Aunque las cifras generales indican un leve descenso en los robos de vehículos en España, el fenómeno se transforma y presenta nuevas amenazas que no deben ser ignoradas. Según el último Balance de Criminalidad del Ministerio del Interior, durante el primer trimestre de 2025 se registraron 7.760 robos de coches, lo que representa una reducción del 3,2 por ciento respecto al mismo periodo del año anterior. Sin embargo, este dato positivo esconde tendencias preocupantes.
En efecto, según reveló Motor.es, las bandas organizadas no han desaparecido: simplemente han cambiado de zona. El crecimiento de los robos en comunidades tradicionalmente tranquilas como Navarra (+37,5 por ciento), Castilla y León (+11,7 por ciento), La Rioja (+9,5 por ciento) y el País Vasco (+6,8 por ciento) evidencia esta nueva dinámica. A pesar de ello, Cataluña (2.005 robos), la Comunidad de Madrid (1.670) y Andalucía (1.449) siguen siendo las regiones más afectadas en términos absolutos.
Uno de los momentos más delicados del año en cuanto a robo de autos es el verano. Las estadísticas oficiales muestran que los meses de julio, agosto y septiembre concentran picos delictivos superiores a la media. En el verano de 2024, por ejemplo, se robaron 8.568 vehículos, un 4 por ciento más que el promedio trimestral. Este patrón se ha repetido durante los últimos años, con aumentos de hasta el 6% en 2021.
El verano representa una temporada particularmente atractiva para las redes delictivas, que se focalizan en zonas turísticas. Las Islas Baleares encabezan el aumento con un preocupante 38 por ciento, seguidas por La Rioja (+13 por ciento) y Murcia (+11 por ciento). En contraste, en comunidades como Castilla y León, Aragón y Castilla-La Mancha se registraron descensos durante ese mismo periodo.
Pero no solo la ubicación geográfica influye. La evolución tecnológica de los vehículos ha abierto nuevas puertas a los delincuentes. Los autos más modernos, equipados con sistemas electrónicos avanzados, se han vuelto más vulnerables a robos sin señales visibles de fuerza.
Entre los métodos más empleados se encuentran los inhibidores, que alteran la señal de los sistemas de entrada y arranque sin llave. Usando dispositivos que interceptan y amplifican la señal de la llave, los ladrones pueden acceder y arrancar el coche sin necesidad de forzar cerraduras ni activar alarmas.
Otra técnica en auge afecta al el sistema de diagnóstico a bordo de los vehículos. Este puerto, pensado para facilitar tareas de mantenimiento, es vulnerado por dispositivos capaces de programar llaves nuevas o desactivar los sistemas de seguridad del vehículo en cuestión de segundos.



