Ya vimos en el capítulo anterior de lo que eran capaces los integrantes del staff de Parabrisas. Por esos tiempos y a lo lagode los años, no solo los autos ocupaban las páginas de la revista. También había espacio para una gran variedad de temas.
Un ejemplo de las tantas apariciones que complementaban las principales notas es el cuento “El chaparrón”. Firmado por Speed López (¿Ronald Hansen?...) tenía vuelo en su estilo y narraba la aventura de un playboy argentino que en Europa adquiría de una tía que había enviudado del ganador de las 24 Horas de Le Mans en 1936, un potente Le Blanc a bordo del cual hacía una visita a la abandonada y derruida fábrica de Besançon, casi en la frontera con Suiza. La interesante narración ocupaba una doble página con mucho “plomo”.

Los años de la afirmación (1962/1968)
Jugá en el "Gran Premio Parabrisas" y elegí el mejor auto de los últimos 60 años
Para los que quisieran constatar la posible veracidad de la historia, va un dato: las 24 Horas de 1936 no figuran en ninguna estadística por la sencilla circunstancia que no se hicieron, debido a una extendida huelga de la industria automotriz gala; en cuanto a los Le Blanc, tampoco existió tal marca…

Los primeros tiempos de 60 años

Y ya que hablamos de ficciones, en cuanto a humor, se fueron reemplazando los chistes gráficos “levantados” de revistas europeas por los de grandes autores argentinos, como por ejemplo “Oski” y “Siulnas”.
Y durante un tiempo aparecieron unos divertidos avisos de Ford, que propiciaban la utilización de los repuestos originales de la marca; tenían forma de historieta que consistía en ocho cuadritos con muchos dibujos y textos de un ascendente “Quino”, el papá de Mafalda, luego famoso en el mundo entero.

Nace la revista Parabrisas

También turismo
Los viajes siempre tuvieron un lugar importante en la primera época de Parabrisas. De hecho, uno de los temas principales de aquellas ediciones lo constituían las salidas. Luego se empezaron a publicar suplementos especialmente dedicados a esa actividad.
En la foto, la tapa del número 4 de esos suplementos, que acompañaba la edición 45 de Parabrisas, correspondiente a mes de agosto de 1964. En este caso, estaba dedicado a la provincia de Córdoba haciendo hincapié en las Sierras Chicas.
Con las carreras, nace Corsa
En 1966 el creciente interés por el deporte del automóvil aconsejó a la editorial que había llegado el momento de lanzar una revista dedicada exclusivamente a esa actividad. Del staff, en el que ya era director Burzaco, se desprendió un grupo de juveniles redactores para ocuparse de la nueva publicación a la que se bautizó como Corsa (carrera, en italiano).
De gran formato y presentación muy tosca con papel de diario alisado, se puso al frente a Willy Martire, secundado por Humberto Speratti con Carlos Marcelo Thiery como redactor principal y una tropa compuesta por Héctor Granato, Germán Sopeña, Pedro Aníbal Revoredo, Juan Carlos “Caco” Gómez y un corresponsal en España: Enrique Sánchez Ortega, que se agregaría como redactor a su regreso a la Argentina al año siguiente, como también fueron los casos de Jorge Augé Bacqué y Carlos Figueras (respectivamente, más adelante, directores de Parabrisas Corsa y Parabrisas).

Sin embargo se siguieron publicando en la revista madre alguna que otra nota de automovilismo deportivo, las que eran producidas y firmadas por los que figuraban en el staff de Corsa. En 1968, ambas revistas se fusionaron naciendo así Parabrisas Corsa. Ese será precisamente el tema de la próxima nota de esta serie de nuestro sexagenario.
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