Carlo Abarth, el padre deportivo de Fiat

Fue uno de los más grandes preparadores del automovilismo italiano. Hoy cumpliría 110 años y por ello recordamos su vida y obra. Galería de fotos

Redacción Parabrisas

Quien en un principio fue Karl Alberto Abarth cambio su nombre al emigrar desde su Viena natal a Italia. Con tan solo diez años y ya instalado en tierras mediterráneas junto a su familia, su primer nombre pasó a ser Carlo. 

Durante su juventud diseñó y construyó chasis de motos para un taller en Italia. Eso lo ayudó para formarse profesionalmente y descubrir su amor por los motores y la velocidad. 

Tuvo trabajos alternados entre Austria e Italia, pero siempre relacionados con los autos, las motos o los motores en general. Sus tareas estaban asociadas a la mecánica pura, pero también oficiaba de piloto de pruebas y en determinadas ocasiones incluso competía

Como sucede en muchas historias que transcurren en la primera mitad del siglo veinte, durante la segunda guerra mundial hubo una especia de aletargamiento evolutivo. En este periodo Carlo se quedó en Yugoslavia trabajando como jefe de un taller. 

A fines de 1938 Abarth sufre un accidente que lo deja hospitalizado durante un tiempo bastante extenso. Esto lo hace desistir completamente de las competencias y las pruebas, para focalizarse de lleno en la construcción de vehículos y piezas específicas. 

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Tras terminar la segunda guerra mundial, en el año 1945, vuelve a Italia y forma parte de la novísima y exitosa marca Cisitalia. De la mano de Piero Dusio y Dante Giacosa, entre otros reconocidísimos nombres, construyen vehículos de competición con gran éxito. 

Logran muchos lauros, pero los toma por sorpresa la veloz recuperación que tuvieron los industriales italianos luego del conflicto velico. Alfa Romeo, Maserati y, como no podía ser de otra forma, Ferrari recuperan sus lugares de privilegio en las distintas categorías de competición. 

Era necesario realizar inversiones seguras e inteligentes para que la joven compañía se mantuviera en pie. Pero no fue lo que hizo Dusio, quien decidido poner todos sus capitales en el desarrollo de un vehículo tan adelantado a la época y tan tecnológico, que terminó por consumir a la empresa. 

Hablamos del Cisitalia 360, un monoposto diseñado para competir en la Fórmula 1 de aquel entonces. Disponía de un motor de 12 cilindros central en configuración bóxer, 1500 centímetros cúbicos de cilindrada, turbo-alimentación y tracción integral. 

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Era realmente un vehículo que, en la década de 1950, parecía traído de otro planeta. 

Viendo los problemas financieros que acarreaba Cisitalia, Carlo decidido dar un paso al costado y realizar un gran salto hacia la independencia. El 15 de abril de 1949 funda su propia compañía: la Abarth & Co. S.R.L. 

Durante los primeros diez años, la empresa se dedica a construir carrocerías para muchos fabricantes. Entre ellos podemos resaltar a Ferrari, marca que por aquel entonces entregaba solo el motor, la transmisión y el chasis. 

Es para destacar, que la marca también ofrecía a sus clientes la opción de potenciar sus vehículos para que entreguen un mayor rendimiento, tanto sea en una pista o en las calles. 

Ya para la década 1960 Abarth producía y vendía coches de carrera desarrollados íntegramente en su factoría. 

 

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Durante una seguidilla de malos resultados por parte de sus vehículos, tuvo una caída estrepitosa de las ventas, lo que lo llevo a pensar en diversificar los productos que ofrecía. De esta manera comenzó a desarrollar y vender sistemas de escape deportivos y kits de preparación para vehículos de calle. 

El 31 de julio de 1971, siendo aún director de la marca, toma la decisión de venderla al Grupo Fiat. Vuelve a su Viena natal y fallece 8 años después, un 24 de octubre de 1979, dejando tras él un legado que será difícil de borrar. 

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