El flamante gobierno argentino decidió, después de una serie de informaciones cruzadas y algunas dudas, mantener el impuesto automotor, aunque con escalas más bajas que las actuales. Según se informó, será de un 10% para los vehículos con precio superior a $350.000 y de un 20% en el caso de los que excedan los $800.000.
Apenas asumido, el ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay, dejó deslizar que el gobierno de Mauricio Macri dejaría sin efecto el impuesto automotor. La alegría invadió al sector, pero duró poco: horas después, el secretario de Industria, Martín Etchegoyen, cuestionó la medida. Finalmente, fue el ministro de Producción, Francisco Cabrera, quien definió el asunto al declarar que el impuesto no se iba a sacar, aunque sí a reducir considerablemente.
De acuerdo al anuncio de Cabrera, a partir del 1 de enero de 2016 se impondrán nuevas escalas al impuesto, tanto para autos como para motos. Los vehículos con precio de venta a concesionarios superior a $350.000 serán gravados con una alícuota del 10%, mientras que aquellos cuyo valor está por sobre los $800.000 tributarán un 20%. La escala anterior establecía alícuotas de 30% y 50% respectivamente.
La medida tendrá validez por seis meses, y se extiende a motos, embarcaciones y aeronaves. En el caso de las primeras, el impuesto alcanza a las unidades cuyo valor supera los $65.000, sobre las cuales se aplicará un 10%. Para las embarcaciones, el valor de referencia es $400.000 y la tasa, del 10 por ciento.
Una de las diferencias con la alícuota que se pagaba hasta ahora es que se eliminó la diferencia entre autos diésel y nafteros. También se quitó el privilegio para los autos de producción nacional en detrimento de los importados.
Desde el macrismo aseguran que esta modificación favorecerá las inversiones en la industria automotriz. Aseguran que hay más de u$s3.800 millones comprometidos a 2017 para aumentar la capacidad de producción.
