Por qué se produce el aroma a nuevo en los autos

Algunos lo disfrutan; otros lo sufren. Existe un gran debate sobre si los componentes químicos del olor pueden suponer un riesgo para la salud.

Redacción Parabrisas

Tanto el aroma como su origen pueden variar según el tipo de automóvil. La mayor parte del interior de un automóvil consiste de piezas de plástico que se sujetan entre sí a través de adhesivos y otros materiales selladores, además de las sujeciones clásicas mediante tornillos y demás elementos metálicos. Cuando el automóvil se fabrica, estos materiales se dejan ligeramente inestables, por lo que siguen liberando compuestos orgánicos volátiles al aire circundante, en un proceso conocido como desgasificación. Estos humos también pueden proceder de materiales plastificantes que se evaporan con el tiempo.

Los científicos que han estudiado estos compuestos químicos liberados recomiendan mantener los automóviles nuevos bien ventilados durante la conducción, especialmente en el verano. Un análisis realizado recientemente sobre el aire del interior de un Lincoln Continental recién fabricado descubrió más de 50 compuestos orgánicos volátiles, cuyas fuentes fueron identificadas como productos lubricantes y de limpieza, pintura, alfombras, plásticos (el tablero de instrumentos es una gran pieza de plástico), tratamientos para el cuero y el vinilo, pegamento para látex, y vapores de nafta y gases de escape. Un análisis dos meses después demostró una drástica reducción de estos compuestos. Los investigadores observaron que la toxicidad de la mayoría de ellos entrañaba un peligro potencial para la salud humana.

Según un estudio publicado por la Universidad de Austin, en Texas, Estados Unidos, los científicos encontraron unos 7,5 miligramos en total de compuestos orgánicos volátiles en un primer día de medición. Después de un periodo de tres semanas, la concentración disminuyó un 90 por ciento. Alrededor de 60 compuestos químicos fueron identificados en los interiores de cuatro vehículos en este estudio.

En algunos extraños casos, el olor puede ser un defecto de fabricación. De acuerdo con un documento oficial de Bentley, existe un “olor desagradable” en los modelos fabricados por esa marca inglesa entre 1999 y 2002. Este emana de un anticorrosivo que fue usado por Bentley durante ese tiempo. En Japón, los investigadores descubrieron que los compuestos orgánicos volátiles en un monovolumen nuevo eran 35 veces superiores al límite saludable en el día después de su entrega. En cuatro meses se consiguió bajar el linde, pero volvió a subir a llegar el verano y las altas temperaturas: tardó tres años para mantenerse permanentemente debajo del límite. Estos límites fueron establecidos por el ministro de salud japonés como respuesta al creciente número de propietarios que sufrían trastornos en la salud, como desorientación, mareos, dolor de cabeza e irritación.

El grave problema del benceno

Los componentes de plástico y de otros materiales sintéticos en el habitáculo del automóvil nuevo emiten, en forma de vapor, una sustancia denominada benceno, que es un hidrocarburo. No olvidemos que, salvo casos especiales, los plásticos se fabrican con hidrocarburos (compuestos de hidrógeno y carbono) procedentes del petróleo.

Pasado ciertos límites el benceno daña la salud y pasa a actuar como un cancerígeno. Como factor crítico se menciona el contenido que se genera en el interior de un automóvil por causa del calor y su difusión por parte del sistema de ventilación con aire a temperatura ambiente o por el aire frío a causa de haber conectado el aire acondicionado. En realidad, da lo mismo que se active solo el sistema de ventilación o el aire acondicionado, es decir que para la difusión de los vapores del benceno es indistinto el valor de la temperatura del aire.

Un automóvil estacionado a la sombra durante el día con las ventanas cerradas puede contener de 400 a 800 miligramos de benceno. Si está estacionado en la calle o en otro lugar bajo el sol a una temperatura superior a dieciséis grados, el nivel de benceno subirá a 2.000-4.000 miligramos, cuarenta veces el nivel aceptable. La gente que se sube al automóvil manteniendo las ventanas cerradas inevitablemente aspirará en rápida sucesión excesivas cantidades de esta toxina, que afecta a los riñones y al hígado, y llega a producir cáncer, abortos prematuros y otras graves afecciones. Lo peor: es extremadamente difícil para el organismo expulsar esta sustancia tóxica.

En los manuales del conductor se indica que, antes de encender el aire acondicionado o el sistema de ventilación, el usuario debe abrir las ventanillas y dejarlas así por un tiempo de dos minutos, pero no especifican el porqué: solo dejan entrever que es “para su mejor funcionamiento”. Aquí viene la razón médica: de acuerdo con un estudio realizado, el aire refrescante antes de salir frío (si se conectó el aire acondicionado) manda todo el aire del plástico caliente que emite benceno. Por eso, la importancia de mantener los vidrios bajos unos minutos. Lo mismo ocurre cuando activamos la ventilación normal, con el aire “caliente” de un día de alta temperatura, aunque en realidad lo que hacemos es conectar el aire acondicionado de inmediato, porque las altas temperaturas del habitáculo nos agobian.

Para proteger nuestra salud, lo mejor es no prender la ventilación o el aire acondicionado apenas entramos a un vehículo, dejar bajas las ventanillas por cinco minutos si hace mucho calor y, si es posible, abrir también alguna puerta para que salga el aire “envenenado”. Recién entonces podremos arrancar el motor, conectar el aire acondicionado y cerrar las ventanillas, aunque las personas más sensatas y previsoras conducen con el aire acondicionado conectado y las ventanillas a medio cerrar por diez o quince minutos más para que entre aire del exterior, aunque esto implique alguna molestia, que siempre será sin importancia ante el riesgo potencial que existe.

Hace unos años, la doctora Nithin Abraham, científica del laboratorio Goddard de la NASA, en los Estados Unidos, y su equipo de colaboradores, desarrolló un compuesto especial de fácil aplicación sobre los materiales del interior del automóvil y de aeronaves, que atrapa los contaminantes gaseosos que desprenden los plásticos. Cabe esperar que esta sustancia, a base del mineral zeolita, pueda aplicarse en los automóviles de las próximas generaciones.