Vuelve el Ford GT40, la pesadilla de Ferrari

El deportivo nació como una venganza del estadounidense ante un negocio conjunto fallido. Ahora lo van a fabricar en serie. Galería de fotos

Redacción Parabrisas

Con alguien como Henry Ford mejor no pelearse. Lo comprobó Enzo Ferrari hace casi 50 años. El jefe del fabricante italiano de autos deportivos negoció en ese entonces la venta de su compañía con el estadounidense y luego canceló el acuerdo, lo que enojó a su fallido socio del otro lado del Atlántico.

Y se enojó tanto que le encargó a sus ingenieros que literalmente le devolvieran la jugada. "Démosles una verdadera paliza", fue la consigna con la que Ford lanzó el proyecto para un auto de carreras.

La jugada funcionó. Cuando en 1966 el Ford GT40 desarrollado especialmente para esta revancha se quedó con los tres lugares del podio en la legendaria carrera de Le Mans, el resto del mundo supo quién mandaba.

Ferrari y el resto de la elite europea de los autos deportivos quedaron destruidos, pero Ford festejó y, junto a él, 124 pilotos. Porque esa fue la cantidad de unidades GT que fabricó la compañía estadounidense entre 1964 y 1968, entre ellas 12 prototipos y 48 modelos de autos de carrera.

Los hombres de Henry Ford lograron cumplir exitosamente con el objetivo de revancha, aunque en última instancia no haya sido de ayuda para el estadounidense. Mientras Ferrari sigue siendo una de las marcas más codiciadas, Ford se convirtió en un fabricante en serie con poco potencial para maravillar al mercado, más allá del Mustang.

Ivan Bartholomeusz administra la flota de clásicos europeos de Ford en Inglaterra y tiene las llaves de los 107 Ford GT que aún se preservan. El hombre entusiasma a sus invitados sólo con la idea de prender el motor V8 de 4,7 litros.

Y no es una tarea fácil con un auto antiguo. Sin embargo, Bartholomeusz no tiene dificultades para encenderlo. Probablemente sea porque casi todos los fines de semana participa en algún festival de clásicos.

De toda formas, subirse al auto es un desafío. "Por algo se llama GT40", dice Bartholomeusz, y explica que se debe a su tamaño: 40 pulgadas son 102 centímetros, que son los que lo separan del suelo. Por eso el conductor debe agacharse para acomodarse detrás del volante. Primero hay que poner un pie en el asiento, luego levantar el otro por encima del umbral, dejarse arrastrar lentamente en el estrecho lugar y finalmente alejar la cabeza para que la puerta pueda cerrarse.

Pero una vez dentro se olvida todo el esfuerzo. El motor ruge tan fuerte que la piel de gallina se siente hasta en el tímpano.

El antiguo auto deportivo sigue pasando de 0 a 100 km/h en unos cinco segundos y su potencia de 340 CV permite que este auto liviano construido en aluminio y fibra de vidrio pueda alcanzar los 276 kilómetros por hora.

El que quiera experimentar alguna vez una vuelta en este auto tiene que tener amigos ricos e influyentes, una buena conexión con el señor Bartholomeusz o una chequera abultada. Realmente abultada.

En los años 60 el GT40 ya era un gusto caro, pero ahora es el auto antiguo estadounidense más caro de todos los tiempos. "Si se vende algún GT40 original, alcanza fácilmente un precio de cinco millones (de dólares)", aclara Bartholomeusz. Y si el auto tiene una historia detrás, fue manejado por algún piloto famoso o logró un par de victorias, entonces es prácticamente impagable. "Por ejemplo, un auto de Le Mans se vendió recientemente en 13 millones de dólares", relata Bartholomeusz, al tiempo que agrega: "Y eso fue hace un par de años".

Por eso, los corredores de todo el mundo aguzaron el oído cuando hace un año Ford develó un nuevo GT en el Salón de Detroit y confirmó a la vez su producción en serie.

El jefe de desarrollo Raj Nair dio algunos datos sobre el nuevo modelo: un motor V6-Turbo de 3,5 litros de cilindrada con una potencia de más de 600 CV. Además, habló de unos tres segundos de aceleración de 0 a 100 km/h.

Sólo hay un pequeño contratiempo: como la fábrica canadiense a la que se le encargó su producción sólo puede montar 250 autos por año, las primeras generaciones están totalmente agotadas.

FUENTE: Thomas Geiger (dpa)

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