Fue extraño lo que sucedió en Bakú –en un GP alocado, increíble- el último fin de semana, pero conociendo a los pilotos involucrados en el incidente (la flema del británico Lewis Hamilton, que disimula muy bien la presión con un dominio de los nervios y una concentración apabullantes, tanto dentro como fuera de las pistas) y el alemán Sebastian Vettel (alguien de fuerte temperamento no siempre controlable y tan latino como el que más, acaso exacerbado por ser piloto de Ferrari), todo se ve más claro. Vettel nos tiene acostumbrados a quejarse de casi todo, pero perder el control en la vuelta 19 como lo hizo, detrás del Mercedes de Hamilton y del safety-car, cuando entendió que el inglés frenaba más de la cuenta y entonces lo emparejó y le pegó de costado, sobrepasó el límite. Porque es cierto que Hamilton frenó un poco más, pero según determinó la FIA, lo hizo dentro de los rangos establecidos. Y el comportamiento de Vettel no admite excusas.
El inglés no entendía nada. Diría después: “Definitivamente no frené a Sebastian durante el safety-car. Controlé el ritmo y, como en los otros reinicios, disminuí un poco la velocidad en el mismo lugar en la entrada de la curva 15. En ese punto sentí un golpe en el costado. Pero ese no fue un problema para mí, todos vieron lo que pasó después. (N. de la R.: perdió la carrera al tener que entrar a boxes porque se le salió el apoyacabezas.) Muchos chicos de otras categorías nos están mirando a nosotros, los campeones, para tomar ejemplo, y ese comportamiento no es el que esperas de un múltiple campeón. Pero se sabe: cuando los tiempos se vuelven difíciles es cuando se muestran las verdaderas caras, y nosotros hemos metido presión en las últimas semanas”.
Por su parte Vettel, que fue penalizado con un stop and go de 10 segundos (que para algunos no ha sido suficiente castigo) y terminó cuarto delante de Hamilton, dijo: “No sé por qué me penalizaron a mí y a él no. Con Lewis no tengo ningún problema, pero pienso que lo que hizo en carrera no estuvo bien”. Un argumento que estuvo respaldado por el Team Manager Maurizio Arrivabene: “Lo que puedo decir es que algunas decisiones que no están del todo claras, nunca se toman a favor de nuestro equipo”. Para su par en Mercedes, Toto Wolff, “esto no cambia las relaciones entre los dos equipos”.
En un insólito Bakú que llevó al podio a Daniel Ricciardo (Red Bull), Valtteri Bottas (Mercedes) y Lance Stroll (el multimillonario canadiense piloto de Williams es el segundo piloto más joven de la historia, después de Max Verstappen, en subir al podio con 18 años, siete meses y 27 días), también se vieron otras peleas: entre los dos pilotos de Force India (el mexicano Sergio Pérez y el alemán Esteban Ocon, y no es la primera vez), y entre los de Sauber. Luchas y entreveros que darán tela para cortar en el próximo GP de la temporada 2017 que se correrá el 9 de julio en Spielberg, Austria.
