Más que un medio de transporte, el vehículo presidencial francés es símbolo, representación y comunicación. En él se proyecta la imagen de la República: la elegancia sobria, la tecnología nacional, la fortaleza institucional.
Desde hace más de medio siglo —desde el Peugeot 604 de Valéry Giscard d’Estaing hasta el actual Peugeot 5008 de Emmanuel Macron— la marca del león ha sido protagonista silenciosa del protocolo del poder.
El vínculo entre Peugeot y el Elíseo tiene raíces profundas. En 1921, el presidente Alexandre Millerand se desplazaba en un Peugeot Type 156, primer modelo fabricado en Sochaux y emblema de la ingeniería francesa de entreguerras.
Con su motor de seis cilindros y casi seis litros, aquel imponente vehículo inauguró una relación entre la República y Peugeot que se extendería durante un siglo.
Décadas más tarde, Valéry Giscard d’Estaing, apasionado por la conducción y la modernidad, eligió el Peugeot 604 como estandarte de su presidencia. Fue él quien introdujo un gesto de ruptura: abandonar el tradicional negro por un elegante verde “moss green”.
Durante su mandato, el Elíseo incorporó cuatro unidades del 604, entre ellas una versión limusina presidencial diseñada por Heuliez, con interior lujoso y techo de vinilo. Un quinto proyecto, una versión “landaulet” con techo descapotable, fue descartado por motivos de protocolo, aunque una unidad terminó en manos del presidente de Níger.
En 1991, François Mitterrand optó por un Peugeot 605 alargado y blindado por la firma Labbé —antecesora de Centigon—. Equipado con motor V6 y acero de alta resistencia, pesaba 2.500 kilos y estaba preparado para recibir a figuras internacionales como Mijaíl Gorbachov, Hosni Mubarak o el Papa Juan Pablo II.
El cambio de siglo trajo nuevos estilos. Durante el mandato de Jacques Chirac, los Peugeot 607 se convirtieron en la cara visible del parque automotor del Elíseo.
En 2007, la asunción de Nicolas Sarkozy marcó un hito visual con el espectacular Peugeot 607 Paladine, un concept car transformado en limusina “landaulet” con techo retráctil de acero y cristal. Realizado por Heuliez y con un interior firmado por Hermès, el vehículo combinaba lujo artesanal y audacia tecnológica.
El 16 de mayo de 2007, Francia entera lo vio desfilar por los Campos Elíseos, aunque su corta autonomía —apenas seis litros de combustible— lo relegó luego al Museo Peugeot.
Finalmente, en la era contemporánea, Emmanuel Macron optó por un Peugeot 5008 blindado, discreto y moderno. Fabricado en Rennes y adaptado por Centigon, su configuración interior es un misterio: solo se sabe que las plazas traseras fueron rediseñadas y que el vehículo lleva las insignias presidenciales.
