La Renault Fuego se comenzó a gestar en 1976 como reemplazo de las coupés 15 y 17, cuyo estilo databa de principios de la década. Sus líneas se plasmaron en el tablero del diseñador francés Michel Jardin, bajo estricta supervisión de su connacional Robert Opron, y, por lo tanto, el resultado final fue un modelo vanguardista cuya maqueta de estudio quedó seleccionada rápidamente hacia 1977.
Si bien tomaba algo del estilo de los Renault más modernos de aquel entonces como los R14 y R18 (este último en su fase final de desarrollo), la coupé Fuego contaba con detalles que realzaban aún más su figura: perfil en forma de cuña muy acentuado, línea de cintura remarcada por una franja plástica acanalada de color negro que daba la vuelta a la carrocería entre ambos giros delanteros, manijas de puertas embutidas, gran superficie acristalada y luneta curva que oficiaba de tapa de baúl.
Para bajar costos, la Fuego fue proyectada a partir de la plataforma del Renault 18, lanzado en 1978, de modo que compartieron muchos elementos mecánicos, como los motores 1.4 (64 CV) y 1.6 (96 CV), frenos, cajas y suspensiones, pero nada tenían en común tanto en el exterior como en el habitáculo.

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Recién a partir de 1981, cuando el 18 recibió su primer restyling, se le incorporó el tablero de la Fuego, y varios elementos de los paneles laterales y la consola. Inicialmente, la Fuego contó con un tercer impulsor, que no compartía con el 18, y que le daba algo más de coherencia entre su look y sus prestaciones.
Era el dos litros de 110 CV que utilizaba el R20, y que fue colocado en el R18 por primera vez en la Argentina. La producción en serie comenzó en la planta de Billancourt, en diciembre de 1979, mientras que su presentación oficial, en el Salón del Automóvil de Ginebra, y posterior comercialización, se llevaron a cabo durante 1980.

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Renault Fuego y su llegada al mercado
La vida comercial de la Fuego arrancó bien, con buenos volúmenes de venta debido a sus modernas líneas y a la confiabilidad ofrecida por el fabricante. Es más: en 1981 fue el auto deportivo más vendido en el viejo continente.
Sin embargo, al poco tiempo se notó la falta de potencia en el motor y las escasas prestaciones frente a algunos de sus competidores, que, si bien eran más veteranos y no contaban con tan buen aprovechamiento del espacio interno, entregaban mejores sensaciones al volante.
Modelos como el Porsche 924 o el Alfa Romeo Alfetta GTV tenían versiones de entrada de gama que rivalizaban bien con la Fuego, pero sus opciones más picantes la superaban ampliamente. Viendo esta falencia, en 1983 Renault lanzó la Fuego Turbo, que montaba un 1.6 completamente de aluminio, capaz de entregar 132 caballos y así permitirle alcanzar una velocidad final de 200 km/h.

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Otra versión poco difundida fue la Turbo D, que, con motor Diesel turboalimentado de 88 CV, se convirtió en el gasolero de serie más veloz del mundo. También era la versión más costosa de la gama Fuego y, por ende, la menos aceptada.
Por este hecho, no representó un gran éxito para Renault en los mercados europeos, y todavía menos en el norteamericano, en el que se había comenzado a vender a través del acuerdo entre la casa del rombo y la AMC (American Motors Corporation), siendo la versión dos litros y la Turbo las únicas disponibles.
La legislación en Estados Unidos le obligaba a contar con catalizador anti polución, por lo que las potencias eran muy modestas: 101 y 115 caballos respetivamente, además de contar algunas diferencias estéticas producto de las exigencias de seguridad estrictas de aquel mercado. La Fuego se dejó de fabricar en Francia en 1987, habiendo despachado un total de 265.367 unidades.

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Coupé Fuego, un exitazo argento
Su principal característica, y por la que fue muy valorada en nuestro país, era que no se trataba de una versión dos puertas derivada de un sedán, sino de una coupé diseñada desde cero, algo que no se daba en autos de fabricación nacional desde la comercialización de las Coupé Fiat 1500, 1600 y 125.
Renault Argentina comenzó a vender el producto al año siguiente de su lanzamiento europeo, y como resultó ser un éxito, enseguida puso manos a la obra para que la Fuego fuera nacional. Así, a partir del 1 de julio de 1982 se comenzó a ensamblar en la planta de Santa Isabel, Córdoba, con varios de sus componentes importados, que se fueron nacionalizando con el paso del tiempo.
Para aquel entonces la diferencia con el modelo francés radicaba únicamente en el interior, ya que la tapicería textil del modelo galo había sido reemplazada por cuero. En 1985 llegó la Fuego GTX II, que contaba un leve restyling en el que los mayores cambios estaban en el habitáculo.
El tablero pasó a ser de visera larga, recibió nuevo instrumental y mayor equipamiento. Por fuera, se cambiaron las llantas por unas planas más modernas, pero el resto del auto no se modificó. A partir de 1987 se comenzó a vender la versión GTX 2.2, en alusión a su nuevo motor de 2.165 cm³ con 116 CV.
Los cambios estéticos eran muy pocos: nueva parrilla con la parte superior del color de la carrocería, llantas más modernas, y nuevas paleta de colores y tapicería. Mecánicamente sumaba discos de frenos en las ruedas traseras, convirtiéndose en el primer auto argentino en contar con cuatro discos.
El gran cambio en la Fuego argentina llegó a fines de 1988, con la denominada GTA; un desarrollo de Oreste Berta para Renault Argentina. Recién comenzaba el auge de pintar las zonas plásticas del auto con el color de la carrocería, por lo que la Fuego no estuvo al margen y cambió las molduras acanaladas negras por unas lisas pintadas con el mismo color que el casco.
Esto hizo que también cambiaran los espejos por otros de ese mismo color, utilizados en el R21. Incorporaba nueva grilla, también pintada del color de la carrocería, faros traseros fumé y nuevo panel de cola “ciego”, que motivó el paso de la patente trasera al paragolpes, que también era nuevo, al igual que las llantas de aleación, que eran planas con un aleteado perimetral tipo turbina.
La motorización siguió siendo la misma del modelo anterior. En 1990 salió una versión mejorada denominada GTA Max, que erogaba 123 CV de potencia al mejorar algunos aspectos del motor J6T. Exterior e interior se mantuvieron casi sin cambios, y por fuera se las distinguía por el emblema trasero, la tercera luz de stop incorporada en el spoiler y la doble salida de escapes de ésta última, mientras que adentro cambiaba el volante y sumaba alarma volumétrica.
De Santa Isabel salieron rodando unos 19.857 ejemplares. También en Chile y Venezuela se ensambló la Fuego, utilizando gran cantidad de piezas importadas desde la Argentina.

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Fuori serie
El mercado europeo es tan grande, que rápidamente distintos carroceros lanzaron kits para personalizar la Fuego.
La propuesta más osada (cuándo no) llegó de la mano del siempre vigente estilista y carrocero francés Heuliez, que vislumbró una posibilidad comercial en Estados Unidos a través del desarrollo de una versión convertible. Se realizó un modelo completamente funcional en 1982, pero por cuestiones de costos nunca llegó a producirse.
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