El Festival de la Velocidad de Goodwood desde adentro

Parabrisas fue el único medio argentino en visitar el legendario evento automovilístico británico. Este año rindió tributo Gordon Murray, a seis décadas de la creación de su primer auto. Además, celebró el 75 aniversario del comienzo de la era moderna de la F1. Por Silvia Renée Arias (Especial desde Inglaterra.) Galería de fotos

Redacción Parabrisas

Todo se vistió este año de Fórmula 1 en la “subida” de 1,8 km en Goodwood (Goodwood Hillclimb), símbolo de una pasión que desde 1993 atrae todos los veranos a más 150.000 personas durante tres días en West Sussex, al sur de Inglaterra, a poco más de una hora de viaje en auto desde Londres.

En el histórico predio del cual es propietario su organizador, Charles Gordon-Lennox, más conocido como “Lord March”, y en el que durante cinco días brilló el sol, volvieron a reunirse cientos de vehículos entre autos y motos. Pero esta edición, además de celebrar los 75 años de la era moderna de la F1 con muchos de los autos más exitosos de todos los tiempos, contó con un invitado de lujo: el sudafricano Gordon Murray, otra leyenda tan viva (en todo sentido), como el mismo Goodwood… 

El Festival de la Velocidad de Goodwood desde adentro
Nuestra enviada con el homenajeado de este año: Murray nos dijo conservar una estrecha y cálida relación con la Argentina a través del recuerdo de Carlos Reutemann.

Un genio llamado Gordon

Hace dos años, Gordon Murray –nacido en 1948 en el seno de una familia compuesta por cuatro integrantes que vivían en un dos ambientes alquilado– reunió a los miembros de su compañía Gordon Murray Automotive (GMA) para anunciarles que padecía cáncer de garganta, que iba a luchar por vencer la enfermedad y que contaba con ellos para seguir adelante a pesar de todo lo que pudiera pasar. 

Ahora, dos años más tarde de aquel diagnóstico, vemos salir a Murray (con una copa de vino en la mano y acompañado de su esposa) de Goodwood House, residencia de Lord March, durante los tres días del fin de semana del FOS, para ubicarse en el centro del parque delantero y apreciar a varias de sus creaciones desfilar ante él y un público que no deja de aplaudir mientras coloridos fuegos de artificio celebran el momento. 

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El BT44 de Murray de 1974 se distinguía por sus líneas claras y laterales inclinados que lo hacían mucho más futurístico que sus rivales, y más efectivo: con él, nuestro recordado Carlos Reutemann (cuyo nombre fue homenajeado en el BT44B) ganó ese año tres carreras.

Un gran merecido momento para un hombre que construyó en 1967 su primer auto –el IGM Ford T.1–, para correr en su nativa Sudáfrica mientras estudiaba ingeniería. Dos años después emigró al Reino Unido, consiguió un empleo en el departamento de diseño de Brabham, y a comienzos de 1973 el propietario de la marca, Bernie Ecclestone, dejó el destino del equipo técnico en sus manos. La autoconfianza y la pasión mitigaron los eventuales efectos negativos de una responsabilidad semejante: el joven ingeniero no podía dormir pensando en ir cada día a su trabajo. 

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Creador, entre muchos otros, de los Brabham que figuran entre los autos de carrera más exitosos de la historia de la F1, Murray también demostró en los años ochenta progresos que serían pioneros en términos de aerodinámica. Una larga historia de una las mentes más inspiradoras de la historia del automovilismo que continúa hoy día con la ya mencionada GMA, ubicada en Windlesham, Surrey: un espacio de alrededor de 25 hectáreas donde Murray construye sus T.50 Hypercars, además de albergar un centro de servicio, un estudio de diseño y oficinas donde se atesora su invaluable herencia tecnológica.

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