Alguna vez alguien me ha preguntado para qué sirven los operativos. La primera razón es trabar con el vehículo una relación más fuerte que la que propone un test habitual, en el que importan más los datos objetivos para aquilatar a un vehículo. Haciendo miles de kilómetros, uno desentraña mejor todos los aspectos que tienen que ver con el desempeño dinámico, la comodidad y la seguridad. Y esto, mostrando a los reales protagonistas de nuestro trabajo, los autos, en los más atractivos paisajes, que, por suerte, abundan en nuestro bendito país.
En este caso, con un full Peugeot 408 TDI, se nos encargó una serie de pruebas especiales de esas en las que hay que dormir varias noches afuera. Se me ocurrió un recorrido por el camino de las Altas Cumbres y las serranías sanluiseñas, pensando en dos no muy conocidas cuestas a las que hace rato quería volver: la de Carolina, que une esta antigua población con San Francisco del Monte de Oro, y la que va de Río Grande, cerca de El Trapiche, a Nogolí, ambas de unos 50 kilómetros.
Saliendo del caótico tránsito de Buenos Aires, y con una temperatura otoñal de prematuro invierno, un viernes enfilamos para la meta final del día: Villa Carlos Paz. A 2.500 r.p.m. en quinta, con el control cruise clavamos el Velocímetro en los 130 km/ hora de ley. Ya en el ACA de Río Tala, con café y las gloriosas ensaimadas sampedrinas, al refuelar se manifestó una de las principales virtudes del motor turbodiesel, ya que el consumo se establecía en trece kilómetros por litro.
Lea la nota completa en la edición nº 416 (junio 2013) de la revista Parabrisas.