Así probábamos el primer Ford Falcon

Recordamos el test del mítico sedán del óvalo en su 60° aniversario. En Parabrisas lo testeamos en octubre de 1962. Galería de fotos

Redacción Parabrisas

Con el Road Test del Ford Falcon, Parabrisas inicia la serie de pruebas de ruta y de pista de los automóviles "compactos" de industria nacional.

Ford Motor Argentina entrega con este automóvil un vehículo creado y diseñando en su país de origen como vehículo familiar con aptitudes para recorridos largos; claro que el Falcon y los demás compactos entran en la categoría de auto grande, tanto en precio como en capacidad de transporte.

Entrando en materia, diremos que es un sedán cuatro puertas, con capacidad para seis pasajeros y con los elementos mecánicos colocados del modo convencional, esto es, motor adelante, luego la caja de velocidades, el árbol de transmisión, etc.

Al introducirse en el Falcon, la primera impresión que se recibe es la de amplitud interior, impresión que perdura a través de toda la prueba, corroborada por el diseño neto de los asientos (ambos enterizos) y la delgadez de las puertas, que de este modo no quitan espacio interior.

Ford Falcon

El lugar reservado para los pies, tanto adelante como atrás, es amplio también, dado que el túnel de transmisión es bajo y estrecho. Una vez frente al volante, el conductor encuentra que los controles están dispuestos con gran comodidad sobre todo en lo que a los pedales se refiere, bien espaciados entre si y convenientemente separados del túnel de transmisión y de la pared izquierda del automóvil.

El asiento delantero es profundo; el conductor va sentado bajo, en una posición muy natural y muy cómoda, y toda su espalda está bien sostenida, cosa que es de importancia fundamental para la comodidad de conducción, y que ha permitido a los testers de Parabrisas un manejo de once horas seguidas sin cansancio apreciable.

En este sentido el Falcon es uno de los automóviles más cómodos probados por nosotros. Llevando una crítica a fondo resulta destacable la posición del volante, cuya inclinación es correcta, pero en cambio llega demasiado cerca del respaldo del asiento. Corriendo éste para atrás, operación fácil, el volante lógicamente se separa del asiento, pero ocurre lo mismo con los pedales que quedan de este modo algo lejos.

Un individuo que guste manejar con los brazos estirados tal vez encuentre cierto inconveniente (puede aclararse aquí que la posición del volante ha sido determinada por las especificaciones del Oscar -un muñeco articulado- que da una medida de estatura que abarca el 80% de la población norteamericana).

El pedal del acelerador del automóvil testeado era duro. Luego nos enteramos en la fábrica de que el Falcon trae un sistema que permite ablandar el movimiento, alargando el recorrido, de modo de contentar todos los gustos en la materia.

Ford Falcon

En la puerta izquierda existe un posabrazos muy bien ubicado, en el cual puede descansar cómodamente el codo del conductor. Una característica del Falcon, que es de cualquier automóvil moderno con el asiento profundo, es la de no ofrecer una absoluta comodidad en la entrada y salida del puesto de conducción. Este es un mal común que parece que perdurará en el tiempo y no es patrimonio exclusivo de Ford.

El confort de manejo se ve afirmado por la suavidad del pedal de embrague de recorrido corto y arriba. Esta suavidad se refleja en la palanca del cambio de marchas, que tiene un recorrido demasiado largo a nuestro juicio, y en la que se notan en cierta intensidad los juegos producidos en el varillaje transmisor del movimiento.

El freno de estacionamiento es accionado con la mano izquierda en forma fácil. Su ubicación debajo del tablero de instrumentos, bien sobre la izquierda, hace que la manija propiamente dicha del freno no estorbe en ningún momento los movimientos del conductor.

Las manivelas de los levantavidrios tienen una posición tal que no molestan en las rodillas en ninguna de las posiciones que puedan adoptar. Esto es importante para el caso en que viajen tres personas en cada asiento, cosa que, por otro lado, pueden hacer con bastante comodidad.

Manejo y tenida en ruta

En la ciudad el manejo es cómodo y veloz, dada la aceleración que tiene el vehículo, sobre todo en las dos primeras velocidades. El automóvil testeado por Parabrisas alcanzó los 80 km/h en 12s5/10, lo que demuestra ser más que suficiente para el tránsito ciudadano, lo mismo que los frenos y las demás características del vehículo.

La segunda velocidad sale con facilidad desde los 18 km/h, cosa muy conveniente desde el momento en que la primera carece de sincronización y no se puede colocar sin ruido con el automóvil en movimiento sin recurrir al viejo artificio del doble embrague. La suspensión es buena con cierta debilidad en amortiguación. Es fácil de estacionar y los paragolpes están lo suficientemente altos como para proteger verdaderamente la carrocería sin el recurso de las tan comunes defensas.

En ruta la cosa cambia de aspecto. Hasta los 80 km/h e inclusive a los 100 km/h el automóvil anda perfectamente bien, tanto en lo que respecta a tenida en ruta como a aceleración y frenos. Más arriba de esa velocidad comienzan a suceder cosas. Los vientos laterales hacen sentir su influencia desviando al automóvil de su línea de marcha, en razón directa con el incremento de velocidad. Aquí la debilidad de los amortiguadores vuelve a hacerse sentir, sobre todo en el tren trasero, que se desubica de la línea de marcha.

Ford Falcon

Esto es realmente notable a velocidades oscilantes entre los 120 y los 130 km/h, en las que hace sentir su influencia hasta el cruce con un camión o inclusive un auto grande. Hemos notado también que la suspensión tiende a fondearse o por lo menos se acerca siempre a su límite. En este punto se hace necesaria una aclaración: en caminos muy lisos, como son los de su país de origen, el Falcon anda perfectamente bien. En la República Argentina las circunstancias cambian.

Los caminos no son tan buenos y sobre todo no son todos de asfalto. El Falcon fue probado en asfalto, ripio y tierra. En estas dos últimas circunstancias se nota una tendencia a derrapar la cola, de manera contraria al comportamiento en el asfalto y en curva, en que se nota un cómodo "understeer" o subviraje.

La visibilidad es buena en todos los sentidos y especialmente encomiable, la que se obtiene a través del espejo retrovisor. La luneta es amplia y permite ver el horizonte por el espejo, con lo que se cubre todo el camino que se va dejando atrás.

Las distancias de frenado no son cortas ni excesivamente largas, y el desvanecimiento del poder frenante es mínimo. Para nuestro gusto, los frenos tendrían que ser más potentes porque consideramos que de ciento veinte kilómetros a cero en sesenta y tres metros no ofrece un margen muy amplio de seguridad, sobre todo pensando en un modelo 62.

La estabilidad del vehículo podría mejorarse mucho de contar con amortiguadores más eficaces. Aún en tránsito urbano es factible hacer que fondee la suspensión. Por otra parte, el Falcon tiene un defecto que comparte con los productos de su competencia directa; al acelerar sobre terreno desparejo o sobre el adoquinado característico da casi todas nuestras ciudades más antiguas, el tren trasero chicotea fuertemente, especialmente en segunda. Esto se debe a que el eje trasero está sujetado solamente por los elásticos, según el sistema Hotchkiss, y estos tienden a enroscarse cuando la aceleración es muy fuerte. Aunque el mal es propio de este tipo de tren trasero, podría mejorarse con una amortiguación más resistente.

Ford Falcon

Interior

El tapizado del Falcon es agradable y de material que sujeta al conductor sin producir un rozamiento excesivo que dificulte su entrada y salida. Los pedales son colgantes, de accionamiento suave. La palanca de cambios, aunque de largo recorrido, es también muy liviana.

Los limpiaparabrisas son accionados a vacío y tienen dos velocidades; para andar en ruta limpian a gran velocidad un sector reducido, mientras que para andar en ciudad, más despacio pero necesitando mayor visibilidad periférica, barren un campo más amplio, a menos frecuencia de oscilación. Cerrando el control los limpiaparabrisas se "estacionan" automáticamente.

Un detalle muy interesante es el lavaparabrisas; accionado por un pedalín de goma, no solamente envía liquido al parabrisas, sino que, si se oprime a fondo el pedalín, pone en movimiento los limpiaparabrisas, que siguen funcionando hasta que se suelte el pedalín completamente.

Aparte del velocímetro (con odómetro pero sin "giornaliero") los únicos instrumentos de aguja son el indicador de temperatura de agua y el medidor de nivel de nafta. Estos parecen colimadores de tiro, con dos rayas que se cruzan en forma perpendicular y un pequeño círculo. El indicador de combustible no anduvo muy bien; el termómetro si, y además es evidente que el Ford tiene un termostato muy eficiente, pues el motor siempre anduvo en su temperatura óptima (y el motor adquiere temperatura muy rápidamente; basta salir al cabo de treinta segundos andando muy despacio hasta que la aguja del termómetro llegue a la posición normal). La presión de aceite, y la carga del generador están indicados por "luces de idiota".

El sistema de calefacción es muy bueno; tuvimos ocasión de testearlo muy a fondo porque la tenida en nuestras manos del Falcon coincidió con una ola de frío muy intensa.

Ford Falcon

El Falcon carece de guiñada de luces y en esto está de acuerdo con las ordenanzas municipales que indican que las luces bajas deben usarse en la ciudad y no las de posición con guiño en las esquinas. Falta solamente que los conductores en sentido contrario no enciendan las altas cuando uno transita cumpliendo con esta disposición legal.

Es factible adquirir un coche que cueste un tercio del Falcon y tiene el capot trabado de adentro, pero en el caso del Falcon, cualquiera puede destapar el motor con tranquilidad.

Los virajes señalan con una palanquita al costado del volante, con luz de advertencia y vuelta a cero al girar el volante; la luz intermitente es fuerte, pero los faritos repetidores de adelante están en un lugar expuesto para el caso de un choque. Nuestro Falcon vino equipado con un radio de clara y potente voz (onda larga solamente).

Conclusiones

El Ford Falcon es un vehículo realmente ideal para viajes en ruta y andar en ciudad a ritmo moderado o ágil. Corriendo fuerte empiezan a observarse algunos aspectos no positivos del diseño, pero de todos modos, quien compra un Falcon no lo hace para circular a velocidades de carrera. Es comodísimo para manejar y los controles son muy suaves; la suspensión es mullida, blanda para andar ligero en caminos de tierra, pero muy cómoda para un ritmo de marcha normal. La desmultiplicación del volante obliga a rápidas maniobras en ciudad, pero el conductor pronto se acostumbra.

Para ese menester es ideal; además no pasando de ochenta kilómetros por hora, es factible aprovecharse de un consumo de combustible que llega casi a 10 km/litro de nafta común.

No todos los automovilistas argentinos poseen los recursos como para comprar un coche de la categoría y precio del Falcon; pero si el precio no fuera un problema es indudable que este vehículo satisfaría los requerimientos de la gran mayoría de nuestros conductores. Los más exigentes pedirían mejor amortiguación y más freno para muy altas velocidades, dirección más rápida y una primera sincronizada.

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