Así probábamos el BMW Z3

Recordamos el test de uno de los deportivos más emblemáticos de la historia de la marca alemana. En esta ocasión, la prueba de manejo pertenece a la edición de octubre de 1996. Galería de fotos

Redacción Parabrisas

De una brillante concordancia entre la seducción y la agilidad, nace este Z3 cuyo latido primigenio es la conducción abierta al aire, aunque ya se ha convertido en actor de cine.

Como buen roadster, el BMW Z3 no se oculta tras la excusa de la utilidad. Por el contrario, halaga la nostalgia, adornándose con referencias y prendas de otros tiempos. Forma parte de lo que entendemos por estética, nos refresca e impacta. Hasta parece que tiene licencia para ser hermoso.

Este Z3 tiene una marcada interacción entre las referencias modernas de estilo de BMW y detalles muy bien integrados de los roadsters históricos de la marca. Su fuerza estilística se estructura a partir de un capot largo, el parabrisas bajo y lanzado, los asientos desplazados casi hasta el eje trasero, las amplias puertas y la cola corta.

Dentro de este concepto general, sobresale el frente con el clásico riñón de Be eme, acompañado por grupos ópticos chatos y alargados y generosas tomas inferiores.

BMW Z3

Pero sorprende con los dinámicos buches que guardan las ruedas delanteras y prosigue a través de flancos cautivadores donde se destacan las nostálgicas y pujantes agallas. La corta cola es envolvente y redondeada, con luces de líneas suaves y luz de seguridad en bajorrelieve ubicado sobre la tapa del baúl. Si bien la belleza es el principio, luego del impacto, tiene que llegar el movimiento, que es el verdadero reto del roadster: si no hay movimiento el impacto, no sirve de nada.

Para ello, el Z3 dispone del probado motor de la serie 318 que en este caso fue llevado a casi 1.9 litros. Garantiza 140 CV a 6.000 rpm (tiene el corte de corriente a las 6.500 rpm) los que lo convierten en un auto muy ágil pese a sus 1.100 kilos en seco.

Al respecto, si bien la aceleración de 0 a 100 km/h en 9.2 segundos y la velocidad final de 204 km/h son respetables, lo que más sorprende es su elasticidad. Para ir de 60 a 100 km/h tardó apenas 1s1/10 más que el Alfa Spider 3.0 y empleó solo 1.5 segundos más para acelerar de 80 a 120 km/h. Y eso que el Z3 tiene un motor con 52 CV menos que el V6 italiano. El consumo es excelente: promedió 11.5 km/l entre ciudad y ruta.

El confort interno está asegurado a partir de grandes puertas y espaciosa habitabilidad para conductor y pasajero. Una vez encontrada la posición de manejo ideal, creemos que es una de las mejores de cuanto autos probamos. Muy buenos los tapizados de cuero y excelente terminación interior, hacen de éste un espacio muy acogedor.

BMW Z3

La sujeción de los cinturones es demasiado firme ante maniobras exigidas, aunque brinda seguridad. Muy buena es la caja y sus relaciones, pero encontramos alguna dificultad para poner la MA, que se encuentra demasiado cerca de la primera marcha. Los instrumentos son simples y de fácil lectura y el panel general es de agradable diseño. Con la capota colocada y hasta unos 120 km/h es bastante poco ruidoso, un hallazgo dentro del rubro de los roadsters.

Este BMW Z3 es firme sin llegar a ser duro andando en la ciudad. Las suspensiones deportivas se adaptan bastante bien. En la ruta, la tenida es estupenda gracias a una buena distancia entre ejes y brinda gran seguridad ante cambios de dirección exigentes.

Su aerodinámica se luce con vientos laterales. A gran velocidad, algunas irregularidades del piso suelen inquietarlo, aunque quizás sea este el precio que pagar por la adaptación de las suspensiones para la conducción deportiva.

Sobre cualquier terreno, los frenos son impecables y con gran poder de detención. Sorprende su visibilidad tratándose de un roadster; los retrovisores externos son muy buenos y lo mismo vale para el interno, que está colocado en forma óptima con relación a la ventanilla trasera. La capacidad lumínica de este BMW es una de las mejores que probamos. Buen haz de luz hacia adelante y ante todos los cambios de luces; brillantes y muy visibles las traseras para cumplir con su cometido.

BMW Z3

Este primer producto de BMW de EE.UU (se construye en la nueva planta de Spartanburg, Carolina del Sur) representa un reto. Airoso, directo y ágil, brinda el más puro placer de conducir, que no tiene nada que ver con ir de tal a cual lugar, desde la óptica del roadster: un verdadero correcaminos. Seguramente, los u$s 65.000 que hay que pagar para tenerlo, no parecerán tanto ante los múltiples desafíos que nos propone sentirnos más cerca de James Bond que de un usuario normal.

El BMW Z3 es el auto que utiliza el actor Pierce Brosnan en la última película de la serie 007 (Goldeneye) y promueve de inmediato a hacer referencia sobre la relación que desde su origen existió entre el famoso agente secreto pergeñado por Ian Fleming y los autos. Cuando en 1964 Sean Connery interpretó a Bond en Dedos de Oro, utilizó el legendario Aston Martin DB5.

En un Mercury Cougar viajó George Lazenby para hacer de 007 en Al servicio de su majestad de 1969. El Lotus Esprit que navegaba como un submarino, fue pilotado en 1977 por Roger Moore en La espía que me amó. También Moore, recorrió Paris en Licencia para matar con un Renault 11 de 1985, y cruzó un río con un salto en tirabuzón con el AMC Hornet hatchback de 1974 en El hombre del revolver de oro. Un Toyota 2.000 GT saturado de electrónica ayudó a la supervivencia de Connery en 1967 cuando filmó Solo se vive dos veces. Ahora es el turno del BMW Z3 de integrar la estelar galería.

Texto: Ricardo Delgado
Fotos: Juano Fernández

Otros datos

Motor: 1.9 con cuatro cilindros en línea y 140 CV

Transmisión: Manual de cinco marchas

Velocidad máxima: 203,7 km/h

Aceleración 0-100 km/h: 9,2 segundos

Distancia de frenado a 100 km/h: 38,7 metros

Consumo en ruta a 100 km/h: 13,7 km/l

Consumo en ciudad: 9,3 km/l

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