Según un artículo publicado en la edición digital del "New York Times", Siyu Huang, junto a su esposo Alex Yu y su equipo en la empresa Factorial, viene desarrollando una batería innovadora para autos eléctricos, conocida como batería de estado sólido. Esta tecnología, que podría transformar profundamente la industria automotriz en los próximos años, promete grandes ventajas si logra superar ciertos obstáculos técnicos complejos.
A diferencia de las baterías tradicionales, las de estado sólido reemplazan el electrolito líquido inflamable (que permite el flujo de iones energéticos) por un material sólido o gelificado, lo cual incrementa su seguridad al reducir el riesgo de incendio.
Esta característica también permite que se recarguen más rápido y almacenen más energía en menos espacio, lo que aligera el peso de los vehículos y extiende su autonomía. Idealmente, podrían cargarse en el mismo tiempo que lleva llenar el tanque de un auto convencional a combustión.

No obstante, las baterías de estado sólido presentan desafíos importantes: sus celdas internas pueden desarrollar fallas estructurales con facilidad, generando cortocircuitos.
Resolver ese problema y alcanzar una producción confiable, eficiente y económicamente viable se ha convertido en una carrera tecnológica global. Las empresas que lo logren podrían posicionarse como líderes de una revolución energética.
Factorial, con el respaldo técnico y financiero de compañías como Mercedes-Benz, Hyundai y Stellantis, ha centrado sus esfuerzos en convertir esta promesa en realidad. En 2022, pusieron en marcha una planta piloto en Corea del Sur para probar métodos de fabricación en serie.
La producción inicial fue difícil: el índice de éxito era apenas del 10 por ciento, lo que significa que solo una de cada diez baterías era utilizable. Sin embargo, con el tiempo y numerosas iteraciones, lograron perfeccionar el proceso hasta alcanzar un nivel aceptable de eficiencia.
A día de hoy, aunque diversas empresas (desde gigantes como Toyota hasta startups como QuantumScape) exploran caminos similares, la fabricación de estas baterías sigue siendo un desafío de ingeniería mayúsculo. La complejidad de sus componentes, la precisión requerida y la necesidad de operar en ambientes extremadamente controlados hacen que cada celda exitosa sea casi una proeza técnica.
Mientras tanto, la carrera por perfeccionar esta tecnología continúa, con la promesa de redefinir el transporte y contribuir significativamente a la lucha contra el cambio climático.