Hoy en día, cualquier persona que habla de vehículos Cadillac, sabe que no son autos para todo el mundo y que los mismos tiene un grado de exclusividad muy alto.
Pero no siempre fue así. A principios del siglo pasado una fábrica que había cerrado y esperaba la liquidación de sus activos, fue la base de lo que hoy conocemos como la Cadillac Automovil Company.
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Así como suena, lo que en un principio se iba a vender por partes, terminó siendo una de las fábricas de automóviles con mayor prestigio a nivel mundial. Y todo esto, gracias a tres hombres, que tuvieron los ojos para ver la oportunidad que se presentaba en ese momento: William Murphy, Lemuel Bowen y Henry M. Leland.
Los primeros dos eran los encargados de comenzar con la venta de la fábrica y el tercero (un prestigioso ingeniero de aquella época) era quien iba a tasar y evaluar lo que había dentro de ella.
Leland, apreciando las instalaciones ya casi abandonadas, vio un increíble potencial, el cual no pensó desaprovechar.
Le propuso a Murphy y a Bowen comenzar a fabricar vehículos nuevamente, desde esas bases abandonadas, pero en esta ocasión utilizando el motor que él construía.
Este tenía tecnologías muy modernas para la época y disponía de una potencia bastante más elevada que sus competidores de aquel entonces. Era un mono-cilíndrico de diez CV.
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Ambos encargados de la venta, terminaron por ser convencidos ante el entusiasmo que manifestaba el ingeniero y el 22 de agosto de 1902 se fundó la Cadillac.
Sin imaginar el éxito que iban a tener, ninguno de los tres puso su apellido. Terminaron asignándole el nombre que conocemos hoy, en honor al fundador de la ciudad de Detroit: Antoine Laumet de La Mothe, sieur de Cadillac.
La pregunta que nos hacemos es: ¿Quién fue el desenfocado que estaba vendiendo esa mina de oro en potencia?
Nada más y nada menos que Henry Ford. Quien, solamente unos meses después, crearía la Ford Motor Company y se transformaría en uno de los hombres más ricos del mundo con su Modelo T.
Un increíble ejemplo de que “la basura de unos puede ser el tesoro de otros”.