Revolución en las rutas argentinas
El Gobierno nacional habilitó la circulación de los camiones bitrenes por toda la red vial de la República Argentina. La medida busca modernizar el transporte, reducir costos y simplificar la burocracia.
A menudo, entre tantas noticias, hay decisiones que parecen técnicas, casi invisibles para el día a día de la gente, pero que en el fondo marcan “un antes y un después”. La libre circulación de bitrenes en toda la red vial Nacional es una de esas medidas. Desde el 19 de agosto, por una resolución del Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado, los famosos camiones bitrenes —esos gigantes de 25 a 30 metros de largo que suelen tener dos acoplados— ahora pueden transitar por todo el país sin tantas trabas.
Hasta hace poco, estos vehículos estaban sujetos a un laberinto de permisos, corredores habilitados, requisitos y tiempos de espera que, en muchos casos, se transformaban en meses. Y todo esto para camiones que hoy son sinónimo de eficiencia logística en gran parte del mundo.
Con la nueva normativa, la lógica cambia: podrán circular libremente por la red nacional, con excepciones únicamente en aquellos tramos donde la seguridad o la infraestructura lo exijan.
¿Y qué significa en la práctica? Que un bitrén puede transportar hasta un 75 por ciento más de carga que un camión convencional. Eso implica menos viajes para mover la misma mercadería, menos consumo de combustible y, por supuesto, menos emisiones contaminantes; más carga por viaje, menor impacto ambiental y, para las empresas, menor costo logístico.
En un país tan extenso y dependiente del transporte por camión como la Argentina, esta medida puede representar un antes y un después. Pensemos en las economías regionales, en los productores que tienen que llevar su mercadería cientos de kilómetros hasta los grandes centros urbanos o puertos. Cada peso que se ahorra en transporte representa más competitividad, más margen para crecer y generar empleo.
Pero esta medida no es sólo económica: también es política y cultural. Marca un cambio de enfoque en la forma en que el Estado se relaciona con la producción y la logística. Durante años, la normativa sobre bitrenes fue un verdadero laberinto burocrático: permisos, corredores especiales, normativas municipales, provinciales y nacionales que no siempre coincidían. Hoy, con esta resolución, se unifican criterios y se manda un mensaje claro: menos papeles, más soluciones.
Por supuesto, hay desafíos. Las rutas necesitan inversión y mantenimiento, y en algunos tramos seguirán las restricciones por seguridad. Pero la diferencia es que ahora hay una hoja de ruta más simple: libertad con reglas claras. Se libera la circulación, pero sin perder de vista la responsabilidad y la seguridad vial.
Por Matías Gonzáles, abogado diplomado en Seguridad Vial
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