Cuando el tránsito por la ciudad repercute en la salud del auto

La tarea diaria de trasladarnos de un lugar a otro a bordo de nuestro auto nos enfrenta a embotellamientos y problemas para estacionar. La clave está en mantener la calma. Galería de fotos

Redacción Parabrisas

La rutina diaria cansa. Son muchas las personas que, jornada tras jornada, emprenden automáticamente una serie de hábitos que suelen terminar en el trabajo. Así sea al sector laboral, de recreación o de deporte, al salir a la calle un grueso se mueve en auto. Es por ello que las grandes ciudades tienen tantos problemas con el parque vehicular, y la Argentina no es la excepción, particularmente la Ciudad de Buenos Aires.

En horas pico, el caos de tránsito arrebata las calles y la desesperación se apodera de cualquiera. Independientemente de la situación, perder la calma al estar en el volante es una pésima opción, aunque sabemos que conducir en un marco poco amistoso no le agrada a nadie.

Los embotellamientos afectan de muchas maneras a un auto (empezando por la actitud del conductor). Uno de los mayores problemas son los pequeños avances que exigen la caja de cambios. Al ir siempre en marchas bajas, el motor trabajo en exceso y el consumo de combustible aumenta.

A medida que el cansancio del caos empieza a descontrolarse, otro gesto poco recomendable es el de reposar la mano en la palanca de cambios. Puede resultar cómodo, para descansar, pero con el tiempo, debido al peso y fuerza ejercidos, se terminan dañando los mecanismos internos que están debajo de la selectora.

Y para seguir con la transmisión, otro grave error que se suele cometer es el de mantener mucho tiempo el embrague pisado, ya sea por reposo o para tener el cambio preparado. Muy mal hábito. Cuanto más tiempo presionamos el pedal (vale destacar, hay que hacerlo a fondo cuando cambiamos la marcha), más trabaja el mecanismo y se quemará antes de lo esperado. El pie izquierdo, siempre fuera.

Después de un rato de saturación, los nervios suben y decidimos relajarnos con algo de música. En la actualidad, muchos vehículos ofrecen la conectividad total y nuestro teléfono nos proveerá las canciones. Entonces aprovechamos para chequear mensajes, llamadas, mails. Un mal de estos tiempos: la constante necesidad de mirar el teléfono, dispositivo que tantos accidentes causa en todo el mundo. Si sumamos el equipo de música y en los últimos años las pantallas táctiles, las distracciones crecen en forma exponencial.

Si logramos salir del atasco y llegar al destino, es posible que nos toque sumergirnos en otro problema frecuente de estos tiempos: estacionar. La oferta de garages cerrados aumentó, pero también significan un costo. En la calle el peligro de ver dañado nuestro auto se magnifica, y el no hallar lugar empeorará nuestro nerviosismo y las víctimas podrían ser las llantas, gomas o chapa de nuestro rodado.

Estas situaciones se repiten constantemente en muchas ciudades del país y del mundo. Aunque son sólo algunas, ejemplifican episodios cotidianos que se presentan y las debemos esperar. Asumir que las viviremos con frecuencia y tomarlas con calma nos ayudará a resolverlas de un mejor modo y cuidar el estado de nuestro auto.

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