Edwin Drake, conquistador de una nueva energía

A 138 años de su fallecimiento, recordamos la vida y obra de un hombre que con su descubrimiento cambio el rumbo de la historia humana.

Redacción Parabrisas

Si bien nos quejamos de los precios de los combustibles, debemos asumir que la facilidad que existe para disponer de ellos es fascinante. Sobre todo considerando el extenso proceso que hay que llevar a cabo, no solo para extraer el crudo, sino también para refinarlo y que llegue a las estaciones de servicio. 

La industria que respalda a los combustibles que consumimos a diario es realmente digna de admirar tanto por envergadura, como por complejidad.  

Pero no siempre fue así. Allá por el año 1840 las principales fuentes de energía que se utilizaban eran el carbón, la leña y el aceite de ballena. El petróleo ya era conocido, pero la escasez del mismo había impedido su masificación. 

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Identificando un potencial importante en el hidrocarburo, uno de los propietarios de la Seneca Oíl, tras recibir unos estudios del terreno decide realizar excavaciones en Titusville, Pensilvania, EE.UU., para emprender su búsqueda. Su nombre era George Bissell. 

En un cruce casi casual con Edwin Drake en el año 1858 le ofrece trabajo, pero no cualquier trabajo. Le propone la búsqueda de petróleo mediante excavación, pagándole la cifra de mil dólares por año, lo que en esa época era un valor bastante considerable.

Tras un escaso tiempo de meditación Edwin acepta la propuesta y se encamina hacia una historia mucho más grande de lo que imaginaba. 

Drake era un hombre simple y humilde. Hijo de una familia de rancheros en el estado de Nueva York, dejó las puertas de su primera casa a los 19 años. Pudo formar una familia, pero su esposa falleció en el parto de su ultimo hijo, luego de eso se casó nuevamente. 

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Esta demás decir que no tenía ningún tipo de experiencia en el rubro del petróleo, ni de la excavación. La actividad principal que desarrolló a lo largo de su vida consistía en la conducción de trenes. Pero no se preocupó demasiado por ello, se rodeó de personas comprometidas y persistentes e inicio la construcción de su pozo. 

A poco de su inicio la Seneca Oíl dejó de financiarlo, considerándolo como un proyecto inviable, pero el emprendedor de humildes inicios no se dejó vencer y pidió capitales a quien tuviera cerca. Se endeudo intensamente para seguir con la excavación. 

Desarrolló un sistema que se usa hasta el día de hoy, el cual consiste en entubar el pozo para que no se produzcan derrumbamientos mientras se taladra el suelo.  

A pesar de que la idea original no fue suya, se entregó completamente al trabajo. De hecho, por su intensa dedicación a la labor, sus coterráneos le comenzaron a decir “el loco del pozo”, pero quienes trabajaban bajo su ala y veían sus esfuerzos lo apodaban como “el coronel”. 

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Habiendo excavado ya diez metros (lo que era una gran profundidad para aquel entonces) lo único que brotaba de la tierra era agua. La ansiedad se hacía presente y la falta de dinero lo llevó a pedir un préstamo de quinientos dólares en el banco para seguir adelante. La apuesta que estaba realizando era realmente fuerte. 

Un 26 de agosto de 1859, a más de un año del inicio de las actividades y a 21 metros de profundidad, los operarios chocan contra algo solido que les dificulta la continuidad de la tarea. Dejan sus herramientas y deciden continuar al día siguiente. 

Llegan el día 27 a sus puestos de trabajo y huelen un aroma extraño que sale del pozo. Continúan la excavación y comienza a brotar del suelo el tan deseado oro negro en cantidades inéditas hasta la fecha. Drake y su equipo ingresaban en los libros de historia, habían construido el primer pozo petrolero del mundo. 

La producción única de ese yacimiento recién descubierto, era mayor a toda la mundial de aquel entonces. La popularización del motor de combustión interna en los años siguientes desató una necesidad de consumo, que transformó a este negocio en uno de los más redituables del mundo. 

En tanto, Drake no supo patentar los inventos que desarrolló para la extracción de crudo y perdió mucho dinero en especulaciones sin sentido. La competencia no perdonó y quien fue el iniciador de todo un movimiento terminó viviendo de ayudas públicas. 

Sumido en la pobreza, falleció un 9 de noviembre de 1880.