Según diversas teorías del color, cada tonalidad transmite un mensaje particular: el rojo se asocia con la energía y la fuerza, el azul genera sensaciones de seguridad y serenidad, el amarillo remite al entusiasmo, el verde representa la exploración y el vínculo con el entorno natural, mientras que los tonos gris y negro se vinculan con el refinamiento y la sobriedad.
En un contexto en el que la personalización adquiere cada vez más relevancia, la conexión entre la elección del color de un vehículo y la identidad del conductor se mantiene vigente. Ford ha interpretado esta relación a lo largo del tiempo, desarrollando una amplia variedad de modelos y tonalidades pensadas para distintos perfiles de usuario.
En sus inicios, sin embargo, la marca priorizaba la eficiencia por sobre la diferenciación. Durante las primeras décadas del siglo XX, la producción estaba concentrada en el Modelo T, cuya fabricación respondía a criterios industriales estrictos.
La frase atribuida a Henry Ford, “Ofrecemos el Modelo T en cualquier color, siempre que sea negro”, resumía una estrategia orientada a la estandarización de procesos. Este enfoque contrastaría con las transformaciones que más tarde atravesaría la industria automotriz, donde el diseño y la personalización pasarían a ocupar un lugar central.
Con el paso del tiempo, el automóvil dejó de ser un simple medio de transporte para convertirse en una manifestación de la individualidad. Ford identificó esta tendencia y comenzó a adaptarse a ella.
Modelos como el Ford Thunderbird, especialmente en su versión en color rojo, marcaron un hito en esta evolución. Su diseño distintivo, con líneas aerodinámicas y la posibilidad de techo descapotable, lo posicionaron como símbolo de estilo y personalidad.
En los años 60, la aparición del Ford Mustang fortaleció esta idea: su presencia en el mercado representó un cambio cultural, al ofrecer múltiples variantes de colores y fomentar una experiencia de conducción que reflejara el carácter del usuario. Este modelo, concebido como un emblema de libertad y diferenciación, consolidó el lugar del automóvil como herramienta de autoexpresión.
Actualmente, esa tradición continúa. La séptima generación del Ford Mustang retoma el legado de la marca, ofreciendo 12 alternativas cromáticas que incluyen opciones novedosas como Azul Nébula y Amarillo Solar.
Este enfoque también se replica en modelos recientes como la Ford Maverick Híbrida 2025, disponible en colores que abarcan desde el Azul Eléctrico, que aporta un estilo contemporáneo, hasta tonalidades más clásicas como Blanco Espacial o Gris Niebla.