Renault Espace: entre el espacio y el tiempo

Los fanáticos lo ven como un "adelantado a su época". Qué atributos tenía el modelo original y cómo es la quinta generación lanzada por la automotriz. Galería de fotos

Redacción Parabrisas

Por Thomas Geiger (dpa)

¿Qué tienen en común la nave espacial Enterprise y el Renault Espace? Ambos fueron unos adelantados a su tiempo. Tan futurista como les parecían entonces a los espectadores las aventuras del capitán Kirk les resultó a los conductores la gran limusina llegada de Francia y presentada en el Salón del Automóvil de Ginebra en marzo de 1984.

Aunque por entonces ya existía el Volkswagen Bus, los estadounidenses tenían el Chrysler Voyager y los japoneses, el Nissan Prairie, "uno era una furgoneta y los otros, rarezas apenas conocidas para ir de vacaciones", dice Michael Fischer, experto de Renault y propietario de un Espace.

Lo que hizo especial el Espace para Fischer fue su inmenso espacio: con sus 4,25 metros apenas era más largo que un Volkswagen Golf, pero gracias a los cockpits echados hacia delante, las lunas planas y el suelo llano hacía que en comparación pareciera un bus gigante.

En él cabían todos los instrumentos deportivos que la sociedad del entretenimiento acababa de descubrir. "Abrías el baúl, metías la bicicleta y al campo. ¿Con qué auto podías hacer eso?", recuerda Fischer las sensaciones que se lograban con un Espace, al tiempo que agrega: "Autos para vivir. Nunca un eslogan se correspondió mejor a una marca y un modelo como aquel de entonces a Renault y al Espace".

La "nave" podía sorprender con varios detalles curiosos. Por ejemplo, entonces el mando a distancia para el cierre de las puertas causó sensación. Mesas abatibles y lámparas para leer en los reposabrazos fueron auténticas novedades hace 30 años. Y cuando Mercedes celebró la revolución de los asientos delanteros que se giran en el prototipo futurista F 015, en Renault se reían: en el Espace no sólo se podían ajustar los asientos del fondo de forma individual como uno quería, sino que los dos asientos delanteros podían darse la vuelta hacia atrás.

Pero el Espace fue tan exótico que le costó ser aceptado: sólo hubo nueve pedidos el primer mes y 5.923 el primer año. Lo bueno se hace esperar, comenta Fischer, al que la estadística termina por darle la razón: un año antes del primer cambio de modelo en 1991, las ventas de la primera generación alcanzaron su máximo con 191.674 unidades. Desde entonces, han pasado cuatro generaciones y se han vendido cerca de 1,5 millones de vehículos.

Hoy en día ya nadie se gira sorprendido a mirar un Espace, que sufre la erosión del segmento de las vans grandes. Ahora sólo parecen interesar los monovolúmenes y los modelos crossover. Por ello, imitadores del Espace como el Toyota Previa o el Peugeot 807 desaparecieron sin que nada los sucediera, camino que parece que seguirá el Volkswagen Sharan.

Renault ha renovado por ello su "programa espacial" y lo mantiene en su paleta de modelos. "Era para nosotros demasiado importante como para renunciar a él", dice el diseñador jefe de la marca, Laurens van den Acker, que ha cruzado el Espace con un todoterreno. Ahora ya no se habla de nave espacial, sino que Van den Acker prefiere compararlo con un tren de alta velocidad.

Pero no sólo por forma y filosofía avanza el Espace un cambio de tendencia. Tampoco el motor es lo que fue. "Dirigido para el segmento superior, el Espace siempre tuvo motores grandes y potentes", dice Fischer en referencia a los propulsores de seis cilindros. El modelo en serie más potente tenía un motor de 3,5 litros con 241 caballos. La marca francesa hasta empleó uno de diez cilindros con cerca de 810 caballos de un coche de Fórmula 1. "Ahora, en cambio, el Espace es un ejemplo de la tendencia al downsizing y como máximo usa un motor de 1,6 litros", dice Fischer.

A él le gusta, sin embargo, el V6 de su vehículo, de los que no quedan muchos. Aceptado como una pieza de colección por los fans de Renault y roído por el paso del tiempo, es difícil encontrar uno de los primeros Espace en el mercado de vehículos usados. El óxido no es un problema grave en una carrocería hecha principalmente de plástico sobre un armazón de acero galvanizado muy resistente.

También la construcción fue impecable: "Matra, socia de Renault, construía entonces autos de carreras y aviones y desarrolló con mucho detalle el Espace". En la producción sí que hubo algunos problemas. Por todo ello hay que buscar con detenimiento para encontrar un Espace de los años 80.

Si no, siempre se puede mirar a la quinta generación, con la que Renault quiere atraer clientes a costa de los viejos. "Lo miraré, pero me cuesta imaginar que lo compre inmediatamente", dice el aficionado Fischer, evocando de forma involuntaria el escepticismo que despertó el revolucionario modelo de 1984. "Siempre se necesitó un poco de tiempo para compender un Espace", finaliza.

FUENTE: dpa

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