Impericia y falta de controles

Las pericias señalan al chofer como responsable, aunque el ómnibus tampoco contaba con habilitación para realizar el viaje. Los caminos de montaña, traicioneros, exigen mayor atención que las rutas tradicionales. Galería de fotos

Redacción Parabrisas

Ayer domingo, la noticia sacudió a la opinión pública. Un ómnibus volcó en la Cuesta de los Terneros, ubicada en la ruta 144 en el departamento de San Rafael, Mendoza. El hecho dejó al menos un saldo de 15 víctimas fatales otras 23 heridas. En su gran mayoría, bailarines menores de edad del Soul Dance Studio de la localidad bonaerense de Gran Bourg, quienes regresaban de Malargüe luego de realizar una visita turística por esa zona.

Del lamentable suceso se desprenden, inexorablemente, un cúmulo de interrogantes: ¿fue un accidente? ¿se pudo evitar? ¿estaba en condiciones el micro? ...

Con el correr de las horas, las distintas pericias que se están realizando en el lugar de los hechos se ocuparán de dar respuestas entre tanta incertidumbre.

Sin embargo, hay datos que ya fueron oficializados por la Comisión Nacional de Regulación de Transporte. Desde este organismo informaron que el micro con patente EEZ673 no estaba en regla para realizar este tipo de viajes: había sido dado de baja el 12 de diciembre de 2016. Asimismo, las primeras pericias indican que el micro viajaba a 70 kilómetros por hora, cuando la máxima era de 40 km/h.

Esta información deja en evidencia la falta de control: no basta con las cámaras de fotomultas o montar “mega operativos” en las rutas durante la temporada de verano. Más allá de eso, el lamentable siniestro también saca a la luz la impericia de muchos conductores en determinados escenarios, en este caso, en una zona plagada de faldeos que suelen mostrar repentinas y diferentes condiciones de adherencia. Muchas veces la escasa visibilidad dificulta los sobrepasos y las pendientes en bajada pueden derivar en frenadas insuficientes.

A continuación, reproducimos la columna de nuestro columnista Jorge Omar del Río (experimentado piloto de carrera y triple campeón de TC2000) publicada en la edición nº 461 de Parabrisas, correspondiente al mes de marzo de 2017, donde se refiere a cómo actuar en zonas como las de la tragedia.

A no confiarse

Lamentablemente, en algunos casos, esto termina produciendo situaciones que no solo arruinan el viaje de vacaciones, sino que producen consecuencias muy desagradables para la vida de esas personas. En las escuelas de manejo avanzado tratamos en detalle todos los aspectos que influyen en estos casos y pueden afectar la seguridad de los conductores y sus familias.

Solemos hablar especialmente acerca de la circulación por caminos sinuosos o de montaña, ya que, además de los riesgos normales que involucran los viajes por todo tipo de rutas, se agrega el hecho de transitar por caminos no habituales. Cuando se trata de caminos de montaña es importante que se adopten actitudes y técnicas de manejo que permitan disminuir la posibilidad de ponerse en riesgo ante las variables que se presentan.

En primer lugar, es importante que el conductor ajuste la velocidad de circulación a la realidad que presenten las condiciones climáticas y del camino en cada caso, ya que en muchas zonas éstas pueden variar bruscamente en pocos metros.

Las zonas de montaña tienen microclimas, entonces es frecuente que aparezcan cambios que modifiquen la adherencia y afecten las condiciones de circulación.

Hay zonas en las que se producen chubascos intensos y pocos kilómetros antes o después el camino estaba seco. Lo mismo ocurre en las zonas frías, donde a un camino seco puede sucederlo un tramo con nieve o hielo y luego volver al estado anterior.

Todo cambia

También es bueno tener en cuenta los efectos de la topografía cambiante. Allí se encontrarán pendientes en subida o en bajada, habrá curvas de retome muy cerradas y también tramos sinuosos siguiendo el faldeo de la montaña, en muchos casos sin la posibilidad de ver cómo sigue el camino hacia adelante.

Para enfrentar todo esto con menos riesgos es importante ir anticipando las maniobras a realizar. Poner la atención de la vista bien lejos y, sobre la base de esa información, decidir con tiempo cual puede ser la velocidad más conveniente. Así se podrá evitar de iniciar un sobrepaso si la pendiente o una curva no permiten ver la presencia de otro vehículo de frente, o si de pronto aparece alguna novedad en el camino (un charco de agua, o una zona con barro, o nieve, etc.).

Cuando la pendiente o la montaña impidan ver la continuidad del camino, es importante reducir la velocidad antes de llegar al punto de última visión. Si no lo hace, luego puede ser tarde.

La mayoría de los accidentes ocurren porque los conductores se dejan sorprender por las circunstancias del camino o del tránsito y, en consecuencia, después se ven obligados a realizar maniobras de emergencia que, lamentablemente, no salen bien.

Más vale prevenir...

Sobre este aspecto es bueno comprender lo siguiente que en muchos casos resulta posible controlar un vehículo cuando comienza a deslizarse, o también dominarlo si por algún motivo hay que salir del camino principal, o ir a la banquina cuando existe; pero en la escuela hemos comprobado que la mayoría de los conductores no logra resolver esos momentos de la forma más adecuada.

Sin darse cuenta, realizan instintivamente maniobras que son las que causan la pérdida de control del vehículo y por ese motivo se producen muchos siniestros que podrían no haber ocurrido.

Lamentablemente, cuando esto ocurre, suelen ser los de peores consecuencias como son los choques frontales o los vuelcos saliendo del camino.

Insistimos en que es fundamental aprender a circular manteniéndose lejos de esas situaciones y para ello el conductor puede adoptar fácilmente varias actitudes preventivas.

Que conviene hacer

Cuando se vaya acercando al último punto del camino en el que que pueda ver claramente, disminuya paulatinamente la velocidad hasta enterarse por donde tiene que seguir y percibir la posible presencia de trafico por la mano contraria, o en la propia.

Si la bajada es muy prolongada, vaya aplicando suavemente los frenos en varias oportunidades por tramos cortos, para impedir que la velocidad aumente.

No espere a hacer una última frenada brusca antes de llegar al final de la pendiente. Cuanto más pesado sea el vehículo que conduce, más hay que tener en cuenta este último punto.

Si la bajada no es muy larga o su vehículo es liviano, puede ser suficiente con no apretar el acelerador durante el descenso. Si trae el cambio correcto colocado (una marcha corta, como la que usaría para subir la misma pendiente) el motor evitará que aumente mucho la velocidad. Esto es muy importante en caminos de baja adherencia, ya que le permitirá mantener un buen control del vehículo sin riesgos de que las ruedas patinen o se bloqueen.

En los caminos asfaltados evitará llegar al final de las pendientes con velocidades excesivas que deriven en situaciones complicadas al enfrentar la primera curva soportando toda la inercia producida por el peso del vehículo y la velocidad que trae.

En general, una buena elección del cambio de marcha utilizado, mejorará el control del automóvil en todo momento. Un cambio demasiado corto facilitará que patine o pierda tracción además de producir reacciones más bruscas cuando presione el acelerador. Por el contrario, un cambio muy largo no le dará la reacción necesaria en muchos casos y en las bajadas aumentará la exigencia a los frenos y los riesgos en el ingreso a la primer curva después de la pendiente ya que es posible no percibir que se esta aproximando mas rápido de lo conveniente.

Cuidado al pasar

En el caso de las pendientes en subida, el mayor riesgo suele producirse al intentar los adelantamientos a vehículos más lentos. No pierda la paciencia. Asegúrese de no iniciar una maniobra para la cual no tenga suficiente espacio visual. Es imprescindible que el sobrepaso finalice antes de llegar a la cima de la pendiente, o al tramo recto previo al ingreso de la próxima curva.

Recuerde que además de cualquier sorpresa en el estado del piso, puede encontrar otro vehículo viniendo de frente que viene con la misma sensación de seguridad y tal vez se encuentren en el lugar inadecuado. En este sentido es muy útil, cada vez que la topografía lo permita, tratar de ver a la distancia la ubicación del tránsito que viene por la mano contraria, de manera de anticipar cuando puede ocurrir el cruce y eventualmente tratar de que se produzca en un tramo recto para reducir dificultades.

Eso también permite conocer con más anticipación por donde habrá que circular y evitar que la continuidad del camino lo sorprenda. Extreme las precauciones en las bajadas, ya que en esos momentos la propia inercia del peso del vehículo vuelve muy difícil controlarlo si pierde la adherencia al piso. Así puede desencadenarse un accidente muy serio, aunque la velocidad de circulación sea baja.

En las trepadas, las consecuencias pueden ser menores: tal vez se quede encajado, o sin tracción para seguir subiendo.

Resumiendo

Como concepto general, entonces, podemos remarcar que es fundamental adaptar permanentemente la velocidad de circulación antes de que se cree el problema.

Para decidir al respecto, simplemente hay que reconocer el espacio visual disponible y el estado del camino por el cual habrá que transitar más adelante. Aplicando constantemente estos conceptos evitará tomar riesgos innecesarios, y podrá finalizar su viaje sin inconvenientes.

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