¿Quién fue el verdadero inventor de la lámpara incandescente?

Un día como hoy, pero hace 190 años, nacía una de las personas más importantes y menos reconocidas en la historia de la humanidad.

Redacción Parabrisas

Para nuestra suerte o desgracia, todos los que vivimos en esta época nos acostumbramos por razones obvias y necesarias a dar ciertas cosas por hechas. No todo lo que nos rodea lo entendemos perfectamente. No conocemos la ciencia que hay detrás de cada objeto que nos facilita la vida, pero simplemente nos resignamos en el intento de comprender y, finalmente, disfrutamos en la ignorancia. 

Esto es más que entendible, ya que no se le puede andar reclamando al común denominador de las personas que sepan cómo funciona la bolsa de aire que los salvará en caso de que tengan un accidente. O cómo funciona el mecanismo que acopla y desacopla el motor de la caja de cambios, llamado vulgarmente embrague. 

Vivir en un mar de tecnicismos seria engorroso y prácticamente imposible, pero lo que si nos corresponde como ciudadanos y personas que gozamos de la tecnología, es atribuir correctamente los créditos de los inventos a quien realmente los merece. 

Ya lo hicimos con Ransom Eli Olds, quien fue el primer hombre que llevó concretamente a la práctica la cadena de montaje, en contra de la creencia popular que indica que este logro fue alcanzado por Henry Ford. 

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Hoy hablaremos de Joseph Swan, el verdadero inventor de la lámpara incandescente, posiblemente una de las personas más importantes en la historia humana, que lamentablemente se encuentra bajo la sombra de un verdadero gigante: Thomas Edison. 

Oriundo de Inglaterra, Swan se desarrolló profesionalmente en un principio en el campo de la química, lo que le otorgo conocimientos muy valiosos y le dio la capacidad de experimentación, fundamental para realizar inventos. 

En 1850, con escasos veintidós años comenzó a realizar investigaciones en torno a la electricidad. Tomando un tubo de ensayo libre de oxígeno, haciendo pasar un filamento de cobre por dentro y dando corriente eléctrica desarrolló lo que hoy conocemos como la primera lámpara. 

Como corresponde a toda gran invención, tuvo un periodo de perfeccionamiento. Los primeros focos consumían mucha energía y tenían un corto lapso de vida útil, pero para 1875 Swan ya tenía casi todos los problemas solucionados. La utilización de hilo carbonizado a modo de filamento, la presencia de un vacío casi perfecto y una corriente eléctrica adecuada le dieron al físico su tan preciado objetivo. 

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En el año 1878 le otorgaron la patente inglesa y en el año 1881 fundó su propia compañía:  The Swan Electric Light Company. 

En el año 1879 Thomas Edison patentaba en Estados Unidos una bombilla que no era otra cosa que una copia del invento de Swan con pequeñas modificaciones. Hasta aquí no hay mayores inconvenientes, los problemas aparecen cuando Edison reclama el invento como suyo. 

Joseph, más interesado en las tareas técnicas y de desarrollo, no luchó demasiado por los bienes comerciales de su creación, permitiendo que Thomas venda su invento en Estados Unidos. 

Este accionar despreciable del famoso empresario norteamericano no nos sorprende demasiado. Si nos remontamos en la historia y analizamos como fue su relación con el genial Nikola Tesla, nos daremos cuenta que no era una persona con grandes cualidades morales. 

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Volviendo al relato de Swan, podemos decir felizmente que se encargó de la explotación comercial de su invento en el Reino Unido, pero lamentablemente su nombre nunca llegó a tener el reconocimiento y la fama que merece. Una autentica injusticia, que como usuarios y beneficiarios de la tecnología tenemos la responsabilidad de desterrar.