Hombres de auto: Pierre Marchal

Fue un revolucionario en el mundo de los faros y demás componentes eléctricos de los autos de principios del siglo XX.

Redacción Parabrisas

Por Pablo Jorge Gualtieri

Uno de los más famosos fabricantes de unidades de faros y otros componentes para el automóvil ha sido el ingeniero francés Pierre Marchal, nacido en la ciudad de Asnieres e hijo de un médico que había desarrollado su actividad durante muchos años en Argelia, por ese entonces colonia de Francia.

En 1904, luego de obtener su título en la Escuela de Ciencias de París, el joven Pierre comenzó a interesarse vivamente en los adelantos técnicos de su tiempo, principalmente, los relacionados con la electricidad y la mecánica. En 1912 comienza a trabajar en la empresa de Louis Blériot, célebre piloto y fabricante de aviones, además de unidades de faros. Luego de algunos años, Blériot asciende a Marchal al cargo de director de la Societé des Phares Blériot, y lanza los primeros faros eléctricos, alimentados por una dínamo, lo que coincide con la presentación de los faros eléctricos en los Estados Unidos, adoptados en

América por primera vez por Cadillac.

El éxito alcanzado con sus faros aplicados en Europa por marcas tales como Renault y Peugeot hace que Marchal se instale como constructor por cuenta propia e inicie sus actividades en el número ocho del bulevar Víctor Hugo en la localidad de Neully-sur-Seine,

en las afueras de París.

Para mejorar la técnica de sus faros eléctricos, y dotarlos de perfeccionamientos, Marchal contrató a un reconocido colega, el ingeniero Pierre Bossu. Así comenzó también a producir

dínamos, motores de arranque, bocinas, sistemas de encendido y demás autopiezas eléctricas. Marchal era un hombre de una curiosidad desbordante y por ello se dedicó también a pilotear aviones Blériot, asociándose al Aero Club de Francia. Gracias a sus iniciativas y poco antes del comienzo de la Primera Guerra Mundial, todos los automóviles franceses estaban dotados de un sistema eléctrico simple pero efectivo.

Durante el conflicto bélico, Marchal se enroló en la armada de su país y pasó a formar parte del cuerpo motorizado, en el cual se dedicó a la organización del parque rodante de los militares, compuesto por multitud de automóviles y camiones. Al finalizar la larga guerra recibió la Legión de Honor y la Cruz de Guerra por sus aportes técnicos a los vehículos que participaron en el transporte de tropas y aprovisionamiento de todo tipo.

Pierre se hizo gran amigo de Louis Renault, uno de sus clientes, y elaboró para la marca del rombo originales sistemas de faros eléctricos. Pronto se agregaron a la lista de fabricantes que les solicitaban sus faros y componentes eléctricos nombres tan famosos como André Citroën, Berliet, Delahaye, Hotchkiss, Voisin y tantos otros.

Para desarrollar lámparas de faros de alta eficiencia, Marchal requirió los servicios de Alfred Monnier, un joven ingeniero. Ambos profesionales pusieron a punto una lámpara que fue denominada “satinada difusa”, con un centrado riguroso del filamento. A continuación perfeccionaron la lámpara con cristal elaborado con sulfuro de cadmio, que da

una luz amarilla en los faros principales, obligatoria en Francia a partir de 1939.

Marchal siguió hasta su muerte al frente de su fábrica, en la que se concibieron muchos componentes y sistemas eléctricos para automóviles, aviones y motocicletas. También se especializó en sistemas de encendido. Las bobinas Marchal, por ejemplo, fueron muy solicitadas por aquellas épocas por su alta calidad y prolongada vida útil.

En 1980, la familia Marchal vendió la empresa al consorcio internacional Valeo, que

se hizo cargo de sus instalaciones industriales y de la marca registrada.

Nota aparecida en Parabrisas del mes de agosto de 2014 (N°430). Para suscribirse, hacer click acá

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