Uno de los mayores atractivos de un salón del automóvil lo constituyen, sin lugar a duda, los concept car. Esos modelos que, a veces, parecen no responder a la lógica; son siempre atractivo, misteriosos, podríamos decir. Y, en muchas oportunidades, son la base de los futuros vehículos de serie.
Pero si se buscan sorpresas en este rubro, esta edición del Salón de Detroit no es la indicada. En los pasillos del Cobo Center las marcas participantes le dieron lugar a este tipo de productos pero, en casi todos los casos, expusieron modelos que ya se conocían, porque fueron presentados en otros salones o porque se conocieron a través de la web. El único que realmente fue un estreno es el Audi Q8, del cual solo se conocía un boceto. Se trata de un SUV grande con estilo deportivo, propulsado por un sistema híbrido enchufable que entrega 443 CV de potencia y 77 kgm de par, y cuya tracción es integral, sistema quattro.
Después, el rubro concept se completó con, por ejemplo, Mercedes-Benz EQ (prototipo que anticipa una familia de modelos eléctricos); BMW X2, SUV compacto que se presentó en París como antesala de una futura gama de pequeños utilitarios con estilo de coupé; Toyota llevó sus ya clásicos prototipos de movilidad individual, mientras que Lexus (la marca de lujo de Toyota) participó exponiendo el UX Concept, modelo que en su momento sorprendió por el particular sistema de sus butacas, conformadas por tiras en el respaldo y el cojín. Subaru exhibió el Vizif 7, SUV conceptual que también se mostró en el Salón de Los Ángeles, y Nissan el V Motion 2.0, prototipo que anticipa las líneas de un futuro sedán de la marca.
Finalmente, aunque ya se había conocido hasta el último detalle gracias a Internet, el Lincoln Navigator se llevó todas las miradas. Se trata de un enorme SUV con puertas de apertura tipo alas de gaviota que despliegan una escalera para el acceso a un interior súper lujoso, equipado con la más alta tecnología. ¡Ah! en el baúl tiene un vestidor…
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