Test: Chevrolet Spin Diesel

La casa del moño dorado apuesta ahora al Diesel en su monovolumen familiar presentado el año pasado con motor naftero. Con un excelente rendimiento se postula como una clara alternativa para los que usan intensivamente este tipo de vehículos. Lo manejamos a manera de anticipo. Galería de fotos. Galería de fotos

Redacción Parabrisas

Quien sabe de antemano que va a recorrer muchos kilómetros, ya sea en ciudad, en ruta o en ambas, y además valora un buen espacio interior y de carga, cuenta con esta nueva motorización del Spin como una de las pocas alternativas “al alcance del bolsillo”, ya que el recién llegado cumple con todas esas premisas.

Decimos que esta es una propuesta exclusiva, ya que con la desaparición del Volkswagen Suran 1.9 Diesel, el mercado argentino dejó de contar con autos Diesel en el segmento de los monovolúmenes compactos. Bien sabido es que como Brasil, nuestro principal socio comercial, no consume este tipo de motorización en vehículos particulares y tampoco los fabrica, la mayoría de los impulsores proviene de extrazona con el costo que ello implica. De esta manera son las terminales locales las que absorben la diferencia para que los precios no se disparen. Por eso, por el bien del rendimiento y de la autonomía celebramos la llegada de esta nueva versión.

La gama Spin queda conformada ahora por seis variantes, a saber: naftera LT de 5 pasajeros; naftera LTZ de 5 y 7 pasajeros, manual; naftera LTZ de 7 pasajeros, automática; Diesel LTZ de 5 y 7 pasajeros, ambas de caja manual.

Motor

De origen europeo, este impulsor turbodiésel de 1.248 cm3 es fabricado por GM Powertrain y utilizado en el Viejo Continente por los Aveo NB y HB (Sonic en Argentina), con la misma cilindrada que también tienen varios modelos de Fiat bajo la sigla JTD. Esto se debe a que es resultado de un pasado “joint venture” entre ambas compañías.

Dotado de tecnología turbo de inyección directa, este pequeño impulsor consigue 75 CV de potencia obtenidos a las 4.000 rpm y un torque de 19,4 kgm, ya a las 1.750 vueltas. Con dichos valores alcanza una velocidad máxima de 155,6 km/h y una aceleración de 0 a 100 en modestos 15,3 segundos. Tales resultados nos hablan de un vehículo al que no se le puede pedir un comportamiento deportivo, pero llevándolo en la marcha adecuada para mantener el motor arriba de las 2.000 vueltas, se puede desplazar con suficiente agilidad, especialmente si no se llega a la carga máxima con los cinco pasajeros y el baúl completo.

Lea la nota completa en la edición nº 413 (marzo de 2013) de la revista Parabrisas.

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