Ganó Jair Bolsonaro: ¿adiós Mercosur?

En un clima político revolucionado y con unos resultados electorales sorprendentes, el principal aliado comercial de nuestro país muestra una inestabilidad económica preocupante.

Redacción Parabrisas

La contundente victoria por parte de Jair Bolsonaro en la primera vuelta y ahora de forma definitiva en el ballotage preocupa y alarma a muchos. 

El ultraderechista sacó un increíble 55,1% de adhesión popular, lo que lo coloca en una situación inmejorable desde el punto de vista político. En tanto su rival electoral, Fernando Haddad, obtuvo un nada despreciable 44,9%. Volumen sumamente significativo de votos, pero que en la práctica no sirve de mucho. 

Habiendo seleccionado a un ministro de economía como Paulo Guedes, con una inclinación liberal muy marcada y mostrándose él como proteccionista en ciertos aspectos, crea confusión e incertidumbre en un mercado que no necesita de estos factores. 

A esto hay que sumar ciertos anuncios con tintes extremistas que no aportan nada. 

“Necesitamos liberarnos de las amarras del Mercosur y avanzar hacia el bilateralismo. Brasil tiene autonomía para hacer comercio con todo el mundo” 

Declaraciones como estas, ponen en alerta a las terminales locales que son realmente muy dependientes del mercado brasileño.

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Hoy en día las plantas que producen automotores en Argentina exportan más vehículos de los que destinan al mercado interno. De esas exportaciones, la mayoría son destinadas a Brasil. 

Este consumo de autos argentinos por parte de los brasileros, se ve favorecido por el Mercosur, el cual garantiza beneficios aduaneros muy importantes. Si estos beneficios no existiesen, los vehículos fabricados aquí perderían competitividad en dicho mercado. 

De allí las preocupaciones inherentes a la cuestión. 

Por otra parte, si la economía de Brasil se torna completamente liberal, como desea el futuro ministro de economía Paulo Guedes, las perspectivas tampoco serán demasiado alentadoras. 

A pesar de que su industria goza de buenos volúmenes, en términos generales no se encuentra en condiciones de competir con productos importados de alta calidad a igualdad de precios. 

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La apertura es una posibilidad muy loable, pero si los factores son los indicados. 

El caso de China se puede tomar como ejemplo claro de ello, ya que hace relativamente poco tiempo abrió su mercado, pero en condiciones completamente diferentes: Con una industria consolidada apoyada en capitales de origen local y productos más que aceptables. 

Recién en ese punto tomaron la decisión de abrirse al mercado internacional. De allí que vemos la “oleada” de marcas chinas y la “guerra” comercial declarada contra EEUU. 

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La apertura económica en un mercado que no está preparado para ello suele tener consecuencias devastadoras en el mediano plazo. 

En principio se comenzarán a vender más productos importados, lo que implica un descenso en las ventas de mercancía de origen local. Esto con el tiempo llevará a las industrias radicadas en Brasil a tener que reducir personal de forma indefectible, lo que implica que habrá más desempleo y por consiguiente menor consumo. 

Este último resultado será de los que más afecte a nuestra economía, ya que como dijimos, gran parte de nuestra industria automotriz es sumamente dependiente de las ventas realizadas en Brasil. 

Esta mirada que puede parecer superficial, está respaldada en hechos históricos. Sin ir más lejos y salvando las diferencias, nuestro país cayó en un liberalismo prematuro durante la década de los noventa, lo que dio como resultado una desindustrialización dramática, una tremenda caída del empleo y culminó en una recesión económica muy fuerte a finales de 2001. 

El panorama es claramente poco alentador, tanto para argentinos como para brasileños. Lo cierto es que el paso del tiempo será el único que determine el futuro de nuestra temblorosa economía regional. 

Prepararse para el impacto puede sonar tremendista, pero la frase “mejor prevenir que curar” fue siempre acertada.