Jeremy Rifkin

Consultor de jefes de estado y de empresas de todo el mundo, asesoró a Al Gore durante la administración Clinton. En su libro La economía del hidrógeno (2002) defiende la idea de un modelo económico basado en la producción de hidrógeno y su uso como energía alternativa.

Redacción Parabrisas

El mundo se encuentra en una gran crisis energética por la falta de los recursos, como el petróleo que, debido a su utilización durante los últimos cien años, ha dejado consecuencias muy desfavorables para el medio ambiente. La decadencia de la capa de ozono se debe a la elaboración de gases que producen el efecto invernadero, y gases tóxicos que alteran gravemente el ecosistema terrestre y al ser humano.

Jeremy Rifkin, nacido en 1943 en Denver, Colorado, Estados Unidos, es un notable y prestigioso investigador del impacto de los cambios científicos y tecnológicos en el medio ambiente así como en la economía, la fuerza de trabajo y en la sociedad. Este profesional, que se graduó con honores en la Universidad de Pennsylvania, es consultor de jefes de estado y de empresas de todo el mundo y, en particular, asesoró al vicepresidente Al Gore en la administración demócrata de Bill Clinton.

Rifkin sabe mucho acerca de la tecnología de los automóviles y de los combustibles que utilizan, y en su ya célebre libro La economía del hidrógeno (2002) defiende la idea de un modelo económico basado en la producción de hidrógeno y su uso como energía alternativa a los combustibles fósiles, principalmente en los autos y vehículos comerciales, teniendo en cuenta que ya circulan en el mundo mil millones de autos (un billón). El primer lugar lo ocupa Estados Unidos, con 240 millones (un auto por cada 1,2 habitantes), seguido por China, con 78 millones de unidades (un auto cada 17 habitantes).

Jeremy dice que asusta meditar que cada día se gasta en el mundo una energía equivalente a 210 millones de barriles de petróleo. Si los Estados Unidos, que por otro lado son responsables de la cuarta parte de las emisiones de dióxido de carbono en el planeta, tuvieran que producir todo el crudo que consumen, sólo tendrían yacimientos para cuatro años. Esta incontrastable verdad explica el porqué de las guerras que se están desarrollando en los principales países productores de petróleo de Oriente Medio y África.

Para Rifkin el hidrógeno es el fundamento de un futuro equilibrado y, aunque a diferencia del carbón o del petróleo, no es un recurso natural sino que hay que producirlo, resulta un excelente portador de energía siempre y cuando se lo produzca a partir de la electricidad que proceda de energías renovables. En este caso se efectúa una electrólisis que separa el hidrógeno y el oxígeno que forman el agua.

El investigador norteamericano hace referencia a los nuevos autos eléctricos con pilas de combustible que consumen hidrógeno como una de las más prometedoras soluciones al tema de la movilidad, porque estos vehículos son “cero emisiones”, dado que el subproducto del proceso químico es agua absolutamente pura.

El Honda FCX Clarity que se vende en los Estados Unidos y Japón, es el primer modelo eléctrico a pila de combustible de hidrógeno en ser homologado internacionalmente. También el nuevo Mercedes-Benz Clase B Fuel Cell empezará a ser producido en gran serie a partir de 2014.

Retornando a Honda, esta firma nipona ha apostado por las propuestas de Rifkin, la economía del hidrógeno, y considera a la pila de combustible como la tecnología del futuro inmediato, que sustituirá los sistemas híbridos que actualmente produce. Estaciones de servicio que proveen hidrógeno se están instalando a buen ritmo en Estados Unidos, Japón y Alemania. El Clarity alcanza los 160 km/h y tiene una autonomía de 640 kilómetros. Como complemento de energía incorpora, al igual que el Mercedes Clase B Fuel Cell, una batería de iones de litio.

Además del citado libro, Rifkin ha escrito otras obras de gran interés como Entropía: hacia el mundo invernadero y El siglo de la biotecnología. En la actualidad es presidente de la Foundation of Economic Trens, con sede en Washington, una fundación que estudia las tendencias económicas a partir de los avances en la ciencia y la tecnología.

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