La muerte de Lady Di: ¿de quién fue la culpa?

La princesa británica y su novio fallecieron el 31 de agosto de 1997 en un accidente automovilístico. Ninguno de los ocupantes del Mercedes S 280 tenía el cinturón de seguridad abrochado. Hoy, siguen las dudas. Galería de fotos

Redacción Parabrisas

La princesa Diana ocupa un lugar especial en el corazón de los británicos. Por su simpatía, sus acciones de caridad y también por su posición frente a la corona, fue considerada "La princesa del pueblo", una condición que sobrepasó todos los límites luego de su muerte.

Pasaron 23 años de ese fatal día, y aun se escuchan los ecos de un hecho que no escapa del misterio y las especulaciones conspirativas ya que todavía existen muchos interrogantes que no fueron respondidos: ¿qué ocurrió aquella noche del 31 de agosto de 1997 en la que la exesposa del príncipe Carlos de Gales perdió la vida en París? El automóvil en el que se trasladaba, ¿estaba en buenas condiciones? 

Diana Spencer y su novio, el empresario egipcio Dodi Al Fayed, fueron detectados por reporteros gráficos saliendo del hotel Ritz de la capital francesa a donde habían ido a cenar. Perseguidos por los paparazzi, la pareja, el chofer y otra persona más salieron despavoridos y se subieron al Mercedes Benz S 280 alquilado al hotel.

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En medio del túnel del Puente del Alma, y aún sin saber bien el porqué, la lujosa limusina chocó contra un pilar. Al Fayed murió al instante; Diana, horas después. El conductor, que según las pericias manejaba a una velocidad que podría superar los 150 km/h, había ingerido un cóctel de alcohol y fármacos. Sólo el guardaespaldas, que viajaba en el asiento del acompañante, salvó su vida.

Uno de los puntos al que más se hace referencia al explicar la muerte de Diana es que, según la posterior investigación, ninguno de los ocupantes usaba cinturón de seguridad. Pese a las medidas de seguridad del vehículo, la utilización de este implemento es imprescindible.

¿Cómo era el Mercedes S 280? La serie S (también conocida como W 140) representa (junto con sus derivados de marca Maybach) lo más encumbrado de la casa de Stuttgart. Aquel modelo utiliza un motor de seis cilindros en línea 2.8 de 193 CV para mover unos 1.800 kilos.

Contaba con ABS, un primitivo sistema de reparto de potencia para evitar el deslizamiento, doble airbag, materiales especiales para contener impactos. Todos dispositivos de avanzada para finales de los 90.

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No obstante, hay una historia paralela con ese Mercedes de color negro que utilizaron Spencer y Fayed. Fue adquirido por un empresario en 1994, pero al poco tiempo lo robaron y apareció dañado en París. Luego de ser arreglado por completo, fue comprado por la compañía Etoile Limousine, una firma de autos de lujo que operaba, entre otros centros, con el hotel Ritz.

De acuerdo con el director de la compañía, el auto lo había sido usado por un alto funcionario de Mercedes-Benz de Francia, pero también reconoció que al incrementar la velocidad, acusaba fallas. El mismo CEO afirmó que el rodado fue inspeccionado por la terminal, que aseguró no tener déficit.

Casi como una premonición, cuatro meses antes del fatal accidente del Puente del Alma, el lujoso sedán sufrió otro siniestro: lo robaron y lo abandonaron en una autopista. Antes de trasladar a la madre de los príncipes herederos de Inglaterra, fue reparado y devuelto a sus dueños.

Después de más de veinte años, todavía no está totalmente claro qué sucedió aquella noche. La única certeza es que tres de los cuatro ocupantes fallecieron y ninguno usaba cinturón de seguridad. El guardaespaldas que salvó su vida lo hizo de milagro, pero tuvo que enfrentar decenas de cirugías.

Una teoría dice que Lady Di y su pareja escapaban de periodistas, pero la duda continúa ya que las versiones conspirativas de una persecución de los servicios de inteligencia nunca caducaron. Sí queda en claro que, aunque el auto elegido sea ultra tecnológico y con los implementos de seguridad más avanzados, las dos primeras medidas fundamentales para circular son, utilizar el cinturón y respetar las velocidades máximas.

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