Montañas, hielo, nieve y las maniobras adecuadas

En vacaciones de invierno el tránsito suele incrementarse en los caminos de paisajes más bonitos del país que coinciden, muchas veces, con una topografía quebrada y un clima cambiante. Hay que prestar atención a estos dos factores y, sobre todo, anticiparse a lo que puede suceder en instantes. Observación y precaución.

Redacción Parabrisas

Ya estamos en agosto, finalizó el receso escolar de invierno, y suele ser el momento ideal para los que pueden utilizar este mes para disfrutar de los centros de esquí u otros lugares turísticos con menos gente y los mismos atractivos naturales.

Continúa produciéndose, entonces, un importante flujo de vehículos que viajan a zonas que resultan desconocidas para los conductores, pero que muchas veces son recorridas con cierta urgencia motivada por la ansiedad por llegar a destino.

Lamentablemente, en algunos casos, esto termina produciendo situaciones que no solo arruinan el viaje de vacaciones sino que acarrean consecuencias muy desagradables para la vida de esas personas.

En la Escuela de Manejo Avanzado tratamos en detalle todos los aspectos que influyen en estos casos y pueden afectar la seguridad de los conductores y sus familias.

Solemos hablar especialmente acerca de la circulación por caminos sinuosos o de montaña, ya que, además de los riesgos normales que involucran los viajes por todo tipo de rutas, se agrega el transitar por caminos no habituales.

En nuestro país, justamente por su topografía y bellezas naturales, esos caminos son los que tienen un notable aumento de tránsito en épocas de turismo, y es importante que se se adopten actitudes y técnicas de manejo que permitan no ponerse en riesgo.

Velocidad y suelo

En primer lugar, insistimos en que el conductor debe adaptar la velocidad de circulación a la realidad que presenten las condiciones climáticas y del camino en cada caso, ya que en muchas zonas estos dos factores pueden variar bruscamente en pocos metros.

El área de montaña tiene microclimas en donde es frecuente que aparezcan cambios que afecten las condiciones de circulación.

Por ejemplo, hay zonas en las que se producen chubascos intensos y pocos kilómetros antes o después el camino está seco. Lo mismo ocurre en las zonas frías donde a un camino seco puede sucederlo un tramo con nieve o hielo, y luego volver al estado anterior.

Es bueno tener en cuenta los efectos de la topografía cambiante. En estas rutas se encuentran pendientes en subida o en bajada,  con curvas de retome muy cerradas y tramos sinuosos que siguen el faldeo de la montaña, en muchos casos sin la posibilidad de que el conductor vea cómo continúa el camino hacia adelante.

Un anticipo

Para enfrentar todo esto con menos riesgos es importante que quien maneja vaya anticipando las maniobras que realizar. Debe poner la atención de la vista bien lejos y, sobre la base de esa información, decidir con tiempo lo más conveniente.

De esa forma es posible evitar iniciar un sobrepaso, si la pendiente o una curva no  permite ver la presencia de otro vehículo de frente, o si de pronto aparece alguna novedad en el camino (un charco de agua, o una porción con barro o nieve, etc.). Al enterarse antes, tendrá tiempo de bajar la velocidad sin dificultades.

Cuando la pendiente o la montaña impidan ver la continuidad del camino, es importante reducir la velocidad antes de llegar al punto de última visión. Si no lo hace, puede ser tarde.

La mayoría de los accidentes ocurren porque los conductores se dejan sorprender por las circunstancias del camino o del tránsito y, en consecuencia, después se ven obligadas a realizar maniobras de emergencia, que, lamentablemente, no salen bien.

Sobre este aspecto es bueno comprender lo siguiente: en muchos casos resulta posible controlar un vehículo cuando comienza a deslizarse, o también dominarlo, si por algún motivo hay que salir del camino principal o ir a la banquina, cuando existe. Sin embargo, en la escuela hemos comprobado que la mayoría de los conductores no logra resolver esos momentos de la forma más adecuada.

Sin darse cuenta producen instintivamente maniobras que son las que llevan a la pérdida de control del vehículo y, por ese motivo, se provocan muchos accidentes.

Lamentablemente, cuando esto ocurre, sobrevienen los accidentes de peores consecuencias, como los choques frontales o los vuelcos.

Por lo tanto, insistimos en que resulta fundamental aprender a circular manteniéndose lejos de esas situaciones, para lo cual el conductor puede adoptar fácilmente varias actitudes preventivas.

Prevención

En las bajadas prolongadas, no permita que la velocidad aumente en exceso, especialmente si no puede ver dónde continúa el camino.

Cuando se vaya acercando al último punto del camino en el que pueda ver claramente,  disminuya paulatinamente la velocidad hasta enterarse por dónde tiene que seguir.

Si la bajada es muy prolongada, vaya aplicando suavemente los frenos en varias oportunidades por tramos cortos para impedir que la velocidad aumente.

No espere a hacer una última frenada importante antes de llegar al final de la pendiente.

Si la bajada no es muy larga o su vehículo es liviano, puede ser suficiente con no apretar el acelerador durante el descenso. Si tiene colocado el cambio correcto (una marcha corta, como la que usaría para subir la misma pendiente), el motor evitará que aumente mucho la velocidad. Esto es especialmente importante en caminos de baja adherencia, ya que le permitirá mantener un buen control del vehículo sin riesgos de que las ruedas patinen o se bloqueen.

En los caminos asfaltados no llegue al final de las pendientes con velocidades excesivas que deriven en situaciones complicadas al enfrentar la primera curva soportando toda la inercia producida por el peso del vehículo y la velocidad que trae.

En general, una buena elección del cambio de marcha utilizado mejorará el control del automóvil en todo momento.

Un cambio demasiado corto facilitará que patine o pierda tracción además de producir reacciones más bruscas cuando apriete el acelerador, y un cambio muy largo no le dará la reacción necesaria en muchos casos y aumentará la exigencia a los frenos.

En el caso de las pendientes en subida, el mayor riesgo suele producirse al intentar los adelantamientos a vehículos más lentos.

No pierda la paciencia. Asegúrese de no iniciar una maniobra para la cual no tenga suficiente espacio visual. Es imprescindible que el sobrepaso finalice antes de llegar a la cima de la pendiente o al tramo recto anterior al ingreso de la próxima curva.

Falta de visión

Cuando el faldeo de la montaña le impida ver cómo continúa el camino, no aumente la velocidad aunque el piso se lo permita (p. ej., caminos asfaltados). Recuerde que, además de cualquier sorpresa en el estado del piso, puede encontrar otro vehículo viniendo de frente cuyo conductor trae la misma sensación de seguridad, y tal vez se encuentren en el lugar inadecuado.

En este sentido es muy útil, cada vez que la topografía lo permita, tratar de ver a la distancia la ubicación del tráfico que viene por la mano contraria, de manera de anticipar cuándo puede ocurrir el cruce y, eventualmente, tratar de que eso suceda en un tramo recto para reducir dificultades.

Eso también permite conocer con más anticipación por dónde habrá que circular y evitar que la continuidad del camino lo sorprenda.

Extreme las precauciones en las bajadas, ya que en esos momentos la propia inercia del peso del vehículo vuelve muy difícil controlarlo, si pierde la adherencia al piso.

En las trepadas las consecuencias pueden ser menores: tal vez se quede encajado o sin tracción para seguir subiendo. Pero en las bajadas, y dependiendo de las condiciones del camino, si de pronto pierde la adherencia,  puede desencadenarse un accidente muy serio, aunque la velocidad de circulación sea baja.

Como concepto general, entonces, podemos remarcar que es fundamental adaptar permanentemente la velocidad de circulación antes de que se cree el problema.

Para decidir al respecto simplemente hay que reconocer el espacio visual disponible y el estado del camino por el cual habrá que transitar más adelante.

En este sentido también es importante mantener una distancia de seguimiento adecuada en relación con otros vehículos. No es conveniente circular a velocidad de ruta cerca de un vehículo que impida la visión por delante de él. Cualquier anomalía que se presente nos encontrará sin el tiempo y el espacio adecuado para dar respuesta, y así evitar un problema.

Aplicando constantemente estos conceptos evitará tomar riesgos innecesarios y podrá finalizar su viaje sin inconvenientes.

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