Recuerdos del Mercedes 600 Pullman

Mercedes estrenó este año, en el Salón de Ginebra, la versión XXL del modelo, que siempre sorprende. Un recorrido por su historia. Galería de fotos

Redacción Parabrisas

Por Thomas Geiger (dpa)

Los fotógrafos abren sus gran angulares y todos quieren echar un vistazo al fondo: cada vez que Mercedes presenta un nuevo Pullman siempre se repiten las mismas escenas.

Eso sucedió este año en el Salón de Ginebra, cuando se estrenó la versión XXL de 6,49 metros de largo de la Clase S. Pero viajemos a la Feria de Fráncfort de 1963, donde comenzó la historia de la limusina de Estado. Como vehículo de representación, el modelo debía "eclipsar todo lo que existía en el mundo en el segmento de limusinas lujosas para los clientes ambiciosos", se lee en una crónica de Mercedes de aquella época.

Y el 600 Pullman cumplió con su misión en el estreno: ningún otro modelo fue más fotografiado en la feria de Fráncfort que el buque insignia de la marca de Stuttgart. Mientras los visitantes observaban con detalle, ya llegaban del resto del mundo los primeros pedidos. Gobiernos y casas reales, supermillonarios, sultanes y estrellas del espectáculo: todos querían comprar el auto, la respuesta alemana a Rolls-Royce y Bentley.

Ya la limusina normal con 5,54 metros era un símbolo de estatus, pero se convirtió realmente en vehículo de Estado cuando en su versión Pullman alargó en 70 centímetros la distancia entre ejes y se añadió un tercer banco de asientos para responsables de protocolo o intérpretes.

Además, pocos vehículos tenían una carrocería tan pomposa. "El Pullman no era ni más ni menos que el mejor auto de su época", dice Peter Schellhammer, responsable de la inspección del vehículo durante los casi diez años en los que se produjo y evolucionó cada vez con más detalles.

Pese a que apenas se veía en la calle (en casi 20 años se produjeron sólo 2.677 ejemplares, entre ellos 428 Pullman), en la televisión era un modelo común: no había noticiero que informara de un gobierno que no lo mostrara, aunque fuera en un plano lejano.

Además, con 100 días de trabajo a mano Mercedes era capaz de convertirlo en cabrio ideal para los desfiles. Hasta el Papa lo usó en su versión abierta.

En tanto, para su uso en el servicio diplomático Mercedes equipó el 600 con una tecnología que no existía en ningún otro modelo de la marca, recuerda Schellhammer, que no piensa sólo en la ventana que separaba al chofer de los pasajeros, el intercomunicador o el mueble bar, sino también en la caja de cambios especial. El motor V8 de 6,3 litros con 250 caballos posibilitaba, por un lado, una velocidad máxima de 207 km/h, impresionante para la época; pero por otro, el Pullman tenía que circular durante horas muy despacio en los desfiles.

Otra peculiaridad: para que los políticos tuvieran un aspecto saludable en las fotos que tomaba la prensa, el fondo se iluminaba en naranja.

Schellhammer ha hecho inspecciones y reparaciones del modelo en todos los rincones del mundo. Incluso después de jubilarse viajaba cuando sus viejos tesoros tenían algún achaque.

Especialmente llamativo es el sistema hidráulico, dice el portavoz de Mercedes-Classic, René Olma. Donde hoy los motores eléctricos asumen la mayor parte de las funciones de confort, antes se activaban conductos de alta presión. En lugar de un zumbido se escucha simplemente un siseo cuando se abren las ventanillas, se cierra la mampara separadora o las puertas. El sistema era fascinante, pero presentaba problemas si el uso no era muy habitual.

En las tres últimas décadas, Mercedes ha restaurado cerca de 40 ejemplares del 600, asegura Olma, entre ellos 15 Pullman. Se perfeccionan tanto que luego parecen vehículos completamente nuevos. "Un arreglo de ese tipo dura hasta dos años y puede costar 700.000 euros (741.463 dólares)", revela Olma.

Para hacerse con el clásico no sólo se necesita una buena cantidad de dinero, sino sobre todo mucha suerte. "Más de la mitad de los Pullman no sobrevivieron", dice Olma.

En comparación con su más reciente sucesor, la limusina de lujo era casi una ganga si la comparamos con otros vehículos similares actuales, ya que sólo el equipo de sonido cuesta ahora 25.000 euros, casi tanto como entonces todo el auto.

Con un precio base de 500.000 euros, el último Pullman es el Mercedes más caro de todos los tiempos. También eso es una tradición en este modelo.

FUENTE: dpa

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