potencia y 70,3 kg de par que aparece debajo del capó de este deportivo, valores que entrega cuando funciona con nafta, claro. (MIRÁ EL TEST HACIENDO CLICK ACÁ)
La idea de los técnicos cariocas es, puntualmente, analizar la respuesta del sistema de inyección directa para obtener información sobre el tiempo de ignición, inyección y presión de las bombas de combustible de baja y alta presión para evaluar si es posible instalar un kit GNC en la F12.
El equipo en cuestión es de los más modernos, es decir de sexta generación, dispositivo que emplea una misma boquilla de inyección para el combustible líquido y el gaseoso. En este caso el motor sigue consumiendo nafta en todo momento, pero en una proporción de 30 por ciento de nafta y un 70 por ciento de gas, en promedio.
En la Argentina un kit de este tipo tiene un costo promedio de 50.000 pesos. Y una Ferrari F12 berlinetta, vale un millón de dólares.
