BMW i8 Roadster

Por Augusto Brugo Marcó - Manejamos en Alemania la flamante versión descapotable del híbrido enchufable que se destaca por rendimiento, prestaciones y tecnología de punta. Evolución en las baterías y la esperanza de que pueda importarse a nuestro país. Galería de fotos

Redacción Parabrisas

A lo largo de la historia, la marca alemana se ha caracterizado por su creatividad, muchas veces adelantándose a los tiempos que corrían hasta rozar cierta osadía, haciendo que los BMW fueran diferentes del resto.

Sin duda, se trata de una filosofía ya instalada en la empresa y que hizo que muchos de sus modelos transitaran el camino al éxito. La marca bávara se tomó muy en serio el desarrollo de las energías alternativas: en 2016 se convirtió en la compañía automotriz “más verde”, según el índice de sostenibilidad Down Jones.

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Y para mantener ese nivel, dedicó en 2017 más de 5.000 millones de euros de inversión en el desarrollo de modelos que sean menos nocivos para el medio ambiente. Los avances logrados por los ingenieros se trasladan al i8 Roadster, máximo exponente de la tecnología híbrida enchufable de la actual industria automotriz. Bajo este automóvil futurista se combinan el placer de conducción, la deportividad y el bajo consumo.

Durante un par de jornadas pudimos probar y exigir el flamante modelo por diferentes caminos de la ciudad de Múnich y sus alrededores, donde estaba estipulado un recorrido con una justa combinación de autopistas sin límite de velocidad y diferentes caminos de montaña.

Evolución sin techo

Ya habíamos tenido la oportunidad de manejar el i8 coupé, pero quienes somos apasionados de los autos siempre esperamos descubrir algo nuevo en cada modelo. Y en este caso se cumplió, puesto que la versión descapotable nos transmitió algo diferente a otros autos.

La primera emoción llega no bien acceder al puesto de conducción. Las puertas no tienen manija ni cerradura. Son tipo alas y, a pesar de su movimiento inusual de apertura, resultan muy livianas. Entrar y salir no es fácil, pero tampoco supone un ejercicio de contorsión. La posición de manejo es muy cómoda, y el volante, de aro grueso, posee dos levas.

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Su diseño futurista es muy similar al de su hermano i8 Coupé, con el que comparte dimensiones –4,68 metros de largo, 1,94 metros de ancho y sólo 1,29 metros de alto–. A pesar de la ausencia de techo fijo, se ha mantenido la estructura de plástico reforzado con fibra de carbono del habitáculo, una de las principales innovaciones de la gama i8.

Este compuesto es muy rígido y soporta bien cargas estructurales, como la fijación de las puertas, y son materiales que transmiten otra sensación cuando se maneja por autopista a altas velocidades. Por lo general, los autos sin techo vibran más con la velocidad y las irregularidades del asfalto, algo que se reduce notablemente en este i8 Roadster.

Es sumamente firme, y por momentos uno se olvida que viaja sin el techo. Para introducir el mecanismo de la capota se han suprimido las dos pequeñas plazas posteriores. El hueco dejado sirve, por un lado, para instalar toda el mecanismo, y, por otro, para alojar un pequeño baúl de apenas 88 dm3 de capacidad.

Algunas piezas del sistema de la capota eléctrica se producen a través de impresión 3D; según BMW, esta técnica “hace posible la producción de soportes optimizados con forma geométrica, algo que no sería posible con técnicas de fundición convencionales, lo que asegura un excelente equilibrio entre rigidez y peso del componente”.

Híbrido enchufable

Cuando se pulsa el botón de arranque se tiene la sensación de que es un auto eléctrico, ya que no se escucha nada. El nivel de las baterías estaban en un 71 por ciento (recordemos que se trata de un híbrido enchufable), por lo cual la autonomía era de apenas unos 35 kilómetros sin necesidad de encender el motor de combustión de tres cilindros.

La batería del Roadster es de iones de litio y estrena una evolución, de ahí que la capacidad bruta pase de 7,1 a 11,6 kWh, actualización que también afecta a la unidad eléctrica: ha ganado 12 CV hasta alcanzar los 143 caballos. El tiempo de carga en un enchufe doméstico es inferior a las cinco horas, frente a algo menos de tres horas si se utiliza un Wallbox.

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Por tratarse de un híbrido, en las desaceleraciones y las retenciones se producen pequeñas recargas, como hemos comprobado en el recorrido por Alemania. Afortunadamente, nos tocó buen clima y compartimos plaza con el colega chileno Leonardo Mellado, quien me propuso rápidamente abrir el techo. Nos llevó un rato descubrir cómo accionar el mecanismo, ya que el botón está escondido en la guantera central que separa los dos asientos, por lo que hay que levantar primero la tapa y luego pulsar el mando.

El techo de lona se esconde en apenas 15 segundos, y la operación se puede realizar siempre que no se superen los 50 km/h. La luneta de cristal también puede abrirse como una ventanilla extra, y se la acciona mediante una tecla ubicada en el marco superior del parabrisas. Admite varias regulaciones y puede evitar cierto nivel de turbulencias provocadas por el viento. En la práctica, tiene efecto hasta los 110 km/h, donde se puede mantener una conversación sin necesidad de gritar.

Estimulante aceleración

Durante un breve trayecto por la autopista aprovechamos para acelerarlo y percibir la respuesta del motor naftero de 1.5 litros y 231 CV.

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Alcanzamos su velocidad máxima, que en el display digital nos reflejaba 254 km/h, con un sonido que despierta cierto estímulo en los procesos de aceleración. En el modo eléctrico ofrece los programas, Eco y Comfort, también presentes en la función híbrida propiamente dicha.

El Sport sólo se activa cuando decidimos manejar secuencialmente la caja de cambios. En ese momento, la instrumentación cambia a color anaranjado, y se aprecia el excelente funcionamiento de los dos propulsores, que trabajan a la par para lograr, por un lado, las máximas prestaciones –4,6 segundos en el 0 a 100– y, por otro, una motricidad excelente, ya que, por la configuración de motores, el i8 Roadster es un tracción integral (el eléctrico mueve las ruedas delanteras y el de combustión, las traseras).

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Por su parte, el modo Eco ayuda a alargar la autonomía al máximo, mientras que la opción perfecta para viajar es la Comfort, porque no limita la potencia. En general, ofrece un funcionamiento suave, puesto que no se perciben tirones en el tránsito, y el consumo es realmente bajo. Las suspensiones tienen cierta cuota de confort, algo que se confirma en las curvas, con una muy equilibrada puesta a punto del chasis, firme pero que no llega a ser áspera.

La dirección eléctrica es muy precisa, y el grado de asistencia bastante elevado. En comparación con la variante coupé, este Rodaster aumenta su peso en 60 kilos, y el conjunto alcanza los 1.595 kg. En Europa, el i8 Roadster se ofrece por alrededor de 160.000 euros, un valor que podría llegar a ser competitivo en nuestro país si el Gobierno autorizara al importador a traer este tipo de unidades sin aranceles, incluso para aquellos importadores que no producen localmente, tal el caso de BMW. Quizá la política le dé un guiño a este tipo de vehículos y tengamos la suerte de verlos circular por nuestras calles.