La clasificación de los autos antiguos o clásicos siempre ha generado más de una controversia. Una de ellas es la edad mínima requerida para su consideración.
Hay muchos ejemplares que no llegan a estar en ninguna categoría específica: son demasiado modernos, pero tienen condiciones de auto de colección, ya sea por pertenecer a una marca exclusiva, o por haberse producido en baja serie. El Clio Williams es un fiel exponente de ello, un verdadero Youngtimer, cada día más difícil de encontrar.
Para comienzos de la década del noventa, Renault y Peugeot se disputaban la supremacía de los Hot Hatch franceses con sus Clio 1.8 16V y 205 GTi, respectivamente.
A su vez, en el ámbito de la competición, Renault había desarrollado una versión de carreras de ese modelo para competir en las categorías A y N de rally. Y, si bien los resultados logrados no eran malos, estaba regalando un diez por ciento de la capacidad cúbica del impulsor, ya que el tope, por reglamento, era de dos litros.
En vistas de ello, Renault encargó a su división deportiva (Renault Sport) el desarrollo de un modelo basado en ese Clio 1.8 16V, pero con el motor llevado a dos litros, para poder homologarlo.
Este sería el primer desarrollo de dicha división que se vendería en las concesionarias como un modelo más de fabricación seriada, y –si bien la tarea encomendada no era sencilla–, la misma contaba con años de duro trabajo en la alta competición, por lo cual el resultado estaba casi garantizado.
Las claves del cambio
En primer término, el motor F7P del 1.8 16V fue llevado a 1.998 cm³ y se lo denominó F7R. Además del incremento en la cilindrada, contaba con un cigüeñal más robusto (el utilizado por el Clio Diesel), nuevas bielas y árboles de levas, válvulas más grandes, un colector de escape más ligero, y un enfriador de aceite.
La suspensión fue mejorada, al igual que los frenos y las relaciones de caja, todo en función de un uso netamente “racing”.
El motor entregaba 150 CV a 6.100 rpm (el corte estaba a las 7.500 vueltas), y su torque era de 17,8 kgm a 4.500 vueltas, aunque a las 2.500 ya disponía de casi todo: 15,2 kgm.
Con las mejoras mecánicas probadas y aprobadas, restaba darle identidad propia y conseguirle una denominación atractiva y relacionada a las pistas.
En esos años, la alianza Williams-Renault era la más fructífera de la Fórmula 1, y, como todo lo relacionado a la máxima siempre generó ventas y lo sigue haciendo, la elección del nombre fue un gran acierto: había nacido el Clio Williams, uno de los modelos más icónicos y deseados de la marca del rombo.
Cuerpo azul, llantas doradas
Estéticamente también hubo mejoras en pos de diferenciarlo de los modelos anteriores, apelando a la utilización de un azul tornasolado especialmente formulado (Sport Bleu - 449) como único color de carrocería, combinándolo con unas llantas Speedline de 15” de color dorado, específicas para este modelo.
Para el interior se desarrolló un tapizado exclusivo en tonos negro y gris, que combinaban con el tablero y los elementos plásticos del interior. Para contrastar, más azul. Las alfombras, los cinturones de seguridad y el fondo del nutrido instrumental eran en ese tono, como así también el hilo con el que estaban bordados los logos del equipo Williams en los respaldos de las butacas.
Para mantener el peso del Renault Clio Williams en sólo 990 kg, se lo privó de elementos como los frenos con sistema ABS, airbags, aire acondicionado, y espejos exteriores y levantavidrios eléctricos. El aire acondicionado no se ofrecía ni como opcional: el motor era tan grande, que el compresor del aire acondicionado no entraba en el vano motor.
Todo un ganador
El auto estuvo listo para 1993. Aunque para homologarlo sólo debían fabricarse 2.500 unidades, por alguna razón –que se desconoce– se produjeron 5.417.
El mismo resultó un éxito absoluto, por lo que para 1994 se lanzaría la Fase 2, con algunos cambios estéticos menores, como nueva parrilla body-color, nuevos faros traseros y molduras laterales, pero manteniendo el mismo color de la carrocería. Para mejorar su comodidad, se sumaron reglajes eléctricos para los espejos y los levantavidrios. Ese año se produjeron 5.065 ejemplares más.
En 1995 se lanzó el Clio Williams Fase 3, que sumaba techo solar y un color diferente al de sus predecesores (Mónaco Blue - 432), del que se produjeron otras 1.618 unidades. El total de la producción ascendió a 12.100 ejemplares, de los cuales un poco más de dos centenas llegaron a nuestro país.
Su precio de venta era de 30.500 dólares, casi lo mismo que costaba un Laguna.
Sin embargo, el público tuerca argentino corrió a buscar el suyo a los concesionarios, y los Williams consiguieron dueños rápidamente. Muchos de estos ejemplares fueron utilizados para defender los colores del rombo en el rally nacional, en donde resultó –haciendo honor a la idea por la cual se lo había gestado–, todo un ganador.