Renault Mégane R.S.

Por Alejandro Cortina Ricci (desde Francia) - La tercera generación del hatch deportivo del rombo sufrió un cambio radical que abarca diseño, arquitectura y conjunto mecánico. Se destaca además por la incorporación de un inédito sistema de ruedas directrices traseras que optimizan su comportamiento dinámico. Llegará a la Argentina durante 2019. Galería de fotos

Redacción Parabrisas

Nuestra estadía en tierras galas en ocasión del reciente Salón del Automóvil, no podría haber tenido una mejor bienvenida: al bajarnos del avión luego de trece horas de vuelo, nos esperaba una unidad del flamante Mégane R.S. en un pintoresco circuito privado en Le Ferté-Gaucher, una pequeña localidad ubicada a 82 kilómetros de la capital francesa.

Allí tomamos contacto con esta tercera generación del siempre divertido “hot hatch” del rombo, al que la varita mágica de la división deportiva Renault Sport ha llevado sus prestaciones al límite. Llegará a nuestro país durante 2019 para intensificar la rivalidad con los “GTI” medianos de las generalistas Volkswagen y Peugeot.

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Pero, además, con la misión de mantener a la filial local con liderazgo de ventas en mercados donde Renault vende más modelos R.S.: en 2017, la Argentina encabezó el ránking con 1.710 unidades (el 62% de Sandero R.S.), seguida de Francia y Alemania, con 1.603 y 820 unidades, respectivamente (mayormente con Mégane y Clio IV).

Cambia, todo cambia

No caben dudas de que la transformación que sufrió este modelo es significativa. No sólo estética, sino conceptualmente. Esta flamante generación abandonó el estilo coupé de tres puertas para ofrecer ahora una carrocería de cinco que, en efecto, creció 6,5 cm de largo (4.364 mm) y 2,7 cm de ancho (1.875), además de prolongar la distancia 6,3 centímetros la distancia entre ejes (2.669 mm).

Sus trazos modernos remiten indefectiblemente al ADN incorporado en los últimos modelos de la marca del rombo (como el Koleos y el Talisman), destacándose las llamativas firmas lumínicas con tecnología full led en ambos extremos: la particularidad de este Mégane es que el formato de las luces rompeniebla emula el logotipo de Renault Sport.

Los laterales cuentan con salidas de aire del tipo branquias de tiburón para mejorar la resistencia al viento, mientras que las llantas de 19 pulgadas en medida 245/35 (235/40 R18 en el coupé) y los frenos Brembo con discos de 26 mm, refuerzan su condición de “pura sangre”.

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Puertas adentro, los cambios son tan notorios como funcionales. En principio, porque al agregar dos puertas traseras se ha convertido, indudablemente, en un auto más apropiado para el uso diario, pero además porque las plazas delanteras fueron reformuladas: si bien mantiene los asientos tipo “buquet”, estos son mucho más cómodos y ergonómicos que las butacas de competición Recaro, ahora exclusivas de la variante Trophy (200 CV), recientemente lanzada en el mercado europeo. La posición de manejo es óptima, y todo el instrumental está al alcance del conductor.

En el interior todo rezuma buena calidad. Predominan los materiales blandos y las puertas tienen un revestimiento textil símil fibra de carbono, pero la vedette del habitáculo es la enorme pantalla táctil tipo tablet ubicada sobre el centro de la plancha de a bordo.

Desde esa central se puede "setear" la iluminación ambiente y estilos de serigrafía del tablero, así como activar los distintos modos de conducción, además de contemplar un sinfín de datos provistos por la computadora de a bordo, donde se destaca la telemetría del vehículo en tiempo real, tal como en un auto de carrera.

Furia amarilla

El ronquido que da la bienvenida una vez que se presiona la tecla "start", proviene del mismo 1.8 turbo que utiliza el Alpine A110 de 252 CV, aunque en este caso los ingenieros de Renault Sport llevaron la potencia a 280 caballos. Se trata de un impulsor muy enérgico, que siempre se estira hasta el corte de la inyección.

Puede estar asociado con una transmisión automática de doble embrague y seis marchas, o bien con la caja manual de seis velocidades que contaba nuestra unidad, cuya selectora ofrece recorridos cortos y precisos. No fue posible medir prestaciones, pero los datos de fábrica dan cuenta de su alta performance: acelera de 0 a 100 km/h 5,8 segundos, y la velocidad máxima está limitada a 250 km/h.

Cabe destacar que el nuevo Mégane R.S. está disponible en el Viejo Continente con dos tipos de chasis: Sport y Cup. Nuestra unidad contaba con éste último, que se destaca por equipar un diferencial Torsen de deslizamiento limitado para evitar el subviraje y brindar mayor motricidad a la carrocería al salir de las curvas, además de tener las suspensiones un diez por ciento más rígidas que el de serie.

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Dinámicamente se muestra tan comunicativo como seguro, respondiendo a las órdenes del conductor a través de un dirección eléctrica muy precisa. Pero la frutilla del postre es el innovador sistema de ruedas directrices (ver funcionamiento en recuadro), que le aportan una cuota de diversión y precisión en la pista.

Por último, pero no menos importante, otro de los ítems que lo convierten en un vehículo más apto para el uso diario es el nuevo esquema de suspensiones con topes hidráulicos de compresión (derivada de las que equipan los autos de rally), que utiliza un pequeño amortiguador interno dentro del amortiguador principal, para evitar el rebote de la rueda al hacer tope.

Sin dudas, la llegada del Mégane R.S. al mercado local (prevista para mediados de 2019) representará una bocanada de aire fresco en un segmento donde actualmente hay sólo dos participantes, ambos con mecánicas inferiores en cuanto a potencia. La configuración que tenga este modelo aquí, será muy similar a la manejada por Parabrisas.

En un mercado tan volátil como el argentino (donde la cotización del dólar marca la agenda diaria), es imposible vaticinar cuánto podría costar este modelo puesto en la calle: sólo para tener una referencia, su valor en el mercado europeo ronda los 37.600 euros.