El 4 de marzo de 1877 el pueblo de Paris, Kentucky, en los Estados Unidos, vio nacer a Garrett Augustus Morgan, hijo de antiguos esclavos y cuyo nombre sería incluido en la lista de los cien más grandes norteamericanos de origen africano. En su honor también se ha erigido la Garret A. Morgan Cleveland School of Science de Ohio.
Morgan recibió una educación elemental pero desde muy joven demostró ser inteligente. Pasaba parte de su tiempo experimentando con artefactos y trabajaba como reparador de máquinas de coser.
En 1895 viajó a Cleveland y pudo abrir su propio taller de reparaciones en 1907, sin dejar nunca de experimentar con diferentes máquinas y elementos. Leía muchos libros técnicos y científicos que le eran provistos por la biblioteca pública de la ciudad, que ya en ese entonces contenía una notable cantidad de volúmenes.
En 1914 Morgan patentó dos capuchas de seguridad para uso en atmósferas llenas de humo. Aunque parecían sacadas de una película de ciencia ficción, eran efectivas. Las usó en el rescate de varios hombres atrapados en un túnel el 25 de julio de 1916, una noticia de alcance nacional. El historiador Stephen van Dulken dice que los pedidos crecieron y las tropas norteamericanas utilizaron el equipamiento como máscaras antigás en la Primera Guerra Mundial.
Uno de sus inventos más importantes fue sin lugar a dudas el semáforo para el tránsito de vehículos. Cada vez más y más automóviles compartían las calles y carreteras con carruajes a tracción a sangre, tranvías y bicicletas. Según afirma el citado van Dulken en su libro “Inventing The 20th Century” (The British Library Board, Londres, 2000), un día Morgan vio un accidente entre un automóvil y un carro de caballos en el que una niña resultó seriamente herida. Entonces se le ocurrió colocar señales luminosas rojas y verdes combinadas con un timbre de advertencia y consiguió que la American Traffic Light Company los instalara el 5 de agosto de 1914 en la esquina entre la calle 105 y la avenida Euclid, de Cleveland.
El invento de Morgan constaba de manivelas eléctricas que giraban los brazos que mostraban el derecho de paso o la obligación de pararse, y finalmente fue patentado el 27 de febrero de 1922. El invento de Morgan se utilizó en todo Estados Unidos hasta que fue reemplazado por los semáforos modernos, a los que también contribuyó a perfeccionar, con el agregado de otra luz, la de color amarillo. En un principio fue dificultoso obtener la energía eléctrica para el accionamiento de los semáforos del tránsito pero, después de hacerse muchos trabajos en las calles y en postes de distribución de energía, se pudo solucionar el problema de alimentar a muchas unidades. En un principio, las señales luminosas eran operadas manualmente por un agente de policía. Los semáforos automáticos se instalaron a partir de 1927 y contribuyeron de manera decisiva a la masiva motorización de los Estados Unidos.
Finalmente, vendió sus derechos a la empresa General Electric por 40.000 dólares, una cantidad considerable para la época. Su gran contribución a la seguridad en el tránsito no fue olvidada y hasta el presente no dejan de realizarse homenajes a este gran técnico e inventor que, pese a sus muy humildes orígenes, estudió y trabajó con firmeza para dejar un legado de gran importancia para la humanidad. Falleció el 27 de agosto de 1963 en su querida ciudad de Cleveland.