Pequeños puntos que debemos controlar de nuestro auto

En esta nota te contamos cuáles son los errores que cometemos con frecuencia y más lo afectan. Galería de fotos

Redacción Parabrisas

El trajín de la rutina diaria no nos deja pensar en lo mucho que maltratamos o descuidamos a nuestros vehículos. A veces no basta con llevar el auto al service como demanda la terminal o al mecánico cada vez que tiene un problema. Hay detalles permanentes que no observamos y que terminan dañando la salud de la máquina. ¿Cuántas veces esperamos con la mano apoyada en la palanca de cambios? ¿Levantamos el pie del embrague o lo mantenemos siempre pisado?

La ciudad exige por demás al motor, por lo que es ultra necesario que se mantenga refrigerado y lubricado. La plena confianza en que todo está bien lleva a excedernos en el tiempo de control del agua y el aceite, fluidos básicos para el correcto funcionamiento del rodado. En promedio, cada 10 mil kilómetros se realiza el cambio de lubricante, pero eso no quita que no revisemos, en un período prudencial, si el nivel es el acorde. Lo mismo ocurre con el agua, que actuará sobre la temperatura del motor. Si bien existe una alerta lumínica en el tablero, lo ideal no es esperar a que se prenda indicando un problema.

Esto se pone en conocimiento, más allá de la cultura popular, al leer el manual de nuestro auto, una acción que efectuamos pocas veces. Coincidimos en que es largo y tedioso, pero todo el funcionamiento y su equipamiento está detallado en el sumario. Un uso recurrente es evacuar en forma fehaciente qué tipo de combustible carga nuestro vehículo.

En el texto encontraremos soluciones de diversa índole y nos evitará complicaciones mayores. Por eso no está de más llevarlo en la guantera. Atención: la gran mayoría no somos mecánicos, pero tal vez una leída nos advierta de cómo solventar una simple acción, por caso, al momento de cambiar un neumático.

Previamente se hizo mención al tipo de combustible que llevará nuestra máquina. Al respecto, muchos motores demandan derivados del tipo premium, los más caros en un mercado cada vez más costoso. Muchos conductores quieren hacer rendir la nafta al máximo, pero en el medio cometemos una equivocación: llegar casi a la reserva del tanque. Es verdad que los carburantes han mejorado con los años, pero siguen trayendo muchos materiales que dañan el motor pese a los filtros y pondrán en juego la bomba y los inyectores (que deberían llevar su limpiador después de cada service).

Por muy obvio que resulte, vivimos realizando maniobras bruscas, con aceleradas repentinas y volantazos. El tránsito diario nos puede hacer perder la paciencia, pero no podemos permitir perder los cabales.

Así ponemos en riesgo la seguridad de todos, y además, afecta la salud de la máquina. Revolucionar de golpe el motor y luego frenarlo abruptamente lo resiente más que llevarlo a una velocidad alta. Y golpea al bolsillo: ponernos nerviosos hace consumir más combustible. Además, los volantazos nos hacen imprevisibles para los otros conductores.

¿Y si hay que reaccionar un poco más instintivamente que lo normal? Siempre hay que tratar de anunciar nuestra maniobra, más aun si nos desempeñamos dentro de lo normal. Tal vez el error más común en las calles argentinas y que más consecuencias trae es no marcar la maniobra que vamos a realizar, o hacerlo de manera incorrecta.

Doblar sin poner el guiño, detenerse sin la baliza o entrar a un garaje o una estación de servicio con la luz de giro en vez de las de detención son sólo algunos de las más frecuentes que terminan ocasionando choques. Y no dejemos afuera uno de las que acarrea mayor peligro: no poner el guiño antes verificar por los retrovisores que el camino está despejado y luego cambiar de carril, sobre todo en vías de alta velocidad.

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