En 2021 la noticia sorprendió a propios y ajenos: luego de varias décadas produciendo vehículos en Brasil, Ford anunciaba el cierre de sus fábricas en Camaçari, Taubaté y Horizonte, donde por entonces se manufacturaban los modelos Ka, EcoSport y Troller, además de motores.
Esa drástica medida -que respondía a una estrategia global de la marca para enfocarse en los SUV, pick-ups y vehículos utilitarios- ya había comenzado en 2019 con el cierre de la planta de São Bernardo do Campo, donde se fabricaban el Fiesta y camiones de Ford.
Sin embargo, tal es la relevancia que el país vecino tiene para la firma del óvalo, que Brasil sigue produciendo pero de otra manera: actualmente cuenta con diversos centros de desarrollo tecnológico. Visitamos el más importante y antiguo de ellos de ellos ubicado en Tatuí (tiene más de 40 años) ubicado a dos horas de San Pablo, donde trabajan 400 especialistas.
Se trata de un gigantesco predio de 4,66 millones de metros cuadrados emplazado en un área natural, que cuenta con diversos laboratorios, banco de pruebas y simuladores, además de 20 kilómetros de pista de asfalto y 40 km de circuitos off-road extremos para evaluar todos los vehículos de la marca a nivel mundial en distintas condiciones de uso.
De Sudamérica para le mundo
Siempre resulta grato conocer nuevas fábricas o centros de diseño y tecnología, y en esta oportunidad la experiencia fue aún más gratificante porque pudimos experimentar cada una de las tareas que allí se llevan a cabo.
Para poner en contexto la trascendencia de este lugar, cabe mencionar que el de Tatuí es uno de los siete centros de test que Ford tiene en todo el mundo (Bélgica, China, Australia y tres en los Estados Unidos) y según los propios directivos de la compañía, desde este polo tecnológico se exporta anualmente un tercio de las innovaciones que la marca aplica en todos sus vehículos a nivel mundial.
El 85% del tiempo de los ingenieros se destina a la investigación y desarrollo de proyectos globales, como funcionalidades de vehículos eléctricos, conectados y avanzadas tecnologías semiautónomas de asistencia a la conducción.
Por ejemplo, tecnologías como el one-pedal drive del Mustang Mach-E, las “Track Apps” del nuevo Mustang, la APP FordPass y hasta los “Contour Seats” de los SUVs más modernos de Lincoln fueron desarrollados en este centro que está integrado a un ecosistema de ingeniería local, que cuenta con más de 1.500 ingenieros de Ford en Sudamérica, contando los otros de Brasil y el de General Pacheco en Argentina.
La frutilla del postre es el nuevo simulador de ingeniería que estrenó Tatuí, uno de los tres que la marca tiene en todo el mundo (hay uno en los Estados Unidos y otro en Alemania). Con este moderno dispositivo los ingenieros de Ford pueden probar virtualmente cualquier modelo y motor del line-up global simulando las pistas de Arizona y Dearborn (Estados Unidos) y la de Lommel, en Bélgica, para luego contrastar toda esa información con una prueba de campo.
De esta forma, se puede realizar la integración de los componentes físicos con la simulación virtual, permitiendo acortar y acelerar los tiempos de desarrollos de producto, ya que se pueden testear las funcionalidades antes de contar con un prototipo físicamente en los laboratorios.