¿Por qué es tan importante el ABS?

Hace cuatro décadas se lanzaba el primer vehículo de serie con anti-bloqueo de ruedas, como opcional. Te contamos su historia y su funcionamiento. Galería de fotos

Redacción Parabrisas

Muchos lo seguimos considerando como una maravilla, pero lo cierto es que ya se transformó en un sistema de uso común. Todos los vehículos de pasajeros nuevos que se venden en la Argentina deben equiparlo de serie. Sus componentes dan base a otros elementos de seguridad también fundamentales, como el control de tracción y el ESP, y se torna fundamental en condiciones donde el camino tiene baja adherencia. 

Este componente de seguridad activa funciona en el momento en que se accionan los frenos de forma violenta. Una serie de sensores, distribuidos uno en cada rueda del vehículo, detectan la aparición de una desaceleración brusca y envían la señal correspondiente a una centralita. 

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Ésta se encarga, mediante un mecanismo, de evitar el bloqueo de las ruedas, provocando una frenada más efectiva que, generalmente, se transmite al conductor con una típica vibración de pedal, que indica el accionamiento del sistema. 

Parece todo muy complejo, pero lo cierto es que la idea de evitar el bloqueo de las ruedas, ante una frenada imprevista, es mucho más antigua que el mecanismo en sí. 

De hecho, la marca alemana Bosch patentó la idea del ABS, increíblemente, en el año 1936. Pero recién en el año 1964, se comenzó a invertir de forma seria para que la teoría se lleve a la práctica. El desarrollo de la electrónica colaboró de forma fundamental ya que, sin la misma, el mecanismo no podría haber existido. 

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Si nos remontamos en la historia, podemos decir que la primera marca que apostó por los desarrollos de Bosch fue Mercedes-Benz, con su modelo 450 SEL 6.9 de 1978, el abuelo del actual Clase S AMG. 

Un verdadero monstruo de dos toneladas de peso que, como indica su nomenclatura, disponía de un motor V8 de 6,9 litros de cilindrada, equiparándose con los vehículos americanos de aquel entonces. 

Y es que, si lo pensamos en términos actuales, todo nos parecerá una locura. Un auto que podía circular a casi doscientos cincuenta kilómetros por hora, con tracción trasera y rondando los trecientos caballos de fuerza, ofrecía el sistema, pero sólo como opcional y a un costo altísimo. 

Con ejemplos como este, nos damos cuenta de lo mucho que aumentó la seguridad de los vehículos, desde ese entonces hasta hoy. 

Es una lástima que las políticas de manejo preventivo y las campañas de seguridad vial no avancen al mismo ritmo que la tecnología automotriz.

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