El ESP o control de estabilidad es una herramienta de seguridad que poco a poco se impuso en la mayoría de los autos a nivel mundial para brindar una mayor contención al conductor a la hora de transitar. En qué sentido se encuentra la "contención": al evadir obstáculos inesperados como animales en la ruta o incluso al manejar rápido en una curva, el programa de estabilidad electrónica interviene pudiendo prevenir hasta un 80 por ciento de accidentes por derrape. Las chances se elevan cuando el pavimento se encuentra mojado o congelado, pero también nos puede sacar de un apuro al mover de manera brusca el volante por más que las condiciones sean las adecuadas.
Los inventores de este elemento creado hace 25 años fueron Bosch y Daimler-Benz, dos firmas que crearon en conjunto una solución pionera para evitar estos imprevistos en la conducción. Desde entonces, el ESP ha procurado la seguridad de los vehículos en la ruta y en situaciones críticas. Los investigadores de accidentes de Bosch estiman que por ejemplo en la Unión Europea, además de haber salvado unas 15.000 vidas, también ha prevenido casi medio millón de accidentes. Hasta el momento, se han producido más de 250 millones de unidades con este sistema.
Esta tecnología usa información de la dinámica de los vehículos para detectar si el auto se está dirigiendo a la dirección que el conductor desea. Si hay alguna discrepancia entre estos dos factores, el ESP interviene. Sensores inteligentes ayudan a comparar el ángulo de dirección y la trayectoria del vehículo 25 veces por segundo. Si estos no coinciden, el ESP reduce el torque del motor y frena las ruedas individuales. En este sentido, el sistema ayuda al conductor a prevenir que el auto se rompa o derrape, evitando efectivamente muchos accidentes.
Tales han sido los beneficios del ESP, que se ha vuelto una característica obligatoria o un compromiso autoimpuesto para todos los vehículos del mundo. Sin embargo, durante los últimos años, en países como Argentina, el lobby por parte de algunas automotrices para postergar su instalación obligatoria en todos los autos nuevos comercializados en el país, sumado a la complicidad de organismos gubernamentales, hicieron que el control de estabilidad se fuera demorando año tras año, dejando a muchos modelos con menor seguridad y por ende aumentando las probabilidades de que ante cualquier movimiento brusco en la conducción, las chances de perder el control del auto fueran mayores.
A principios de 2018 tendría que haber entrado en vigencia la reglamentación que exigía a todas las terminales automotrices comercializar vehículos livianos con ESP de serie. Desde las versiones base, hasta las más equipadas.
Esto no sucedió, de hecho, se prorrogó la obligatoriedad hasta el primer día de este año, algo que demuestra el lobby que realizaron las empresas, con el gobierno en complicidad como mencionamos anteriormente, para que esta norma no se estableciera. En contrapartida, llegó el 1 de enero de 2020 y una vez más se reprogramó la fecha para la instalación obligatoria del control de estabilidad. Salvo que suceda algún cambio de normativa, ahora la obligatoriedad quedó para 2022.
Viendo esta manera de accionar, cualquier persona que analiza la situación unos pocos minutos puede pensar que el ESP debe ser muy costoso para los fabricantes, pero no es así: se estima que colocarle ESP a un vehículo, que ya dispone de ABS, tiene un costo para el fabricante de tan solo 60 dólares.
Por ejemplo, en Brasil, país que en determinadas normativas va de la mano con Argentina, todos los modelos nuevos deben tener el control de estabilidad y aquellos que ya existían previo a esta norma, lo deben agregar a partir del año que viene.