Una vez más, pese a todas las ocasiones en que insistimos con el tema, el clima no es un detalle menor a la hora de manejar y debemos ser sumamente precavidos para conducir bajo la lluvia. Lo ideal sería no exponernos a la tormenta, pero claro, cualquier puede sufrir una emergencia o una indisposición que lo obligue a subirse a su vehículo.
Hay cientos de consejos que se pueden dar, mitos o reales, pero que pueden dar una idea cabal de cómo desempeñarnos ante este panorama. El estado del tiempo nos va a afectar invariablemente, ya sea por el sol de frente, el viento o la nieve, pero nada repercute como la lluvia.
El primer ítem a considerar, fundamental para continuar con el resto de los conceptos, es el aquaplaning, fenómeno que se da cuando el neumático no logra despejar el agua y el auto patina sobre una delgada capa de líquido que existe entre el asfalto y la rueda. Ocurre cuando pasamos por un charco o vado, por eso es que no hay que frenar, sino soltar el acelerador y mantener firme el volante, y siempre es recomendable seguir las huellas de otros vehículos. Este proceso da a lugar a toda una serie de circunstancias y necesidades que debemos cubrir.
La más obvia e importante será entonces aminorar la velocidad, ya que el agua hace el asfalto más deslizante, y cuanto mayor sea la celeridad, menos tiempo tendremos para maniobrar (debemos evitar volantazos bruscos).
Por consiguiente, y siguiendo la misma línea lógica, necesitamos aumentar las distancias. Por lo general, se recomienda duplicar los espacios entre un vehículo y otro, independientemente de la velocidad a la que se conduce. Otra vez, el aquaplaning hace su efecto y frenar demandará muchos más metros que en condiciones ideales.
Sin embargo, no basta con calcular los metros que vamos a necesitar si los frenos no van a responder. Deben estar impecables, ya que de ellos dependerá nuestra seguridad. Más allá de las nuevas tecnologías, que determinarán cómo frenaremos, y del clima, siempre debemos chequear el estado de este mecanismo, porque el agua también lo afectará.
Vale destacar que si contamos con un vehículo que tiene ABS, el frenado será mejor y más preciso, pero si no lo tenemos, la situación cambia. Con el antibloqueante, no es necesario levantar el pie del pedal, ya que el eje no se “clavará” y el auto podrá detenerse o maniobrar, todo lo contrario a un freno tradicional, que al pisarlo a fondo terminará por trabar las ruedas y patinará sobre el agua. Por otra parte, ningún mecanismo hace milagros, y hay que llevar siempre en la conciencia que los recorridos para detener el vehículo aumentan entre un 50% y un 100% (es decir, se duplica) dependiendo las condiciones y la velocidad.
Las gomas del auto cobran una vital relevancia debido al hidroplaneo. El dibujo del caucho debe ser de al menos 1.5 mm, pero hay que considerar que cuanto más profundo sea el calado, mayor agua desplazará. Contrario al mito popular, el inflado debe ser el tradicional y no menor, pese a que algunos consideren que así tiene más adherencia. Los amortiguadores y resortes colaboran con el agarre y estabilidad del vehículo.
También es vital tener las escobillas del limpiaparabrisas en buen estado. Si deja de llover y tenemos la posibilidad de parar, una rápida limpieza de cristales y espejos ayudarán a mantener una buena visión, ya de por sí diezmada por la tormenta (no dejar de considerar si al agua se suma el viento, que traerá polvo y complicará aún más las cosas). Además, circular con el aire acondicionado y el desempañante encendidos ayudará a evitar la condensación. Del mismo modo, nuestro auto debe ser visible para el resto de los conductores: es obligatorio circular con luces bajas y traseras o las pertinentes para lluvias.
Manejar con lluvia no es para tomar a la ligera ni para subestimar. Debemos extremar los cuidados al ciento por ciento, y si podemos, evitemos salir, a pesar de que algunos conductores disfruten de estas condiciones meteorológicas (siempre y cuando se tomen recaudos). Aunque siempre se recomienda tener nuestro vehículo en condiciones, bajo la lluvia esto cobra mayor dimensión. Y siempre hay que tener un mayor cuidado en los primeros minutos de tormenta, por la imprevisibilidad y debido a la mezcla de viento, polvo y agua del ambiente.