Estimado ingeniero…

Redacción Parabrisas

En diversas oportunidades he escuchado la frase “este motor todavía está en ablande”, haciendo referencia a vehículos 0 km, con muy poco rodaje o con motor hecho a nuevo. A su vez, indica que estos motores en ablande no deben ser tratados muy gentilmente –por llamarlo de alguna manera–, de modo tal que es aconsejable tirar un rebaje (situación necesaria en ciertas circunstancias, sobre todo para el vehículo promedio de nuestro parque automotor) o no pasar determinada velocidad. En resumidas cuentas, quisiera saber cuánto tiene de cierto este tema y cuánto de mito, ya que estoy a punto de recibir mi primer 0 km y no quiero otra cosa sino darle el mejor trato posible, tal como acostumbro hacerlo.

Cabe destacar que evacuo con usted esta inquietud meramente por cuestiones informativas, ya que deseo ávidamente conocer más sobre el maravilloso mundo automotor. Hago esta aclaración porque tal vez se imagine que soy uno de los tanto “pilotos frustrados” que circulan por nuestras calles y, por ese motivo, no desee brindarme una respuesta. Lo considero una de las pocas personas de los medios que puede hablar con propiedad al respecto. Le envío un cordial saludo.

Ramiro Prieto

Aunque parezca mentira, los motores tiene cierto grado de “memoria” en lo que hace a las condiciones de manejo. Ello se debe a que, como toda máquina térmica, están sometidos a muy diferentes cantidades de calor y temperaturas, consecuentes de las situaciones de manejo, y a las cargas a que son sometidos. El calor y las consecuentes temperaturas afectan las dilataciones de los metales y características de los componentes del motor, e influyen en el asentamiento de la unidad. No es lo mismo el manejo urbano que el suburbano o en una ruta solitaria. No es lo mismo una unidad afectada a un taxímetro que la que usa la señora que lleva los chicos al colegio, o un viajante interprovincial. Moraleja: desde que lo retire de la concesionaria maneje su unidad como siempre lo ha hecho con otros vehículos, sin perdones y sin abusos; revise mientras conduce que los parámetros de indicaciones del motor se mantengan estables y cumpla rigurosamente con el service recomendado por el fabricante. Lo de “asentarlo a 80 km/h en una ruta” pertenece al pasado. El tratamiento que le indico es válido para motores nuevos provistos por una terminal; en cambio, los motores reparados total o parcialmente pueden estar sujetos a procesos de rectificación diferentes de los originales y a la colocación de componentes tampoco originales, en cuyo caso lo más prudente es ajustarse a las recomendaciones del rectificador.

Saludos y disfrute de su nueva unidad.

Tengo una camioneta Nissan NP300 y es hora de cambiarle las cubiertas; el rodado original es 195/R15, pero quiero colocarle algunas cubiertas más anchas y que tengan un poco más de altura. Me aconsejaron la 235/75 R15, pero no me siento seguro de hacerlo y tengo temor de perjudicar al vehículo. Agradeceré que me aconseje.

Ricardo Adrián Camiña

Mi posición sobre el cambio de componentes originales se mueve dentro de márgenes muy estrechos.

Respecto de su pregunta:

1º) Si altera la altura alterará el diámetro y, consecuentemente, la “pisada”; por lo tanto, las lecturas del velocímetro y del odómetros serán erróneas, lo que empeora cuanto más diámetro tengan las cubiertas.

2º) Al alterar la altura afectará la aerodinámica del vehículo, con un probable aumento de consumo en ruta y, dependiendo de la magnitud del aumento, afectará la estabilidad en situación de curvas o de vientos laterales. A todo esto se le suman las consecuencia que pueda tener una mayor deriva del neumático, si no se respetan las medidas del talón reemplazando también las llantas. Le recuerdo que una de las variables de calibración y puesta a punto de un vehículo es precisamente los neumáticos.

3º) El aumento en el diámetro, a igualdad de torque aplicado en el motor, provocará la disminución de la fuerza aplicada en el parche de contacto, afectando la capacidad de aceleración y de tracción de la unidad.

4º) Dependiendo de las dimensiones del neumático mayor es probable que la libertad de movimiento bajo todas condiciones de las ruedas en sus alojamientos (guardabarros) interfiera ante grandes desplazamientos de la suspensión o ante giros pronunciados.

5º) No me caben dudas de que la gente de Nissan estableció las dimensiones ideales de los neumáticos que equipan de origen a la unidad en cuestión. ¿Con qué autoridad técnica podemos avalar el cambio sin introducir otras modificaciones?

Podría seguir sumando argumentos, pero no quiero aburrirlo. Si le sirve de referencia, le comento que poseo una L200 de 1999 con la que he atravesado situaciones complicadas de off road, incluyendo barro, arena, ripio, piedra bola, nieve y ríos, de las que siempre salí indemne, amén de decenas de miles de kilómetros en ruta y en tránsito urbano/suburbano. Ya le he reemplazado los neumáticos en cuatro oportunidades y, si bien cambié de proveedores, jamás alteré las medidas originales, y no me arrepiento de ello, aun habiendo tenido que pagar en algún caso más dinero por las medidas originales que por neumáticos de otras dimensiones.

Piense muy bien antes de efectuar cualquier cambio, si dicho este obedece a razones estéticas, a recomendaciones no profesionales o simplemente a deseos de innovar. Si realmente decide hacer dicho cambio asesórese con un profesional serio, porque muy difícilmente se puede cambiar una sola cosa, y mucho menos en el sistema de suspensión/dirección/frenos.

Alguien podrá argumentar que las razones que expongo son propias de un cuadrado ingeniero cabeza dura que se niega a aceptar innovaciones, pero ante la alternativa de introducir un cambio en una unidad propia, además de mi seguridad, siempre pienso en la de quienes me acompañan y el entorno de vehículos, y por ello recomiendo el uso de componentes originales. Las terminales no son perfectas ni sus ingenieros dioses infalibles, pero acépteme que disponen de antecedentes, información y recursos gigantescos para diseñar, probar, hacer seguimientos de campo y verificar calidades. Si pese a todo ello en oportunidades se equivocan piense cuáles son las posibilidades de error de un aficionado. Realmente le agradezco que haya querido conocer mi opinión, la cual quizás no sea de su agrado, pero no tenga dudas de que es honesta.

Le mando un abrazo.

Soy estudiante de ingeniería de la facultad de Mar del Plata y me apasionan los motores. ¿Qué ingeniería estudió usted o qué hizo para abocarse a los motores y autos en general, que es lo que me gusta.

Aristide Listorti

El paso número uno es obtener tu diploma de ingeniero mecánico. El conocimiento en automotores debe ser en paralelo y por tu cuenta, posterior al título, o cursando en una universidad con una carrera dedicada. Estudié simultáneamente ingeniería mecánica e ingeniería electrónica y casi me recibí en la UBA. Digo “casi” porque, a causa de un desafortunado incidente debí abandonar esa universidad y empezar prácticamente de cero en la UTN.

Dado el tiempo “perdido” tuve que obtener un trabajo estable. Al igual que en tu caso mi pasión eran los autos y sus motores, y hacia allí apunté los cañones en lo laboral. Como estudiaba y trabajaba (en una terminal), me demandó tiempo y mucho esfuerzo recibirme, pero finalmente alcancé mi título de ingeniero mecánico. Amo a la UTN por la forma en que me recibió y formó. Todo había conspirado para que no me recibiera, pero con el apoyo de mi familia insistí y finalmente lo logré. Sabía que para poder avanzar necesitaba ese título. La escalera profesional se sube a partir del primer escalón, y en mecánica avanzada el primero es, sin duda, el conocimiento básico que te  brinda la universidad. En paralelo o posteriormente vendrá la práctica. Alcanzar el título de ingeniero en realidad solo acredita que podés leer, escribir y comunicarte en el idioma de la ingeniería, de la física, pero todavía te falta leer y asimilar toda la biblioteca de la práctica, a la que solo se puede acceder ejerciendo la profesión con intensidad.

La escalera del conocimiento se pierde en el infinito, y nunca se termina de aprender. En realidad, cuanto más aprendés más te das cuenta de todo lo que te falta y allí está justamente el secreto: en el desafío del conocimiento, en asomar la nariz en lo desconocido, en hacer las cosas cada vez mejor. Quizás “pasión” sea la palabra que define todo, y me imagino que debe ser igual para todas las profesiones, con o sin título, pero poniendo pasión por lo que hacemos.

Un buen dato es que la UTN de General Pacheco (Buenos Aires) inicia este año la especialidad de ingeniería automotriz, carrera auspiciada por VW y soportada por el Politécnico de Madrid.

Cada uno de nosotros somos los principales hacedores y responsables de nuestro futuro. Disculpame esta larga respuesta, te deseo lo mejor y quedo a tu disposición.

¿Es necesario que usted demuestre que está más que conforme con los productos Mercosur, cuando la realidad es que cada vez pierden más y más calidad? ¿Por qué nunca respondió a las preguntas sobre los ensayos de la Latin ncap? ¿Por qué defiende tanto a las terminales del Mercosur que no se preocupan por la seguridad de quienes compramos la entrada de gama haciéndonos creer que la ganancia está en la alta gama, cuando sabemos que la entrada de gama ya amortizada es la que deja ganancia por su volumen? ¿Cuándo perdió la objetividad que tanto lo caracterizaba? Conteste, por favor: usted es un comunicador y tiene la responsabilidad de hacerlo.

Pablo Piquard (comentario posteado en un artículo en la página web www.parabrisas.com.ar)

¿Mientras yo opine igual que usted soy objetivo y cuando difiero dejo de serlo? Cuando leo mails en el tono del suyo trato de no responderlos. Lamentablemente, el ser un expositor público tiene, entre otros riesgos, la posibilidad de ser agredido directa o indirectamente por personas a las que uno no conoce, que no sabe si están mentalmente equilibradas, que no conoce su nivel educativo, no sabe si está pasando por un mal momento, si se peleó con su esposa y recurre a la terapia del mail, etc. Son personas que, con una autoridad e información otorgada Dios sabe por quién, se creen en el derecho de juzgar y condenar, o por lo menos de agredir públicamente a quien les brinda su opinión sincera y gratuita. Su mail es agraviante: de manera subyacente me insulta dando a entender inconfesables motivos por los cuales yo opino de una forma, o bien me “niego” a opinar, y eso no se lo puedo dejar pasar.

Trato de eludir estas discusiones recordando a mi padre (y mi gran amigo) que siempre me decía que no se debe participar en una discusión estúpida, porque, si pasa un tercero y mira a quienes están discutiendo, muy probablemente no sepa identificar quién es realmente el estúpido. Si yo muestro agrado por los productos del Mercosur lo hago por varias razones: la primera es porque tengo razones técnicas e históricas para afirmarlo; la segunda, porque la mayor parte de mi vida la he dedicado al mundo de los automotores participando directamente dentro de él; la tercera, porque tengo los medios de difusión como para poder hacerlo; y la cuarta, porque se me viene en gana hacerlo, ya que heredé una profunda vocación docente. Porque si usted piensa que hago fortunas diciendo o callando, o que esto es mi medio de vida, está absolutamente equivocado. Si a veces no respondo una determinada pregunta es porque no dispongo de la información suficiente o porque la que tengo no me merece confianza. Trato hacer las cosas de la mejor forma posible y créame que, si tengo noches de insomnio, es por los problemas que a todos nos aquejan a diario y no porque hice, dije o comuniqué algo reñido con la ética y las buenas costumbres profesionales. Usted me agravió públicamente y no me deja otra alternativa que responderle de la misma forma. Lamento haber desperdiciado espacio de esta columna que podría haber contenido conceptos de utilidad para todos los lectores antes que para responder al agravio de uno solo.

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