El fanatismo por una clase de vehículos en especial hace que en algunos casos, diferentes personas hagan lo imposible por conseguir aquellos modelos que cumplen con las condiciones necesarias para formar parte de una colección determinada.
Esto ocurrió con un empresario paulista de 64 años, que según reveló Quatro Rodas (revista hermana de Parabrisas), no quiso revelar su nombre, aunque esto no fue un impedimento para poder apreciar más de los 30 camiones que aloja en su garage correspondiente a diferentes décadas, con ejemplares únicos en Brasil.
Algunos modelos fueron restaurados completamente, otros fueron conseguidos como piezas de colección, pero todo se remonta a su infancia cuando apenas con siete años, el empresario se subió a bordo del Chevrolet 1950 de su padre. Este fue uno de los primeros modelos que restauró para dar inicio a esta pasión, aunque como los lazos familiares con el camión fueron muy grandes, decidió obtener un ejemplar igual al que ya tenía.
"Recuerdo haber visto el camino a través del hueco en el volante y activar el embrague en los dedos de mis pies. Los camioneros que pasaron por allí tenían miedo de ver que el camión se movía "solo", porque nadie podía verme", recordó el oriundo de San Pablo.
A medida que su fanatismo comenzó a ganar terreno, el propietario de estas reliquias construyó un garage con más de 3.000 m2 para almacenar sus restauraciones y los modelos que fue consiguiendo con el tiempo.
En la entrada al galpón, se encuentra estacionado uno de los modelos favoritos del coleccionista. Se trata de un Peterbilt V8, uno de los camiones más robustos y clásicos de los Estados Unidos. En el país vecino, solo hay dos ejemplares con esta configuración con motor original Caterpillar V8 de 600 CV.
“Encontré este Peterbilt enganchado a un carro de bueyes en los Estados Unidos. No tenía dudas: lo compré y lo traje a Brasil”, comentó el empresario.
A pesar de que tiene 30 camiones para usar en el momento que quiera, en total la colección se extiende a 50, si se tiene en cuenta los 20 que se encuentran en desarrollo. El gusto por la categoría pesada fue tan grande que según reveló el coleccionista, en un año alcanzó a comprar casi dos decenas.
De todas formas, la "joya" del empresario es el Chevrolet 1950 de su padre (el único sin restauración) mencionado anteriormente, pero también destaca los Scania brasileños de los años 70' y 80' y los GMC estadounidenses de la década de 1950.
Otros focos de atracción son tres buses como un Alfa Romeo de 1950, un GMC de 1950 y un Leyland Comet de 1988. Por último en otra área del garage, se encuentran algunos autos clásicos como un Cadillac de 1978 y una docena de Escarabajos restaurados.