El deportivo que llegó del Lejano Oriente

El Nissan 300 ZX Twin-Turbo nació hace 25 años, pero dejó de fabricarse en 1999. Una rareza en Japón, país con poca tradición en deportivos. Un repaso por su historia. Galería de fotos

Redacción Parabrisas

Construyen autos pequeños fiables, llenan el mercado con berlinas del segmento medio y son los primeros en lanzarse a la moda de los SUV. Desde comienzo de los años 90, los fabricantes japoneses son protagonistas en todos los segmentos de la industria automotriz. Sólo faltan, quizás, entre los deportivos. Los mejores modelos siempre llegan tradicionalmente de Europa, sobre todo de Italia, o de los Estados Unidos.

Pocos pueden creer que se puedan construir deportivos en un país como Japón donde la velocidad máxima es 120 km/h y los conductores pasan la mayor parte del tiempo en embotellamientos. Pero guiados por Ferrari y compañía, también los hubo y los hay en el lejano Oriente. Junto al Toyota Supra, el Honda NSX o el Mitsubishi 3000 GT destaca, sobre todo, el Nissan 300 ZX Twin-Turbo, que nació hace 25 años.

Y llamó la atención literalmente, ya que en cuanto arranca el 300 ZX, se oye un estruendo impropio de los comedidos japoneses. El motor V6 con ayuda de dos turbos alcanza los 283 caballos con tres litros, algo que hoy logra cualquier berlina del segmento medio. Pero en tiempos en los que un Porsche 911 llegaba a 250 caballos y un Corvette, a los 230, era todo un desafío.

Sobre todo porque el potente motor se combinaba con una nueva suspensión que le daba una gran estabilidad. Así, el vehículo de 1,7 toneladas no sólo es rápido en las rectas -acelera de cero a 100 km/h y alcanza los 250 km/h- sino que en las curvas tampoco se queda atrás respecto a Porsche y compañía.

Y Nissan no sólo tuvo éxito por el motor potente y por su ambiciosa suspensión, sino también por su diseño radical que también dejó espacio para detalles más prácticos. En lugar de hacer como Porsche y los demás y desarrollar un coupé y un cabrio, la marca japonesa creó el concepto Targa con piezas extraíbles en el techo para los que preferían uno u otro modelo.

Aunque el Nissan 300 ZX Twin-Turbo lograba una gran potencia y tenía un comportamiento en ruta que se adaptaba a cualquier circunstancia y ofrecía una conducción cómoda, Klaus Amann, que preside en Alemania un club de aficionados al Nissan Z y al ZX, recuerda y elogia también la dirección del eje trasero, que hacía que el vehículo fuera muy estable en las curvas y a alta velocidad.

"Pero el motor era extremadamente sensible y si tras un recorrido rápido en la autopista se estacionaba el auto muy pronto, había riesgo de que sufriera un daño serio", dice Amann, que a pesar de todo es un enamorado del modelo.

"Quien haya conducido una vez un 300 ZX lo debe echar de menos", afirma. Los aficionados lo saben, pero a Nissan no pareció importarle. Cuando cesó la producción en 1999 tras poco más de 100.000 ejemplares, los japoneses retrocedieron en la serie Z, primero con el 350 Z y luego con el 370 Z.

Pero al menos los ingenieros siguen fieles a la velocidad. Mientras la historia de los deportivos tiene claros huecos en los casos de Toyota, Honda o Mitsubishi -de un nuevo Supra ni se habla, el NS-X no se hará de ninguna manera y hace años que se dejó de fabricar el 3000 GT-, Nissan sigue apostando decididamente por el modelo GT-R y para el año próximo planea finalmente el cambio de generación que se ha ido retrasando.

En Europa, aunque sean buenos, los deportivos llegados del lejano Oriente se ven como algo exótico, y a pesar de que el Nissan 300 ZX Twin-Turbo era más barato que sus rivales, apenas se vendieron algunos ejemplares en el Viejo Continente.

Por un lado, Amann lo lamenta, pero por otro, tiene sus ventajas. Pese a las pocas unidades disponibles, tiene un precio asequible y se puede encontrar por entre 5.000 y 10.000 euros.

Amann ni siquiera hoy en día cambiaría su Nissan por un deportivo europeo o estadounidense. "Ningún Porsche, ningún Ferrari y ningún Jaguar de este mundo ofrecen tanta diversión por tan poco dinero", razona.

FUENTE: Thomas Geiger (dpa)

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