Los hombres tenemos que aceptar, aunque vaya en contra de todas las ideas machistas, que se reiteran los datos que desde hace muchos años indican que la cantidad total de accidentes sufridos por mujeres es menor que la de los hombres. Años atrás estas informaciones eran cuestionadas con el argumento de que era menor el porcentaje de mujeres que conducía y, por lo tanto, resultaba lógico que la cantidad total de accidentes que provocaran fuera también menor. En la actualidad los porcentajes de conductores de ambos sexos se van igualando, y entonces conviene prestar atención a las cifras sin preconceptos. Estas indican que no solo es menor la cantidad de accidentes sufridos por las mujeres, sino también que son menores las consecuencias que esos accidentes producen.
Estos son datos muy interesantes y permiten sacar conclusiones, mucho más en la actualidad ya que, como decíamos, ha aumentado notablemente el porcentaje de mujeres que conducen vehículos diariamente y muchas lo hacen también en función de trabajo, a veces en tareas de mucha exigencia. Para comprobarlo basta con ver en el exterior, y ya en algunos casos esporádicos en nuestro país también, a mujeres que conducen vehículos de gran porte, como camiones de carga u ómnibus de pasajeros de ciudad o larga distancia. También ya es muy frecuente ver automóviles de alquiler conducidos por mujeres y vehiculos en los que circula una pareja pero que son manejados por la mujer.
En otras oportunidades hemos mencionado que es evidente que las nuevas generaciones van incorporando el manejo en forma más natural, y lo sienten como una actividad que no debe tener diferencia entre los sexos. La industria automotriz ha tomado muy en cuenta estos datos, y está fabricando vehículos que resulten atractivos y cómodos para las mujeres, especialmente en el caso de los utilitarios de gran porte que pueden ser conducidos casi sin esfuerzo físico, lo que los ha transformado en un éxito de ventas sorprendente. Entonces, aunque todavía perdura en muchos una íntima sensación que descalifica a las mujeres en general como conductoras de vehículos, será conveniente hacer buen uso de la información que presenta la realidad actual.
Edades
Para confirmar la validez de los datos podemos estimar que no solo los porcentajes de conductores ya pueden aceptarse en forma pareja, sino también el de la edad promedio de los distintos segmentos. Ya se ha instalado culturalmente el hecho de que las jóvenes necesitan aprender a conducir desde temprana edad, no solo para resolver los problemas de transporte, sino incluso, actualmente, por razones de seguridad. Por lo tanto no se trata de una comparación entre distintos rangos de edades, lo que sucedía antes cuando, en general, las mujeres llegaban a la conducción en su edad adulta y, a pesar de las dificultades de aprendizaje que eso significaba, tenían distintas actitudes justamente por las propias caracteristicas de la edad. Hoy en día podemos pensar que las destrezas y comportamientos de ambos sexos son comparables en todos los rangos de edad.
Nosotros tenemos clara evidencia de esto en la Escuela de Manejo Avanzado, donde sigue aumentando la cantidad de mujeres que toman los cursos. Y no solamente lo hacen como inquietud personal o de sus familias para que obtengan esa capacitación que les permita lograr mayor seguridad durante la conducción de vehículos. Con el mismo objetivo, se anotan mujeres que quieren prepararse para conducir en las condiciones más exigentes que les plantean las características del trabajo que desarrollan.
Tenemos contacto directo con conductores de ambos sexos, y a través de eso la oportunidad de comprobar las características de su manejo en varias circunstancias. Esto nos permite trazar un panorama con respecto a sus características como conductoras y, por tanto, entender mejor el mensaje que se transmite a través de las estadísticas que hemos mencionado. Pensamos que las cifras pueden estar originadas principalmente en una diferente actitud ante el manejo.
Precavidas
Las mujeres suelen ser menos propensas a buscar velocidades excesivas y también, salvo en contados casos, evitan cometer excesos en la utilización del vehículo, como aceleraciones o frenadas bruscas, o derrapes. También, y de alguna forma relacionado con lo anterior, parecen utilizar una actitud más prudente en cuanto a la circulación con el vehículo. Esto se refleja en un mejor cumplimiento de las reglamentaciones de tránsito y la utilización de velocidades de circulación a las que pocas veces exceden.
Es interesante ver que esto se aplica también en la primera franja de edades. Es decir, salvo contadas excepciones, las jóvenes muestran menos indicios de que se sientan atraídas por generar situaciones de riesgo o situaciones en las que deban enfrentar la posibilidad de perder el control del vehículo. Nuestra experiencia nos indica que, cuando tienen la oportunidad de capacitarse adecuadamente, logran controlar sus vehículos con mucha eficiencia aun en circunstancias complicadas.
Todas estas características, sin dudas, tienen mucho que ver con lo que muestran las estadísticas: las mujeres participan en menor cantidad de accidentes y con menores consecuencias. Paradójicamente, en contra de esto, hay que comentar que protagonizan una buena cantidad de accidentes de menor violencia, y especialmente en ámbitos urbanos. Tal vez esto se explique porque suelen mostrar facilidad para dispersar su atención con respecto al manejo en esos ámbitos. Esto se manifiesta especialmente al disminuir la atención al entorno de circulación, es decir todo lo que un conductor debe controlar antes de realizar sus maniobras. Tal vez por eso, en algunas ocasiones participan en incidentes o accidentes de consecuencias no muy graves, pero que podrían haberse evitado.
El uso de celulares, las conversaciones con acompañantes de viaje o, incluso, en algún caso extremo, el completar su arreglo personal durante la conducción son factores que inciden en la posibilidad de sufrir roces o impactos de variada intensidad durante su manejo en las ciudades.
Pero, en síntesis, si bien sería deseable que ellas pudieran mejorar estos aspectos (en muchos casos, como los celulares o las conversaciones personales, también son compartidos por los varones), sería bueno que tomáramos nota de lo que indican las estadísticas para conseguir una disminución de la cantidad de accidentes que sufrimos.
Es importante destacar que, más allá del concepto tradicional respecto a la posible mayor destreza conductiva que manifestamos tener, hay otros aspectos del manejo que disminuyen la posibilidad de protagonizar situaciones muy desagradables y dolorosas.
Siempre se dice que es posible aprender tanto de los aciertos como de los errores y, en este caso, más allá de todas las bromas, es posible analizar cuáles son las cosas que podemos cambiar para mejorar nuestra seguridad. Ojalá lo consigamos y que las próximas estadísticas sean más parejas, ya que en ese caso, indudablemente, será mejor para todos.