Los riesgos de circular con el auto chocado

Existen diversos motivos por los cuales una persona tiene un accidente menor con su auto y decide no pasar por el taller. Galería de fotos

Redacción Parabrisas

Existen diversos motivos por los cuales una persona tiene un accidente menor con su auto y decide no pasar por el taller. Desde el costo del arreglo hasta la necesidad de contar con el vehículo, algunos no llegan a repararlo, y cometen un error que con el tiempo, más prolongado o antes de lo imaginado, termina por afectar de forma sustancial la salud de la máquina.

Como parámetro general se puede indicar que tras un choque, las partes de un vehículo se resienten y la integridad del mismo pierde fortaleza. Pero además depende dónde fue el siniestro.

Muchos de los impactos son frontales o en la parte delantera. Si es en la zona del motor, esto puede afectar en el área de la toma de aire, impidiendo la correcta entrada del mismo y no refrigerando bien. Incluso, pueden estar en riesgo diferentes mangueras o tuberías que no advertiremos a simple vista si están dañadas.

No es común que partes vitales del propulsor se rompan por un mero choque, y en todo caso el auto fallaría, pero sí puede ocurrir que resulten dañadas al punto de funcionar pero estar “heridas de muerte”, y terminar su vida útil en pleno marcha. Sólo por alertar un caso trascendental, la pérdida de combustible sería fatal.

En principio, si el accidente sólo daña la pintura o la chapa, se hablará de un deterioro superficial que no reviste mayor complicaciones. Pero aquí es importante considerar la zona donde se produce: por ejemplo, si se quebró el guardabarros, con el continuo desgaste puede terminar perjudicando un neumático.

Otro caso frecuente implica fallos electrónicos. Después de un impacto, el cableado también queda afectado y de esta forma aparecen desperfectos. ¿Qué problemas surgen? Más allá de algunos de confort, como el stereo o el aire acondicionado, los más importantes están ligados al juego de luces y balizas, necesarios y obligatorios para la circulación. Por otra parte, la computadora y todo el sistema informático, junto con el que recopila datos sensibles del funcionamiento general, quedarían diezmados.

Tras un choque, independientemente del tipo de vehículo, existe un problema ligado a la deformación. Producto de la compresión de la zona impactada, la dimensión original se modifica y por lo tanto cambia tanto la conducción como el estacionamiento. A la hora de manejar, los cálculos de distancia no son iguales. Y por obvio que parezca, un siniestro que afecta una puerta o un capot hace que ya no abran o traben correctamente, o que los vidrios no se puedan utilizar.

Si terminó dañado el parabrisas (o la luneta trasera) en algún sector, además de estar en riesgo los ojos, afectará la visión. Y si sumamos los espejos, también afectará la perspectiva trasera.

Desde una óptica que no anda hasta un potencial mal funcionamiento generalizado o el desprendimiento de una pieza, circular con un vehículo chocado es un riesgo. Por eso, determinados tipos, como camiones, taxis o colectivos lo tienen prohibido, porque está en juego la seguridad de todos.

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