Estamos justo en el comienzo de las vacaciones de invierno de este año 2011 y, lamentablemente, muchos de los planes que habían hecho las familias para disfrutar de la temporada de esquí pueden verse seriamente afectados por las consecuencias que ha traído la erupción del volcán Puyehue de Chile.
Cuesta imaginar que un hecho ocurrido hace tanto tiempo (ya pasó más de un mes, desde el 3 de junio), y tan lejos (hay zonas afectadas que se encuentran a miles de kilómetros) pueda ocasionar perjuicios de la gravedad que está viviendo, en particular, toda nuestra Patagonia. Y no se trata solamente de las inversiones y las expectativas de quienes se dedican a la actividad turística, sino también de la gran cantidad de hacienda que puede morir ante la falta de alimento, y el daño que se produce en enormes extensiones de campo que dejan de ser productivos.
Es sabido que en los últimos años, en muchos lugares del planeta se han vivido catástrofes naturales de distintas características que prácticamente exceden todo lo que conocían las actuales generaciones al respecto. Y en todos los casos han traído gravísimas consecuencias y pérdida de vidas. Las emisiones del volcán Puyehue, tal vez porque se levanta en una zona con poca densidad de población, no parecen tener la gravedad de otros hechos, pero, a medida que pasaron los días, fueron apareciendo las consecuencias en su real dimensión.
Gris experiencia
No es nuestro tema analizar los fenómenos de la naturaleza, pero pensamos que puede ser útil prestar atención conocer cuáles son las consecuencias que genera la ceniza volcánica en el funcionamiento de los motores en general. Lo decimos porque durante este tiempo pudimos ver mucha gente que, al ver afectados sus planes de viaje, aun cuando estaban en países muy lejanos, se quejaban airadamente, ya que no podían entender que fuera imposible concretar los vuelos previstos, porque, además, veían condiciones climáticas normales que no aparentaban crear ningún problema.
En muchos casos, el pensamiento ha sido: "Si no hay tormentas eléctricas, o vientos huracanados, o concentraciones de hielo o granizo ... y, además, ya lavaron las pistas de los aeropuertos. ¿Por qué no podemos viajar para llegar a donde necesitamos ir?"
La respuesta es simplemente que el paso del aire mezclado con las casi invisibles partículas de ceniza volcánica por los ductos de admisión, tanto de las turbinas como en los motores a explosión en general, produce un enorme desgaste en todas las partes móviles por donde circula, que causa daños muy graves (a veces irreparables) en corto tiempo. Puedo dar fe de esta realidad ya que, casualmente, me tocó aprenderlo y comprobarlo, “de la manera difícil”, hace algunos años en una de mis últimas temporadas en el TC 2000. Es sabido que en el sur del continente hay varios volcanes que continúan en actividad, y los sucesos de emisión de cenizas son relativamente conocidos, aunque pocas veces tienen la intensidad del actual. En aquellos momentos se había producido una erupción en los días anteriores a la competencia, que iba a desarrollarse en Comodoro Rivadavia, Chubut, y, aunque el hecho trajo consecuencias importantes en los campos de algunas zonas de la provincia, finalmente se decidió que la carrera se corriese.
En esos años era frecuente que los equipos utilizaran dos motores por fin de semana, ya que los reglamentos técnicos alentaban una preparación muy exigente y artesanal. En ese momento del año, en particular, mi equipo había construido dos motores con los blocks, maquinados, pistones, aros y piezas importantes nuevas que, como siempre, eran de un alto costo.
La idea era que, salvo roturas imprevistas, pudieran utilizarse durante varias carreras haciendo solo los mantenimientos menores en tapas de cilindros, asiento de válvulas, etc. Todo esto se preparaba bastante antes de la fecha de la próxima competencia. Por lo tanto, al producirse el suceso del volcán y la decisión que confirmó la carrera, eran los motores que teníamos para utilizar.
Así las cosas, llegamos al circuito. Al salir a pista el viernes, en el primer día de entrenamiento, a pesar de que los organizadores trataron de acondicionar la pista, comenzamos a circular levantando densas polvaredas que lentamente fueron disminuyendo al paso de los días hasta que completamos la competencia.
Pero, al volver a Buenos Aires recibimos la lección duramente aprendida ya que, a pesar de no haber sufrido roturas, solo por haber completado un poco más de 150 kilómetros con cada motor, ¡no sirvieron más!
Al desarmarlos comprobamos que el desgaste de todas las partes móviles, el block, pistones, aros, la tapa de cilindros, etc., era de tal magnitud que fue imposible recuperarlos para que sirvieran con buen rendimiento.
Revisiones adecuadas
En síntesis, con esta pequeña anécdota, le aseguro que pude entender con claridad porque es tan extremo el cuidado que ponen las líneas aéreas para que sus aviones no pasen por zonas que puedan contener partículas de ceniza volcánica.
Y es un detalle importante para considerar también en los vehículos que circulen por las zonas afectadas, ya que muchos optarán por viajar por tierra para concretar sus vacaciones. Es conveniente prestar especial atención antes de salir, en primer lugar, a todos los sistemas de filtrado del ingreso de aire para los motores, pero, además, tener en cuenta todos los elementos de rodamiento y trasmisión, como retenes, rulemanes, fuelles de juntas homocinéticas, etc.
En los vehículos más modernos es probable que sea menor el problema, ya que estos elementos tienen mejor diseño y estarán en buenas condiciones, pero en los vehículos con algunos años de uso seguramente resultara conveniente hacer una buena preparación para evitar altos costos posteriores.
Cuestiones de frío
Otro detalle también importante será asegurarse de utilizar la proporción adecuada de fluido anticongelante en el sistema de refrigeración del motor para que el líquido se mantenga en ese estado con temperaturas bajo cero.
En caso contrario, si durante la estadía resulta necesario que el vehículo pernocte a la intemperie, pueden producirse roturas muy costosas en el motor, que, además, impedirán continuar el viaje.
Y luego, como siempre, hay que prestar atención al tipo y estado de los neumáticos que disponga en el vehículo, ya que son realmente el único contacto con el camino y, por lo tanto, definirán la adherencia que tendrá en los distintos momentos.
Hoy en día, la industria provee varios tipos de neumáticos especialmente diseñados para condiciones invernales. En algunos casos tienen clavos que pueden sacarse y ponerse y, en otros, directamente utilizan compuestos y diseños que mejoran notablemente la adherencia y tracción.
Pero no muchas personas pueden disponer de estos neumáticos especiales, por lo que lo más frecuente es que la mayoría utilice las mismas cubiertas que usa durante el resto del año, de modo que será necesario comprobar que estén en muy buenas condiciones de estado y dibujo.
También puede resultar conveniente llevar un juego de cadenas bien adaptado a las medidas de los neumáticos, ya que, a veces, en los sitios de turismo no se consiguen las adecuadas y esto complica mucho.
Suelen ser exigidas por las autoridades para permitir el paso en las zonas complicadas, si no se dispone de cubiertas con clavos. Pero, además, resultan casi imprescindibles para circular cuando el camino está helado, lo cual puede aparecer de improviso. Entonces, nada mejor que tenerlas en el baúl para colocarlas en el momento.
Habiendo pensado en todo esto, y suponiendo que le toque circular por caminos con nieve o hielo, recuerde que siempre es el conductor el que debe adaptar su manejo a las circunstancias que le toque enfrentar, según el vehículo que conduza, los neumáticos que utilice o el clima que lo rodee.
Por todos estos motivos, es conveniente tratar de “no copiar” el ritmo o la velocidad que lleven otros vehículos sobre el mismo terreno. En condiciones de baja adherencia es muy diferente el comportamiento entre vehículos, especialmente si utilizan distinto tipo de neumáticos o de tracción. Por tanto conviene ir “sintiendo” lo que permite el propio automóvil, en lugar de tratar de seguir a otro. ¡Téngalo en cuenta durante su viaje y disfrute de unas buenas vacaciones!