Por la montaña, entre túneles y puentes

Viajamos a San Luis atravesando los exigentes caminos de las Altas Cumbres cordobesas. Prueba superada para un vehículo que busca posicionarse como referente entre los SUV compactos. Galería de fotos

Una manera de evaluar las características de un vehículo en poco tiempo es transitar por un itinerario que incluya diferentes condiciones en recorridos relativamente cortos.

Más allá del viaje Buenos Aires-Córdoba por autopista y de las fotos nocturnas que hicimos en la nueva sede del Gobierno de la provincia y sus alrededores, donde el comportamiento del T-Cross era más o menos el de esperarse, la verdadera prueba para nosotros comenzó cuando pasamos el nuevo y llamativo puente que atraviesa el lago San Roque, casi a la altura del viejo dique.

Volkswagen T-Cross-prueba especial

De allí encaramos hacia Tanti, donde comienza el ripio del ascenso a la sierra de los Gigantes por la ruta provincial 28, que luego baja hacia Taninga, ya del otro lado de las Altas Cumbres de las Sierras Grandes. Dicho trazado develó varios aspectos del T-Cross en todo sentido. Por un lado, nos sorprendió que tras varios días sin lluvias, la gran cantidad de polvo que se había levantado del camino no hubiera invadido el habitáculo. Punto a favor para el hermetismo del T-Cross.

Otros aspectos positivos fueron la comprobación de la robustez de la estructura y la comodidad y el confort con el que viajamos, a pesar de atravesar algunos tramos con “serruchos” y más allá de algún inesperado lomo de burro, dado que tratamos de transitar a un ritmo “alegre”.

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Pasaron cosas..
Un consejo que dan los que saben es que para circular en el ripio lo conveniente es inflar los neumáticos con una presión excesiva, y eso es lo que hacemos en todos los viajes. Pero esta vez subestimamos al camino y nos mandamos con 32 libras en cada rueda. Una de las tantas piedras, sumada al bajo perfil del neumático (medida 205/55 R17) para este tipo de autos y de recorrido, nos jugaron una mala pasada: rompimos la cubierta trasera izquierda. Lo que siguió fue sacar el equipaje del baúl hasta llegar a una rueda de auxilio que, si bien no es de la misma medida que el resto, tiene el tamaño suficiente para seguir a una velocidad acorde con el ritmo del camino. El largo trecho que nos quedaba hasta el primer pueblo generó cierta inquietud en la tripulación, pero finalmente todo salió bien. Una vez que conseguimos una cubierta adecuada, ya que todavía tendríamos por delante tramos de montaña, continuamos con 45 libras en cada neumático. El que se quema con leche...

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Viejo conocido

Hablando de agilidad, el conjunto motor-caja (una automática de seis marchas con levas al volante) fue otro de los puntos en los que más nos concentramos. Si bien ya hablamos en test anteriores de sus prestaciones modestas, los 110 caballos del conocido 1.6 de VW no nos impidieron desplazarnos bastante más rápido que todos los autos que fuimos alcanzando, algunos con muchos más corceles que el nuestro.

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Sí es verdad que a veces parecía que lo exigíamos en vueltas y en varias ocasiones recurrimos a las levas del volante para tomar el mando de la caja, pero la conclusión es que si se lo trata como a un vehículo familiar, tal como lo es este SUV compacto, la dupla impulsor-transmisión responde de manera adecuada, más allá de que el rendimiento del combustible está entre los mejores de su segmento.

Una divertida anécdota

Antes de llegar a Los Gigantes pasó lo que no queríamos que pasara, y en uno de los lugares más inéditos del viaje: rompimos una cubierta (ver recuadro) muy cerca de la tranquera de entrada a un campo nudista “en el medio de la nada” y con una temperatura de 5º C.

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Nos hubiera gustado decir que no encontramos el crique y que tiramos una moneda para ver quién se desnudaba para ir a pedir ayuda, y que el favorecido había sido Alejandro Cortina, pero nada de eso sucedió. Sólo aprovechamos el momento para reírnos un poco, sacarnos unas fotos y mandárselas a nuestros amigos.

Solucionado en parte lo de la rueda con el auxilio de diferente medida, proseguimos en busca de los Túneles de Taninga, un lugar que, además de lo pintoresco del antiguo camino, desde sus altísimos precipicios ofrece vistas maravillosas hacia el oeste. Desde allí, desde un lugar único se avista un interminable paisaje con territorios de cuatro provincias: La Rioja, San Juan, San Luis y, por supuesto, Córdoba.

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Siempre la más difícil

Una vez atravesados todos los túneles, tanto el GPS del auto como el Google Maps (que de tanto en tanto consultábamos a través del Android Auto en la pantalla del T-Cross), nos aconsejaron, para ir a Merlo, volver por asfalto por el camino que pasa por Cura Brochero y Mina Clavero. Pero, para nosotros, cada kilómetro nuevo contaba como parte de la prueba y, por qué no, de un paseo, por lo cual optamos por avanzar por la RP 28 hasta el cruce con la RP 51 (un interminable e inhóspito camino de 62 kilómetros de ripio) que hacia el sur nos depositaría en el codiciado suave pavimento de la entrada de Villa Dolores.

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Sin novedades en el auto, por suerte, de ahí a Merlo aún faltaba un trámite de asfalto recto. Mucho antes de eso, transitando por los curveríos de la montaña, los acompañantes se acordaron bastante del diseñador del interior que, aun en esta versión full Highline Hero, se olvidó de poner manijas en el techo, o las obvió para dejar lugar al mecanismo del amplio y oportuno techo panorámico.

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Fin del primer tramo

Ya en los pagos del poeta Antonio Agüero, manguereada mediante, le dimos un poco de descanso al T-Cross para dedicarnos a visitar a algunos amigos que optaron cambiar la locura de Buenos Aires por la paz y el buen clima de la hermosa ciudad turística de San Luis. Recorriendo el lugar, nos llamó la atención la cantidad de "pulgares arriba" que generaba nuestro paso; incluso, más de un curioso se acercó cuando estábamos cargando combustible para ver el auto por dentro: señal de que muy pronto este modelo puede ser un éxito. Mientras tanto, a descansar y a repasar los mapas para que la vuelta no nos resultara demasiado fácil.

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Apuntes de viaje

  • Durante casi todo el viaje desde Buenos Aires a Córdoba tuvimos un fuerte viento en contra. En esas condiciones, a 125 km/h reales, el motor giraba a 2.500 vueltas.
  • La mayor parte de las veces que llenamos el tanque de combustible (52 litros), la computadora pronosticaba 550 km de autonomía.
  • Retiramos el auto con 200 km exactos, y hasta Merlo (San Luis) el odómetro marcaba 1.158 km. A eso hay que restarle la búsqueda de lugares y los cientos de ida y vuelta que hicimos para lograr algunas de las impresionantes imágenes.
  • La parte más alta del camino que registramos con el altímetro del navegador del T-Cross fue de 2.058 metros.
  • El T-Cross cuenta con muchos lugares para vasos, botellas, termo, celulares, mapas, alfajores, cigarrillos y caramelos, es decir elementos que nunca faltan en los viajes.
  • De los 341 kilómetros que separan la ciudad de Córdoba de Merlo, unos 190 fueron de caminos de ripio.
  • Los 420 litros de capacidad máxima del baúl fueron suficientes para el equipaje de los tres tripulantes (calculando una estadía de una semana), más el equipo fotográfico y la infaltable heladera.