Por los pagos del "Chueco" Fangio

Iniciamos un recorrido de larga duración para poner a prueba la motorización más pequeña del renovado C3. El primer periplo demandó casi 1200 kilómetros por las sierras bonaerenses y la Costa Atlántica. Galería de fotos

Redacción Parabrisas

Habíamos tenido un breve contacto en Brasil antes de su arribo a nuestro país. Luego testeamos la variante tope de gama con motor 1.6 en la edición de diciembre de 2012, pero faltaba probar en rigor a la motorización más pequeña de la nueva familia C3. Se trata del nuevo propulsor naftero cuatro en línea de 1.449 cm3 de cilindrada y 89 CV, que equipa a las versiones de entrada de gama. En este caso utilizamos la versión más equipada de las tres disponibles (Tendance Pack Secure a 103.480 pesos) y, luego de hacer unos cuantos kilómetros en la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores, emprendimos viaje a Balcarce, lugar que vio nacer al mejor piloto de la historia de la Fórmula Uno, Juan Manuel Fangio.

Como en una burbuja

¿Qué mejor manera de aprovechar el esplendoroso paisaje que ofrecen las sierras bonaerenses? Levantamos la persiana del simpático techo panorámico Zenith -el ingrediente distintivo de este modelo- y emprendimos viaje a Mar del Plata por la conocida Ruta Provincial 2. Los primeros 400 kilómetros sirvieron para tomar nota de algunos aspectos del impulsor, nada menos que una evolución del conocido 1.4 de 75 CV que equipaban, entre otros modelos del grupo PSA, la generación anterior del C3 y el Peugeot 206. Es un motor que genera un destacado confort de marcha, mejora en prestaciones a su antecesor y, además, no se aleja demasiado de las cualidades de 1.6 con admisión variable.

Trabaja asociado a una caja manual de cinco velocidades con relaciones cortas que benefician la agilidad en las primeras marchas. Sin embargo, los 26 caballos de potencia que lo diferencian del 1.6 se hacen notar a la hora de hacer sobrepasos en ruta: es necesario rebajar uno o dos cambios, ya que no responde de la misma manera en la zona media del cuentavueltas.

En tal sentido, la mejor aceleración obtenida de 0 a 100 km/h fue de 14,1 segundos (11,5 con el motor 1.6 de 115 CV), mientras que en términos de elasticidad también registró una marcada diferencia con su hermano mayor: tardó 19,4 segundos para acelerar de 60 a120 km/h en cuarta frente a los 16 segundos que demandó el vehículo con el motor más grande.

Las eternas rectas que ofrece el trazado de la ruta 2 hacia la costa atlántica fueron el escenario perfecto para comprobar de manera extendida los registros de consumo del nuevo propulsor. Aquí nos llevamos una grata sorpresa ya que superó con creces a su hermano de 1.587 cm3. La unidad utilizada recorrió 18,5 kilómetros por cada litro de combustible circulando a 90 km/h, mientras que a 120 km/h alcanzó los 14,2 km/l (16,6 y 13,5 km/l, respectivamente, en el motor 1.6 de 115 caballos).

Entre el mar y las montañas

Luego de una breve estadía en  “La Feliz” continuamos viaje hacia Balcarce por la Ruta Provincial 226 -ahora devenida en una extraordinaria autopista desde Mar del Plata hasta la ciudad natal de Fangio- sin omitir una parada en la laguna La Brava: un inmenso espejo de agua rodeado de bosques y sierras de más de 300 metros de altura, que fue habitado hace muchos años por tehuelches y mapuches, y era camino frecuente de comunidades indígenas en su paso de la cordillera hacia el mar. En este relajante paisaje ubicado casi a mitad del recorrido entre Mar del Plata y Balcarce convive una extensa variedad de fauna: suelen avistarse un sinnúmero de aves, ciervos, cabras, ñandúes y, además, en sus aguas se pueden encontrar pejerreyes, dientudos, mojarras y bagres, entre otros peces.

Momento de relax superado, había que continuar con el viaje. Pero para apartarnos un poco de los caminos tradicionales, decidimos adentrarnos por distintos pasajes vecinales de ripio y cornisas, plagados de las características subidas y bajadas de la topografía de las sierras. En fin, todo lo necesario para seguir experimentando el funcionamiento de las suspensiones, dirección, caja y frenos en distintas circunstancias.

Del mismo modo que la versión 1.6, se percibe como un vehículo confortable y sus esquemas de suspensiones son mullidos. De hecho, es más estable que la generación anterior del C3, gracias al leve incremento de las trochas (31 mm, la delantera, y 46 mm, la trasera) y a la disminución de la altura de la carrocería (12 mm). Sin embargo, lo seguimos notando, aunque en menor medida, un tanto sensible a los vientos laterales, obligando al conductor a  “manejarlo” también en las rectas. Al transitar sobre terrenos irregulares (empedrados, pasos a nivel, badenes, etc.), el tren posterior se encarga de transmitir una aspereza que puede encontrar su justificación en la diferencia del rodado respecto de las versiones superiores: este calza llantas de 15 pulgadas (195/60/15) en vez de las de 16 h (915/55/16) que utilizan las unidades con motor de 1.587 cm3.

Un punto para destacar es la dirección con asistencia eléctrica, idéntica a la que utiliza el Citroën DS3. Durante todo el periplo se ocupó de darle al volante la dureza necesaria ante cada situación. Sólo podemos “reprochar” una leve vibración de la columna de dirección cuando se sobrepasan los 130 km/h.

Vuelta a casa

Dejamos la ciudad del  "Chueco", famosa también por darle nombre a un exquisito postre, y tomamos la Ruta Provincial 55 hacia la localidad de Vidal, para luego empalmar nuevamente con la 2. Con la tranquilidad del deber cumplido, regresamos a Buenos Aires antes de que el sol se escondiera detrás de las sierras, aprovechando aún más las bondades del techo panorámico que merece un punto aparte. A diferencia de otros techos similares, filtra bastante bien el accionar de “febo” cuando está bien arriba, mitigándolo con un tonalizado verdoso en degradé en la parte superior.

Lea el resto de esta nota en la edición de enero de la Revista Parabrisas

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