Marilyn Monroe y el Ford Thunderbird, grandes estrellas de su época

A 57 años de la muerte de la icónica artista, le rendimos nuestro homenaje recordando a su auto más conocido, que también fue un símbolo de la década del '50. Galería de fotos

Redacción Parabrisas

Este lunes 5 de agosto se cumplen 57 años del fallecimiento de Marilyn Monroe, legendaria actriz estadounidense a la que queremos homenajear a través del recuerdo de su automóvil más conocido: un Ford Thunderbird.

Marilyn compró el vehículo en 1955 y, según artículos de la época, lo usó en la ceremonia de boda con el dramaturgo Arthur Miller el año siguiente. La estrella conservó el auto durante siete años hasta dárselo como regalo de cumpleaños 18 a John Strasberg, hijo del director teatral Lee Strasberg, en 1962. La diva murió dos meses y medio después a los 36 años de edad.

Las últimas novedades que se tienen de este vehículo histórico de la artista hollywoodense datan del año pasado, cuando fue vendido por la casa de subastas Juliens, en Los Ángeles, Estados Unidos, por 490.000 dólares. Este precio es seis veces mayor al de un Thunderbird 1956 en perfecto estado, según la Hagerty Price Guide, tradicional guía de evaluación de autos clásicos británica.

La elección de este modelo por parte de la artista no fue casualidad, ya que ambos eran íconos de la época. La versión original del auto, estilo roadster, es el resultado del amor que tenían los norteamericanos por los deportivos europeos de dos plazas en los primeros años de la posguerra.

El primer prototipo tuvo su estreno en el Salón de Detroit de 1954 como respuesta al Chevrolet Corvette. La primera generación, lanzada comercialmente en octubre de ese año y fabricada hasta 1997, vendió más de 4,2 millones de unidades. En total, la marca del óvalo produjo doce generaciones de "T-Birds", incluidos los relanzamientos de 2002 y 2005.

El Thunderbird se destacaba tanto por el confort como por el rendimiento. Capaz de alcanzar una velocidad máxima de 180 km/h gracias a un motor V8 de 225 caballos, era una máquina poderosa en su tiempo. El sonido, igualmente potente, era acentuado por el sistema de doble escape.

También contaba con transmisión automática Ford-O-Matic, dirección hidráulica, cristales y asientos eléctricos y neumáticos de banda blanca. El interior lujoso en blanco y negro se cubría mediante una capota de lona convertible o un techo rígido removible.

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